Día 13.

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Día 13.

Querido amigo:

Están quienes olvidan sin decir adiós, y quienes dicen adiós sin olvidar.

Ya pasaron cinco años desde que mi papá decidió marcharse de casa, en ese entonces yo era aún muy inmadura, recuerdo que lo vi subir a aquel auto, mi corazón estaba tan acelerado que podría jurar que en ese momento saltó de mi pecho y se fue con él, yo lo miraba alejarse y al tiempo que avanzaba mis sentimientos se iban con él, mis lágrimas eran más constantes, y mis pensamientos más confusos. Ese día fue uno de los más tristes de mi vida, pero al mismo tiempo de los más importantes.

Antes de llegar a ese punto quisiera hablarte de cuando estudiaba en secundaria, no sé por dónde comenzar, y aunque es más que obvio que por el principio, se me dificulta pensar si quiera en como fue el primer día. Me encuentro nuevamente frente al ordenador, mis manos están heladas, mis pensamientos distantes, y mi soledad están cada vez más inquieta por estar cerca mío como en aquel entonces.

Puedo oír los aullidos de los perros que no tienen hogar, me hace detenerme a pensar si ellos también se sentirán solos y por eso aúllan de esa manera tan dolorosa, me gusta salir a mitad de la noche a mirar el cielo, me gusta perderme entre las nubes, me gusta sentir el frío en mis pies, y viento en mi rostro.

Se me dificulta como no imaginas hablarte de ésta época, no fue el inicio de mi desastre, pero sí el detonante. En éstos tres años pasaron innumerables cosas.

El primer año fue bastante agotador, yo solía ser pequeña de estatura, de cuerpo sumamente delgado y sin forma, cabello largo, dientes feos, manos horrendas y sobre todo inseguras e incapaces de lastimar a alguien. Hablarte de mí es de las cosas más difíciles que he tenido que hacer, retroceder en el tiempo y verme en aquel entonces me hace dudar de si he mejorado como persona. No siempre fui la perra si corazón que ahora podría decirse que soy. Éste primer año conocí a una joven, Su nombre era poco común, su apariencia era como la de cualquier otra persona, pero su personalidad era diferente, su personalidad era atrayente, no pondré su nombre, ella y yo ya no nos frecuentamos más, a pesar de que ella lo haya intentado, no puedo ni siquiera ponerle un sobrenombre, fue una de las personas que más me han lastimado, no puedo engañar a mis sentimientos, no puedo fingir.

Amairani fue en ese entonces mi mejor amiga, fue la niña a la que más he amado, fue mi prioridad y sobre todo mi felicidad, siempre sentí que si ella estaba no necesitaba nada más, llegó a mi vida como llegan las tardes soleadas en un momento de lluvia. No quiero confundirte, a pesar de mis preferencias sexuales jamás sentí por ella nada más que no fuera amistad pura, amor verdadero y sincero. No sé porque siempre las personas se conflictúan por palabras tan hermosas como las que acabo de escribir, no sé por qué siempre mal interpretan todo. En fin, Amairani era de personalidad agresiva, de carácter explosivo y de corazón frío. Era una niña muy bonita, pero al igual que yo carecía de ciertos "atributos" sin embargo y dejando de lado eso, para mí era más que perfecta. Fue mi mejor amiga durante tres años, y cuando se marchó me dejó con un hueco enorme. No fui la misma.

Mi amiga fue una niña con problemas, con una soledad que era incontenible, y una inmensa tristeza que día a día la consumía un poco más. Yo siempre traté de aminorar esa carga, lamentablemente no pude, lo único que supe hacer fue compartir con ella su dolor. No fue la manera correcta, pero a los doce años ¿Quién va a saber de la vida? Su familia era disfuncional, su padre se había casado con una mujer que no era su madre, y había tenido tres hijos más con ésta otra mujer, aparte de ella, y su madre estaba viviendo con un sujeto que la golpeaba, y de él tenía dos hijos, más pequeños que mi amiga, nunca supe porque había pasado todo eso. No quise indagar más en su vida, siempre he pensado que cuando alguien quiera contarte algo simplemente lo hará, pero sino, es mejor no preguntar. Amairani solía ser una niña muy reservada, y solitaria, solía herir su cuerpo de formas que yo no entendía, mi vida también fue muy miserable en ese entonces, pero yo siempre pensé en los demás antes que en mí, entonces mis problemas familiares eran menos importantes, por lo tanto yo sólo me preocupaba por ella. Había días en los que mi amiga no quería ir a clases, no me gustaba dejarla sola, así que la llevaba a mi casa, y toda la mañana la pasábamos allí, yo le preparaba el desayuno y mirábamos programas todo el rato hasta que llegaba la hora de que se fuera a casa.

Un día la vi allí sentada, siempre miraba por la ventana, nunca supe porque lo hacía, creo que analizando las cosas, quizás no fui una buena amiga, ese mismo día la vi pasar una pequeña navaja por su piel, su brazo sangró y yo no supe decirle que se detuviera, a los doce años dí mi primer corte, ahora que lo medito, no fue porque mi vida fuera una mierda, sino porque no quería dejar que Amairani pasara por todo eso ella sola. Ahora sé que esa no es la forma de apoyar a un amigo, pero a los doce años y en esa época no sabía muchas cosas que ahora sé.

Mi amiga sufría de depresión y nunca lo supo, es triste, porque no importa cuántas personas existan en tu vida, siempre por alguna razón te sentirás solo.

En segundo año pasó algo, y Amairani y yo nos distanciamos un poco, nunca me ha gustado discriminar a las personas, ni tampoco ver a nadie "solo", pero jamás me percaté del hecho de que no importa cuantas personas estén a tu lado, quizás siempre te sientas en total soledad. Un mal día se me ocurrió hablarle a una chica, su nombre es Katia, ella tenía problemas con las demás, pues todas las otras pensaban que ella era una "cualquiera" pero ¿Cómo? sí sólo teníamos trece años.

Yo también tenía problemas con el resto del grupo, o más bien, el resto del grupo tenía problemas conmigo, y yo nunca supe porqué, ellos hacía comentarios por mi apariencia física, se burlaban de mí por mis manos, por mis dientes, antes de tener brackets, te imaginaras como lucían, mis manos siguen igual, sólo que ahora las oculto un poco, al igual que mis brazos, no me desarrollé como algunas niñas, muchas jóvenes en la actualidad se conflictúan mucho por su cuerpo. Me gustaría que entendieran que no es lo físico, es lo psíquico. Me gustaría enviarles un mensaje en el que diga que la verdadera belleza está en la mentalidad, personalidad, actitud, y corazón de uno mismo, pero bueno, lo dice alguien sin autoestima, así que dudo que lo escuchen. Lo he comprobado, mi belleza a pesar de no ser física, es mental y eso me ha ayudado mucho a aconsejar a algunas personas.

Padecí de mucho abuso tanto verbal como físico por parte de mis compañeros. Te preguntarás cómo lidie con eso, y para ser honesta, lo único que hacía era llorar. Odiarme y repetirme una y mil veces que soy un asco y que jamás nadie se fijaría en mí.

Si regresara en el tiempo y me encontrara con mi yo de ese entonces le diría que no importa lo que pase, no importa cuánto la lastimen, nunca deje de sonreír, aún e incluso si no tiene los dientes perfectos, ni la sonrisa más bonita, nunca sabe quién podría enamorarse de esa imperfecta pero valiosa sonrisa. Que el dolor está en la mente, y que es eso lo que más debe proteger, que está bien preocuparse por los demás, pero que no olvide ni por un segundo que ella también es importante, sobre todo le diría que se acerque a su madre, que aunque la vea distante e inalcanzable no deje de intentar acercarse a ella.

Creo que como jóvenes es más difícil desprendernos de todo aquello que nos brinda felicidad, no importa de qué tipo, pero al fin y al cabo, felicidad. Aunque para ser honesta, dudo que sepamos lo que es la verdadera felicidad, pero, al mismo tiempo me cuestiono sobre lo que es la felicidad para otros, digo, para mí felicidad puede ser escribirte, pero para otros eso podría ser de lo más aburrido, para mí felicidad es poder mirar las estrellas y que al mirarlas pueda pensar en ti, pero para otros felicidad podría ser mirar programas de televisión, y así sucesivamente.

Han pasado aproximadamente treinta días o un poco más desde que hablamos por última vez, lamento irme siempre sin avisar, seguramente te preguntarás porqué lo hago, lamento no darte una respuesta, pero es cierto lo que dicen, el que mucho se despide pocas ganas tiene de irse, y para ser honesta me cuesta trabajo dejar ir a las personas. Te he dejado con muchas dudas, eso debe ser imperdonable, pero déjame decirte una cosa, las respuestas a nuestras dudas siempre llegan en el momento preciso, a veces la respuesta no es la que esperas, en ocasiones te llega, pero también debes prestar atención para poder descifrarla.

No me olvides, no te lo había dicho antes, pero últimamente me aterra la idea de quedar en el olvido.

Creo que por hoy es todo, ya después tendremos tiempo de regresar al pasado y sonreír frente a él, sólo que ésta vez será con una sonrisa menos chueca y más firme.

Por hoy es todo.

Mientras tanto cuídate y se feliz.

Tu siempre amiga... La Sta. Elfen Goldsmith


Cartas que nunca leerásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora