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—Entra. Ahora. —Me ordenó Tae Jun.

—¡TJ! —Me quejé, mientras entraba a casa.

TJ estaba extrañamente tenso. No entendía qué le pasaba. El chico se sentó en la sala y me indicó que lo acompañara. Eso solo podía significar una cosa; teníamos que hablar de un asunto serio.

—Oh, Tae... ¿Qué te ocurre? No me preocupes, por favor. Mira que tengo demasiadas cosas en mente con la escuela y todo.

—Mini —me dijo seriamente-. Hay algo que tienes que saber.

—¿De... de qué hablas? —pregunté nerviosa.

—Recuerdas que nuestros padres nos habían dicho que saldrían esta tarde, ¿cierto?

—Mmm, sí. Pero ¿cómo sabías eso?

—Hablé con mamá antes de venir. —Hizo una pausa—. Hoy, cuando llegué, quería darles una sorpresa y decidí ir a donde estaban reunidos. Apenas llegué al lugar, vi a mamá y a papá discutiendo fuertemente en la calle y... a su lado... —Se detuvo de repente.

—A su lado... —Esperé.

—Había una chica de mi edad que tenía una marca roja en su rostro y estaba llorando fuertemente. Papá la sujetaba de la mano y le escuché decir que ya no podía seguir con mamá —dijo, su voz quebrándose al final.

En ese momento, mi corazón se detuvo. Mis padres se habían mantenido tranquilos por un largo tiempo. Mi padre, ¿engañando a mamá? ¿De nuevo? ¿Por qué? Tenía un montón de preguntas en mi cabeza, pero no pude formular una sola. Empecé a llorar y, de inmediato, sentí un par de brazos sujetándome fuertemente y meciéndome de un lado al otro para calmarme. Las lágrimas sanarán todo esto, pensé. Al menos, por unas horas.


...


Era de noche. Como sospechaba, mamá y papá aún no llegaban. Supongo que buscarían una excusa convincente para justificar todo después. Había pasado toda la tarde llorando en mi cuarto. Busqué hacer varias cosas para distraerme, pero nada funcionaba, así que empecé a pensar en todo aquello que me hacía sentir bien. Pensé en leer, en escribir, en ver una película de acción... Hasta que llegué a sus besos, a sus caricias, a la forma en que me miraba...

Rápidamente, y sin meditarlo mucho, decidí llamarlo.

—¿Hola? —me contestó una voz que reconocería en cualquier lugar; Mandy.

Me quedé en blanco por unos segundos hasta que empecé a pensar en todo lo que Mandy y Jimin podrían estar haciendo para que ella pudiera tener acceso a su celular. ¿Qué rayos pasaba aquí? Al cabo de un minuto, alguien más tomó el teléfono.

—Pásamelo, nena. —Escuché decir a Jimin. Me sentía en shock. No sabía qué hacer—. ¿Hola? ¿Eres tú, Potasio? Oh, así nena... Un poco más.

No dije nada. Solo colgué. Definitivamente, este no era un buen día para contar con los demás; debería sentarme sola y esperar a que todo se resolviera... O no.


...


Al día siguiente, tenía otra sesión de tutoría pendiente. Apenas entré al armario, encontré a un risueño Jimin que no dejaba de ver algo en su celular. Estaba de espaldas a mí, por lo que pude capturar parte de lo que observaba con tanta atención.

—¿Se puede saber cuál es la necesidad de grabar tus relaciones sexuales y guardarlas en tu celular? —le pregunté seria. Jimin se tensó y no volteó. Lo había atrapado.

—Yo... Young Mi... ¿Qué haces aquí tan pronto? —respondió nervioso, mientras me sentaba.

—No te preocupes, no diré nada. Tan solo me parece asqueroso, es todo. Pero es tu vida; haz lo que quieras con ella.

Jimin me observó fijamente por unos segundos. Yo solo podía mirar el suelo. El chico se fue acercando lentamente hasta que sentí su respiración cerca de mi mejilla derecha. Estaba nerviosa, abrumada y sumamente confundida por todo lo que había pasado el día anterior. No pude evitar que una lágrima furtiva se deslizara por mi rostro. Jimin lo notó, porque, inmediatamente, rozó sus suaves labios contra mi mejilla húmeda.

Cerré los ojos. Cada toque, cada contacto que tenía con Park Jimin era peligroso para mí. Estaba convencida de que había caído ante él, pero no quería aceptarlo por completo. Era muy bajo, teniendo en cuenta que, aparte de mariscal de campo, era el playboy de la secundaria. Todas lo conocían, y no precisamente por sus habilidades en el campo de fútbol.

—Jimin, para. Por favor. Hay que estudiar química —le dije.

—Ya lo estoy haciendo —me respondió entre besos que se dirigían a mi cuello.

En ese momento, me molesté. No podía dejar que él siguiera haciendo eso cuando, hace solo unas horas, había estado teniendo quién sabe qué con Mandy en quién sabe dónde. De inmediato, lo aparté, me paré y me dirigí hacia la puerta.

—Te pido que mantengas la distancia en este momento. Me parece demasiado irrespetuoso que intentes hacer esto conmigo después de que tuviste sexo con esa Mandy —le dije molesta.

—¿Eso es lo que te molesta? Dios, sabes que es solo sexo. Lo he tenido con muchas. No es algo nuevo y, en todo caso, ¿cuál es el problema de que lo haga con Mandy? Ella está como paleta, lista para ser chu... —Una cachetada de mi parte fue suficiente para dejar a Jimin enmudecido.

—No vuelvas a hablar de ella ni de nadie que tenga que ver contigo en mi presencia, ¿te quedó claro? A partir de ahora, solo química. Nada más. Y es en serio.

—Mini... —Su manera de llamarme me recordó a mi hermano y, lo único que pude hacer fue empezar a llorar.

—No me hables. No me toques. No me beses. No quiero na... —Jimin me interrumpió con un beso; uno muy diferente al que me había dado en mi porche el día anterior. Este beso era lento, profundo y un tanto tierno, ¿quizás?

A pesar de mi lucha interna, me dejé llevar por la sensación de sus labios sobre los míos. Jimin tenía algo que me hacía olvidar todo a mi alrededor mientras me besaba. Era casi terapéutico. Le estaba empezando a devolver el beso cuando mi celular sonó. Apartándome lentamente de él, atendí.

—Mini, tienes que venir a la casa ahora mismo —me dijo mi hermano.

—TJ, ¿qué... —La llamada fue cortada abruptamente. Los nervios se apoderaron de mí y empecé a temblar. Temía lo peor. No sabía qué me esperaba allá.

—Yo... tengo que ir a casa.

—Yo te llevo —dijo Jimin, mientras recogía sus cosas rápidamente y abría la puerta del armario para dejarnos salir.

Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora