La noche del viernes, lloré como una pequeña niña de trece años viendo a su padre golpear a su madre sin piedad. Lloré por todo el sufrimiento que había tenido con mis padres. Pero, sobre todo, lloré por saber que Park Jimin no era ese chico tierno con el que pasaba dos horas a la semana estudiando. Park Jimin no era considerado, respetuoso, ni mucho menos empático. Solo buscaba disfrutar de los placeres de la vida sin preocuparse por el mañana, solo buscaba la salida fácil, y solo estaba usándome para obtener buenas notas y sacar un poco de provecho de mi debilidad ante él.
Hace seis meses, me dije a mí misma que no iba a ceder ante Park Jimin. Hace seis meses, me prometí que ayudaría al mariscal de campo mujeriego a conseguir sus buenas notas, a cambio de que me dejara tranquila por el resto del año escolar. Hace seis meses, Jimin empezó este juego malvado de besos y caricias que me llevó hasta donde estoy hoy.
Hace seis meses, sin quererlo, caí ante los encantos de la estrella naciente de la nación.
...
La semana siguiente fue realmente intensa para mí. No quería ver a Jimin, pero teníamos química el lunes durante el primer periodo. Magnífica manera de comenzar la semana, Young Mi. Sun Hee y yo nos sentábamos juntas en todas las clases, pero en química la profesora Smith había seleccionado a parejas de laboratorio. Cada vez que teníamos un proyecto nuevo, la profesora cambiaba la distribución de las parejas para fomentar la integración y evitar que hubiera alguien rechazado. Por eso, siempre dejaba una lista en su escritorio con las nuevas parejas. Cuando entré al salón, me percaté de que había una multitud alrededor del escritorio de la profesora. De inmediato, me puse nerviosa.
Revisé únicamente el número de mi escritorio y me dirigí hasta él, sin hacer contacto visual con nadie. Cuando Jimin entró, vi que se dirigió al otro lado del salón. Perfecto, pensé. Ahora tenía que ver quién sería mi pareja de laboratorio.
Me agaché para buscar mi material de química en mi bolso y, al levantarme, pude ver a alguien sentado a mi derecha. Me agité por un segundo y traté de reconocerlo.
Lee Jun Seo. Diecinueve años. El chico solitario. No pertenece a ningún club ni anda con nadie. En otras palabras, el inadaptado de la escuela. Lo transfirieron hace un mes.
Jun Seo me miró por un segundo y luego volvió su mirada a un libro que tenía sobre su escritorio. Quise observarlo por un rato más, pero Sun Hee entró a toda velocidad al salón, llamando la atención de todos. Verificó su número de escritorio y se acercó rápidamente. Tomó asiento frente a mí, perturbando un poco a su compañero de escritorio, quien leía tranquilamente una novela, y me dedicó una sonrisa que no había visto en ella en siglos.
—Oh, chica. ¿Qué pasó ahora? —le dije en un falso tono de preocupación. Sun Hee sonrió aún más —si es que eso era posible— y empezó a reír como niña pequeña. En ese momento, el chico que estaba a su lado se volteó, y no pude creer de quién se trataba.
Jeon Jung Kook. Dieciocho años. Callado, serio y extremadamente tranquilo. Siempre tiene un libro consigo y no falta a ninguna fiesta. Ama la música y los deportes, siendo el receptor del equipo de fútbol americano de la escuela.
—Young Mini, ¡no vas a creer esto! —dijo Sun Hee, sin percatarse de que Jung Kook estaba al borde del colapso por el sonido de su voz—. ¡Tae Hyung y yo estamos saliendo! —gritó, y todo el salón se quedó en silencio observándola. Sun Hee seguía absorta en su felicidad y no notó esta reacción.
Al cabo de unos segundos, los susurros empezaron y todos volvieron a sus respectivas actividades. Sun Hee seguía esperando mi respuesta, y Jung Kook se volteó hacia mí.
—Disculpa la molestia, Young Mini, pero viendo que tu amiga no va a escucharme, ¿podrías decirle, por favor, que estoy intentando terminar este libro por aquí? Muchas gracias —dijo, volviendo a concentrarse en su lectura.
Sun Hee lo escuchó y lo miró fijamente por unos minutos, pero Jung Kook no se inmutó.
—Podrías pedirme las cosas personalmente, ¿sabes? No muerdo ni nada —le dijo Sun Hee, un tanto molesta.
—No estaría tan seguro de eso —respondió Jung Kook, sin apartar la mirada de su libro.
—¿Disculpa? —se quejó Sun Hee—. ¿Quién te crees que eres para hablarme de esa manera?
—Afortunadamente, no soy el pobre chico que decidió elegirte como novia —le respondió Jung Kook con sorna.
El rostro de Sun Hee fue del rosa claro al rojo en cuestión de segundos. Sabía que algo malo pasaría si no detenía esta situación. Conociendo a Sun Hee, cuando algo la enfurecía, solía ser un tanto... explosiva. Jung Kook estaba provocándola, pero eso no significaba que el pobre se mereciera la ira de Sun Hee en su primer encuentro.
Tomando a mi amiga del brazo, la distraje con un montón de preguntas sobre Tae Hyung y su relación. Sun Hee me comentó que, durante la fiesta del viernes pasado, Tae Hyung la había invitado a bailar y le dijo que estaba muy agradecido por el apoyo que ella siempre le daba en sus prácticas de baloncesto. Ambos siguieron hablando por horas hasta que ella le dijo que estaba enamorada de él. Tae Hyung le respondió con un beso y le dijo que la llevaría a casa. Y, aparentemente, a partir de ese momento, ambos eran la nueva pareja oficial de la escuela.
—Wow —le dije, sorprendida. Jung Kook me dedicó una mirada de soslayo que no pude ignorar, y Sun Hee continuó riendo y suspirando simultáneamente.
—Niña, por favor. Cállate, ¿quieres? —le exigió un Jung Kook desesperado a Sun Hee. Esta lo encaró y levantó una ceja de forma desafiante; gesto que Jung Kook imitó. Estos dos me asustaban. La tensión que emanaba de su escritorio era percibida por más de un estudiante en el salón.
—Ven y cállame, entonces. —Lo desafió Sun Hee. Jung Kook dejó su libro a un lado, teniendo cuidado de marcar la página en la que había detenido su lectura, y se acercó peligrosamente al rostro de Sun Hee, haciendo que esta retrocediera un poco en su asiento.
—Shh —susurró Jung Kook a pocos centímetros de su rostro. Sun Hee se quedó perpleja ante la reacción del castaño y enmudeció inmediatamente.
Al otro lado del salón, pude escuchar una pequeña risa. Una risa que conocía muy bien. En contra de mis instintos, volteé ligeramente en esa dirección, encontrándome con un Park Jimin apoyado de forma relajada en su asiento. Jung Kook también volteó, y ambos compartieron una mirada significativa.
Un momento. Algo anda mal aquí.
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Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1
FanficTras su encuentro furtivo en el armario de mantenimiento aquella tarde, ninguno de los dos había podido dejar de pensar en el otro. Después de ese beso fugaz frente a los casilleros, ambos se habían quedado en silencio, observándose fijamente. Des...