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Las semanas pasaron, y Jimin y yo estábamos progresando mucho. Oficialmente, formalizamos nuestra relación y empezamos a salir más seguido. Tuvimos algunas citas y varias reuniones familiares. Al parecer, nuestras familias estaban congeniando muy bien, y Ha Na y mi madre conversaban casi a diario sobre comida orgánica y otras cosas. TJ estaba preparando sus cosas para volver a Inglaterra; en enero debía retomar sus estudios y continuar con su carrera. Los trámites del divorcio de mis padres marchaban a la perfección, y en pocos días ambos firmarían todo lo necesario para concretar su separación. No podía negar que era algo duro para mí, pero sabía que sería lo mejor a largo plazo. No había sabido nada nuevo de Sun Hee o de Jung Kook desde nuestra aventura con los rociadores, pero sabía que estaban bien. Por fin, todo parecía estar en orden.

Año Nuevo había llegado, y Jimin y yo habíamos decidido pasar el tiempo con nuestras familias. En casa, TJ, mamá y yo estábamos sentados en la sala viendo El expreso polar, por lo que aproveché para enviarles un mensaje a Sun Hee y a Jung Kook deseándoles un hermoso inicio de año. Justo cuando estaba escribiendo el mensaje para Jimin, el timbre sonó. Nadie se inmutó, por lo que decidí levantarme y abrir la puerta. 

Mis ojos se abrieron de par en par al ver a la persona que se encontraba al otro lado. Definitivamente, esto no era lo que estaba esperando.

—No vine a hablar contigo ni a desearte Feliz Año Nuevo, o lo que sea. Tan solo quiero que veas esto y que por nada del mundo le comentes a alguien sobre su contenido. —Me entregó un sobre amarillo y, sin decir nada más, se dirigió a su auto y se fue, dejándome consternada, confundida y extrañamente preocupada.

Cuando me dirigí nuevamente a la sala, mi madre me observó fijamente.

—¿Quién era, Young Mi? ¿Y qué es eso que traes en tus manos?

—Yo... No lo sé. Es solo que... —Tomé un respiro—. Era Mandy.


...


Jimin y yo terminamos platicando toda la madrugada. Hicimos una video llamada por Skype y estuvimos haciendo nuestra lista de metas por cumplir en el nuevo año. Era nuestro último año en la secundaria; en pocos meses nos graduaríamos y estaríamos asistiendo a la universidad. Había tanto en lo que pensar, pero Jimin y yo solo estábamos interesados en lo que haríamos durante las próximas semanas con nuestra relación.

—Así que... —me dijo Jimin a través de la pantalla.

—¡Anotado! Caminar tomados de la mano en la playa de noche. ¿Algo más? —Jimin hizo una mueca extraña, fingiendo que estaba pensando seriamente en lo que diría a continuación. Me miró fijamente y una sonrisa traviesa se formó en sus labios.

—¿Recuerdas cuando me regalaste ese CD que grabaste para mí? —me preguntó en voz baja. De inmediato, me sonrojé—. Me estaba preguntando si podríamos terminar lo que empezamos aquella tarde en mi habitación.

Mis ojos se abrieron como platos, y mis mejillas empezaron a arder. Pude escuchar la risa de Jimin a través de mis auriculares.

—¡No me vuelvas a hablar de eso, Jimin! Sabes que me da mucha vergüenza pensar en...

—¿Qué? —me interrumpió—. ¿Pensar en nosotros dos besándonos apasionadamente en la alfombra de mi cuarto? ¿Pensar en sentir mis manos a través de tu cuerpo? ¿Pensar en sentirme presionado contra ti, mientras nuestras caderas... —Cerré mi laptop de golpe. Mi cuerpo estaba ardiendo, y no precisamente por el calor en mi habitación.

Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora