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—Lo siento —murmuró Jimin, deshaciendo lentamente nuestro abrazo. Su mirada perforaba mis sábanas. Era incapaz de enfrentarme, y sus lágrimas aún seguían corriendo a través de sus mejillas. Limpié varias de ellas con mis pulgares y tomé su rostro entre mis manos. Me acerqué lentamente hasta quedar a escasos centímetros de su rostro, y susurré.

—No digas lo siento, amor. Sabes que estoy aquí para ti. Si Jun Seo o Mandy intentaban separarnos con todo esto, déjame decirte que fallaron miserablemente. Ahora me vas a tener siempre a tu lado. Sin discusión. ¿Te quedó claro? —Jimin me miró y asintió. Ambos nos quedamos así por unos minutos. Jimin cubrió mis manos con las suyas y me atrajo en otro dulce abrazo.

—No puedo creer que encontrara a alguien tan magnífico como tú —susurró en mi cabello. Sonreí.

—No puedo creer que me esté llamando magnífica, señor Park —le respondí con sorna. Jimin sonrió en respuesta.

—¿Estás enojada conmigo? —preguntó tímidamente, mientras acariciaba mi cabello y me miraba a los ojos.

—No, Jimin. Obviamente, estoy sorprendida por todo esto, pero es parte de tu pasado. Solo un gran error que cometiste y que dejaste en el ayer. No puedo negar que debió ser algo terriblemente horrendo para ti, pero ambos sabemos que eres mucho más fuerte que eso. Estoy orgullosa de ti por haber soportado toda esa situación. No muchos pueden hacer lo que... —Mis lágrimas me interrumpieron esta vez. Jimin se tensó al verme llorar. Pensé que me abrazaría de vuelta, pero todo lo que sentí fue un par de labios posándose levemente sobre los míos, trazando su contorno y apoderándose de todo el dolor que estaba sintiendo en ese momento. Nuestro beso fue corto y suave, pero extremadamente especial.

Ambos mantuvimos nuestras frentes unidas y nuestros ojos cerrados. Nuestras narices volvieron a rozarse, como de costumbre, y el mundo pareció detenerse por un segundo.


...


—Mami.

—¿Qué sucede, querida? —Mamá y yo estábamos en la cocina, preparando la cena. Desde que TJ había regresado a Inglaterra, era la asistente oficial de mamá en todo lo que implicara sujetar un tenedor y triturar algunas patatas.

—¿Jimin podría quedarse a dormir hoy? —Mi madre me miró, sorprendida ante mi pregunta.

—¿Dor... dormir? Pero, ¿por qué?

—Es solo que ambos habíamos olvidado que tenemos un examen de química en dos semanas, y es uno de los más importantes de todo el año. Sabes que he estado ayudándolo desde hace tiempo; por eso, me preguntaba si... —Mi voz fue desvaneciéndose. Mamá consideró la idea por un largo rato y finalmente respondió.

—Dos palabras, Young Mi. SALA. ABAJO. Es todo lo que diré. No quiero ver o escuchar al chico tratar de meterse entre tus sábanas y, definitivamente, no quiero verte a ti en la sala hasta altas horas de la noche. ¿Quedó claro?

—¡¿En serio?! —chillé—. ¡Gracias, gracias, gracias! Te prometo que no haremos nada que te moleste. —Ella levantó una ceja ante mi respuesta, pero luego volvió su atención a la cena.


...


Después de comer, convencí a Jimin de que sería mejor que se quedara en mi casa y descansara. El día había estado cargado de emociones fuertes, y no quería que algo le pasara de camino a su hogar. Jimin aceptó al instante, pero estaba algo nervioso por mamá. Finalmente, tuvimos que tomar nuestros cuadernos de química para improvisar una sesión de tutoría exprés.

Pasamos dos horas estudiando —en serio; sí estábamos estudiando— hasta que ambos decidimos parar. Jimin y yo preparamos su cama en el sillón de mi sala y nos quedamos viendo un poco de televisión. A las diez, mamá se fue a dormir, amenazándonos con despertar y sacar a Jimin a patadas de la casa si nos encontraba juntos después de la medianoche.

—Supongo que debería subir. De seguro quieres descansar, y no quiero que mamá te corra a mitad de la noche —le dije y empecé a pararme. Jimin se acomodó en su cama y se cubrió con las sábanas.

—Young Mi —me llamó—. ¿Puedes venir aquí un segundo? —Lentamente, me acerqué a él. Jimin me hizo arrodillarme frente al sillón, quedando muy cerca de su rostro. Con su mano derecha, trazó suavemente el contorno de mi mandíbula. Cerré los ojos ante su tacto.

Lentamente, Jimin fue atrayéndome hasta que nuestros labios se encontraron en un dulce beso. Poco a poco, nuestras respiraciones empezaron a agitarse, y el beso se hizo más intenso.

Nos encontrábamos más cerca, más ansiosos, y nuestros labios se movían rápidamente, creando un ritmo casi mágico entre ellos. Los vellos de mi cuerpo empezaron a erizarse y mis piernas a temblar, por lo que tuve que alejarme de inmediato. Jimin pareció protestar un poco ante esto, haciéndome sonreír involuntariamente. Ambos volvimos a mirarnos, y Jimin me hizo un tierno puchero.

—Mini... Quiero más —susurró. Abrí los ojos como platos, fingiendo sorpresa. Puse mi mano en mi pecho y me alejé rápidamente de él, mostrando falsa indignación. Jimin se tensó un poco ante mi reacción. Antes de que pudiera decirme algo, me acerqué rápidamente a él y apoyé mis manos en su pecho. Rocé mi nariz suavemente contra sus labios y, poco a poco, fui posicionando mi rostro en el hueco de su cuello, rozando mi nariz contra su piel y provocándole cosquillas.

—Yo también quiero más, Jiminie. Pero estamos en mi casa, y mi mamá puede salir en cualquier momento, haciéndote desaparecer en menos de cinco segundos. —Hice una pausa para depositar un casto beso en su piel—. Y no creo que quieras que eso pase, ¿o sí? —susurré finalmente. Deposité un camino de besos a través de su cuello, llegando hasta su clavícula. Luego, mordí suavemente su piel, provocando un leve gruñido de su parte, y alejándome antes de perder el control de la situación.

Ambos nos miramos fijamente por unos segundos y sonreímos con complicidad. Jimin colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y me dio un tierno beso en la frente, dejándome ir y acomodándose en el sillón.

—Buenas noches, Young Mi. Gracias por todo, hermosa.

—Buenas noches, Jimin. Te quiero.

Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora