Día 11.

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Día 11.

Querido amigo:

Lo que percibe la mirada no siempre está dentro de la realidad.

Ha pasado tanto desde mi última carta, tanto que apenas si puedo recordar la sensación que tenía en aquel momento. Me pregunto si te pasa igual.

Sé perfecto que digo muy poco, apenas si se percibe lo que intento decir, a estas alturas no me sorprendería que me hayas olvidado, o que dejaras de esperar noticias sobre mí.

También en mi última carta soy bastante extremista, ahora que ha llegado a mí la serenidad, y que tengo todos mis pensamientos en orden te puedo decir que me siento estorbosamente bien.

Pero no es un bienestar común, éste es de cierta forma más completo; he olvidado por completo como comunicarme contigo, me parece sumamente absurdo y sin lógica lo que digo. Sin embargo ésta vez no caeré en la desesperación, no me dejaré inquietar por un pequeño escalón que no puedo subir, normalmente te escribo cuando estoy al borde del abismo, cuando estoy dentro del agujero negro. Pero ésta vez es totalmente diferente, quizás por eso no encuentro sentido a mis palabras, espero que tú, por otro lado lo hagas, ya que escribo exclusivamente para ti.

Han pasado tantas cosas, infinidad de acontecimientos, tantos que no sé por dónde comenzar, si empezara por lo último, lo primero quedaría en el olvido y no es mi deseo dejarte sin noticias sobre todo.

Supongo que la mejor manera de contarte es hacerlo por el principio, aunque eso ya lo he hecho, si es que aún recuerdas o conservas mis cartas, si es así, recordarás que hace unos meses di inicio a lo que para mí es un diario personalizado, pues te cuento todo, pero no exactamente como autobiografía, más bien como memorias que me cuesta volver a revivir por medio de mi escritura.

No acostumbro mucho a hablar de mi padre, hace tanto que no hablo con él que apenas si recuerdo su presencia, más bien su ausencia es la única presencia que tengo de él.

¿Si te conté qué mi padre solía ser un hombre sumamente agresivo? No sé porque de repente el primer recuerdo que tengo de él es ese en el que golpea a mi madre. Una golpiza de tantas que hubo. Quisiera decir que lo extraño, pero a decir verdad y para ser un poco más honesta no siento ni nostalgia, ni desprecio por o hacía él. No siento nada.

Mi padre sufrió de abandono por parte de su padre, tal y como yo. La diferencia más notoria es la de la edad. Nada más, no existe ninguna otra.

A menudo me cuestiono sobre lo que pasa por la mente de los seres humanos al momento de convertirse en padres, esto también incluye a las mujeres que sin previo aviso se vuelven madres. No tengo información sobre el tema, todo lo que te diré a continuación son sólo especulaciones mías, conclusiones que yo misma, a lo largo de los años he formulado.

Por ejemplo, ¿Saben en realidad qué es ser un padre? ¿Saben cómo ser padres? Siempre se escudan en la frase de "nadie nace sabiendo" o "nadie nos enseñó a ser padres" incluso usan la de "cuando seas padre lo entenderás" ¿Pero en serio esperan que lo entendamos hasta ese momento? Si ellos realmente siendo "padres" no lo entienden. Tengo mi propia definición de lo que podría ser un buen padre, pero no quiero confundirte.

Bien, parece que de nuevo me desvío del tema.

Mis años en primaria no fueron lo que esperaba, aunque en realidad nada lo es.

La idea de continuar con mis cartas comienza a aterrarme, el hecho de que vallas conociendo mi pasado me asusta, sé que somos mejores amigos, y sé bien que jamás me juzgarías, pero, por más de que lo sepa, se me dificulta continuar.

No quiero que mis palabras te alejen de mí, no a estas alturas de mi vida, en las que eres lo único que me queda, no me mal entiendas, no te estoy usando de ancla, ni mucho menos de isla, pero no quiero dejar ir lo único que me ata a mi realidad. O en su defecto al mundo real.

A finales de mi último año en mi tercer cambio de primaria, me enteré de una noticia que me desgarró, aún tengo éstos recuerdos bastantes vagos y sobre todo nublados, me cuesta poder describir aquella sensación, lo que más recuerdo es la repulsión y la decepción que sentí.

Sé bien que en ese entonces no era más que sólo una pequeña niña, pero para ser realista, siempre he sido súper atenta a todo lo que me rodea, percibo todo, y me doy cuenta de las acciones de todos los que me rodean, eso en cierta forma me ha generado problemas, pues he descubierto cosas que habría deseado jamás descubrir.

No pondré que edad tenía, pero descubrí una infidelidad que marcó mi vida desde entonces, jamás pude con eso, a pesar de haberme engañado todos estos años, ahora que soy mucho más madura que en ese entonces me doy cuenta de que aún me persigue. Desearía que no fuese así, pero lamentablemente lo es, y ya no hay reversa.

Supongo que imaginas de quién es aquella infidelidad, muchos dirán que no es nada, o que es algo normal, pero valla, todos tenemos cosas que nos atormentan, y ésta es una de las mías. Aún estoy dudando en enviar ésta carta, porque sé perfecto que tendrás muchas dudas, y yo por otro lado tendré todas y cada una de las respuestas que esperarás saber. Todavía busco la manera más correcta de responder tus incontables preguntas, no es necesario que las escuche de tu boca para saber qué piensas o que te preguntas a ti mismo en esos momentos de soledad.

Por hoy es todo.

Hasta pronto...

Tú siempre amiga... La Srta. Elfen Goldsmith.

Cartas que nunca leerásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora