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Dos días habían pasado, y Jimin había sido dado de alta. Yo seguía en el hospital, recibiendo tratamiento, ya que mis quemaduras lo requerían. No había podido ver a Jimin desde el día del accidente, y estaba empezando a desesperarme.

—Tranquila, Young Mi —me dijo Sun Hee desde el sillón de la habitación—. Seguramente, su familia prefirió que se quedara en casa. Jung Kook fue a visitarlo esta mañana y me dijo que lucía terrible, pero que estaba bien. Ya empezó a comer y pasó la tarde viendo una película con su hermana. —Hizo una pausa—. Tienes que calmarte, amiga. Jimin está bien. En este momento, lo importante es que ambos se recuperen.

—¿Cómo sigues tú? —pregunté para cambiar el tema. Hablar de Jimin me ponía sensible. A pesar de que supiera que él estaba bien, mi corazón seguía doliendo al pensar en lo que podría haber pasado si no hubiéramos estado allí en ese momento. Definitivamente, tendría que comprarle un regalo enorme a Jung Kook para agradecerle toda su ayuda.

—Estoy bien. De hecho... —Unos leves golpes en la puerta interrumpieron nuestra conversación. Sun Hee y yo nos miramos por unos segundos. Era algo tarde, y no planeaba recibir ninguna visita. Sun Hee se levantó y abrió la puerta con cuidado, siendo, prácticamente, derribada por una histérica Ji Yeon que entró corriendo a la habitación.

—¡Young Mi! ¡Ahí estás! ¡Estás viva! ¡Estás bien! ¡Oh, por Dios! ¿Tienes idea de cuánto me costó convencer a nana de que me trajera hoy? Jimin no ha dejado de preguntar por ti, y ambos estábamos tan locos por verte que nos arrodillamos frente a nana por diez minutos para obligarla a traernos a esta hora. Dime, ¿te duele algo? ¿Has comido? —Hizo una pausa para evaluarme brevemente y se acercó a abrazarme—. ¡Ay, Young Mi! ¡Te extrañé tanto! Jung Kook nos dijo que te estabas quemando, pero... —Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Hey —le dije para calmarla, mientras acariciaba suavemente su cabello—. Todo está bien, Ji Yeon. Tranquila, nena. Todo pasó, y ahora tu hermano y yo estamos... —mientras decía esto, Jimin entró a la habitación. Mis ojos se posaron directamente sobre los suyos, y mi corazón se detuvo— ...bien.

—Querida... ¿Cómo te sientes? —preguntó Ha Na, a quien no había visto entrar en ningún momento. Sun Hee se retiró educadamente, dejándonos solos.

—Yo... Estoy bien. Ya me siento mejor, pero mi cuerpo aún duele —respondí tímidamente. Ha Na se acercó lentamente a mí y me dio un suave abrazo. Posó un tierno beso en mi frente y me dedicó una pequeña sonrisa. De inmediato, tomó a Ji Yeon por los hombros y la arrastró hacia la puerta.

—Vamos a ir al café para buscar algunas municiones. Volveremos pronto, así que... Jimin —dijo esto dirigiendo su mirada al chico—. Por favor, cuida a Young Mi mientras estamos fuera.

Una vez que ambas salieron de la habitación, Jimin y yo nos quedamos solos. Estábamos en extremos opuestos de la habitación, observándonos fijamente sin pronunciar palabra. Poco a poco, fui detallándolo. Su rostro lucía mucho mejor que antes. Sin embargo, una serie de moretones y cicatrices cubrían parte de su ceja y su labio. Su nariz estaba vendada, y su cuello tenía algunas marcas de cuchillo. Todo su cuerpo estaba cubierto por gruesas capas de ropa, y su postura demostraba el dolor que sentía al estar parado.

—Deberías sentarte. Digo... Debe dolerte estar así —dije en un tono de voz bajo, siendo incapaz de mirarlo. Jimin se fue acercando lentamente hasta mi cama, tomando asiento en uno de los extremos, justo frente a mí. Un leve quejido brotó de sus labios al sentarse, pero intentó disimular su incomodidad. Volvimos a mirarnos.

Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora