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—Ok... ¿Qué rayos fue eso? —pregunté, después de que la pareja de hermanos se alejara.

Jimin seguía callado, observando fijamente el firmamento. Lo detallé por unos minutos. Este no parecía darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Estaba completamente ido.

—Ji... —Intenté tocar su hombro, pero este se tensó.

—Todo está bien... Es solo que... —Su voz se desvaneció poco a poco.

—¿Pasa algo con Mandy? —le pregunté curiosa. Él solo me miró, como solía hacerlo siempre, haciéndome sentir vulnerable y desprovista de cualquier tipo de protección. Solo él podía mirarme de esa manera sin que yo saliera corriendo a los cinco segundos.

—No pasa nada, ¿está bien? —me respondió con una pequeña sonrisa—. Ahora, es momento de llevarla a casa, señorita. Si usted me lo permite, por supuesto.

Le dediqué una sonrisa fugaz, mientras él encendía el auto. No tenía idea de por qué estaba actuando así, pero un aventón no me vendría mal; sobre todo si eso significaba no tener que tomar el frío y solitario autobús de la esquina. Al cabo de unos minutos, llegamos a nuestro destino. Jimin se estacionó frente a mi casa y se apoyó contra el asiento del auto, cerrando levemente sus párpados.

—¿Sucede algo? ¿Estás seguro de que estás bien?

—Sí... es solo que estoy algo cansado, ¿sabes? Tanta química es mala para mi cerebro.

—Ya cállate... —le dije, mientras golpeaba ligeramente su hombro derecho. Lo notaba un poco tenso después de la conversación que escuchamos en el estacionamiento. No tenía idea de lo que le ocurría, pero sabía que lo estaba afectando.

Jimin abrió sus ojos lentamente. Dio un largo suspiro y abrió la puerta del conductor. Confundida, salí del auto y lo seguí hasta mi porche, en donde teníamos un pequeño asiento de madera. Jimin se sentó y yo lo imité. Lo vi tan tenso que actué por impulso. Sin pensarlo mucho, coloqué mi mano sobre su rostro y lo atraje hacía mí, dándole un gran abrazo. Noté que esto lo sorprendió, porque se tensó de inmediato. Sin embargo, la sorpresa desapareció rápidamente, ya que Jimin me correspondió. Me sujetó fuertemente de la cintura, mientras hundía su cabeza en mi cuello. A los pocos segundos, sentí algo húmedo rozando mi piel.

—Aquí no, Jimin. Mis padres podrían salir en cualquier momento —le dije, tratando de zafarme de él.

—Pues, entonces... ¿por qué no me dejas pasar? —me preguntó entre besos.

Lo aparté de inmediato. Jimin no parecía ser el tipo de chicos que prefería pasar la tarde en casa de su tutora de química, en lugar de disfrutar con sus amigos en el campo de fútbol o bailar en un club.

—¿Se puede saber qué te pasa hoy? Primero me ofreces traerme a casa, y ahora esto. ¿Seguro de que todo marcha bien? ¿O es que quieres que haga alguna de tus tareas o algo por el estilo?

Jimin se quedó en silencio por un rato. Su mirada se dirigió al piso por unos segundos, antes de que se levantara y empezara a caminar hacia su auto. Rápidamente, tomé su mano y lo hice enfrentarme.

—Oye... —empecé a decir, pero fui interrumpida por un beso. Uno fuerte y abrupto. Uno veloz e intenso.

Cuando Jimin se apartó de mí, apenas podía recobrar el aliento. ¿Qué rayos había sido eso? ¿Qué le estaba pasando a este chico hoy?

—Lo siento, yo... no sé qué me pasa. Es que tus labios se ven tan apetecibles que... —Esta vez lo interrumpí yo, acercándome peligrosamente a su rostro y dándole un beso lento y superficial. Jimin sonrió de inmediato. 

—Disculpen si interrumpo algo. —Escuché una voz detrás de nosotros. Una voz que reconocería perfectamente en cualquier lugar... La voz de mi adorado hermano, Kim Tae Jun.

—¡TJ! ¿Qué haces aquí? —le pregunté emocionada. Hace mucho tiempo que no lo veía. Había estado estudiando en Inglaterra por todo un semestre y se le había hecho imposible venir a visitarnos en vacaciones. Lo extrañaba demasiado.

—¿Así es como me saluda mi hermana favorita? ¿Con esa pregunta tan seca? —me dijo, mientras extendía sus brazos esperando un abrazo.

Me abalancé sobre él y lo abracé con fuerza. El me sujetó con fuerza y luego me soltó.

—Voy a quedarme aquí por una temporada, mientras arreglo algunos documentos y recupero energías para el próximo semestre.

—¡Eso es maravilloso! Emmm... TJ. Este es Park Jimin, un compañero de clases. —Los presenté, bajando la mirada. Jimin me miró curioso cuando dije "compañero de clases"; sin embargo, no le di importancia.

—Mucho gusto, compañero de clases que besa a mi hermana en el porche de su casa —le dijo mi hermano con el ceño fruncido. ¡Oh, no! Esto no estaba bien. Podía ver la expresión en el rostro de mi hermano y me di cuenta de que Jimin no le había caído nada bien.

Perfecta manera de empezar a relacionar a tus contactos, Young Mi. Simplemente perfecto.

Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora