Día 5.

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Día 5.

Querido amigo:

Hoy no ha sido un buen día, bueno, a decir verdad, el día apenas comienza, y ya es una completa mierda, ya sé, en estos últimos cinco días, no había siquiera mencionado un tipo de palabra así, sólo cuando te hablé de la relación madre e hija que tengo con esa mujer. No por usar ese término un tanto burdo, significa que no la aprecio o que no le tengo afecto o en su defecto, cariño. Porque a decir verdad es una de las personas a las que más amo en éste retorcido mundo, el mundo en el que ahora mismo me encuentro atorada, me gusta imaginar que no es el único, pero supongo que no sólo a mí, habrá cientos de chicos que lo hagan, tal vez, miles o millones, ¿Te imaginas? Sería una locura, pero al mismo tiempo sería perfecto, pues todos coincidimos en que éste mundo es porquería, y lo peor de todo es que es de la peor clase. ¿Habrá clases de porquería? Ya sé, ya sé, de nuevo me desvío del tema, creo que lo hago siempre, ya te había contado que cada vez que intento tener una conversación seria con alguien, algo pasa, y nunca hablamos de lo que se supone deberíamos hablar, y es como lo hago justo ahora contigo. Pero sé perfecto que no te incomoda, pues, por algo somos amigos, eres la única persona que sé que es capaz de entenderme, de soportar mis locuras o mis pensamientos descabellados, y es por eso que sigues leyendo mis cartas, aunque por ahora no tengas ni la menor idea de quién soy. Bien, son exactamente las tres con veintiséis minutos, bueno, la verdad es que ya es un poco más tarde, ya es de madrugada, y en nada amanecerá por completo, hoy es uno de esos días en lo que no podré conciliar el sueño, por mucho de que lo intente, lo sé porque siempre me pasa cuando algo me inquieta, pero, ¿A mí qué es lo que no me inquita?

No te he dicho cuál es el motivo de ésta carta, creo que me estoy dejando llevar un poco por la ansiedad, para serte sincera siempre que te escribo es porque tengo un sentimiento parecido a ese, y para no cometer una locura, como ya te había contado anteriormente, pues te escribo, eres al único a quién puedo contarle, eres ese alguien en quién se puede confiar, ese alguien por quién se da todo sin pensarlo dos veces.

Mi día de ayer, no fue tan malo, me desperté normal, a las siete en punto de la mañana, por alguna extraña razón me costaba tener los ojos despiertos, los sentía de una forma muy peculiar, no es como si no hubiesen estado así antes, sólo que ésta ocasión fue un tanto más pesado, los sentía sumamente irritados, como cuando ejerces fricción en una parte de tu cuerpo, pero al mismo tiempo arde, quema, duele, pero te gusta, seguro que te ha pasado, a menos de que tú no seas tan masoquista como yo, pero lo dudo, estoy casi segura de que lo eres, quizás no en la misma dimensión que yo, pero lo eres.

Tengo la sensación de que lo que escribo tiene un giro bastante grotesco, pero ya te había comentado que te escribiré siempre lo que sienta justo en el momento en el que lo sienta.

Tengo tantas preguntas sobre ti, claro, todas son sin respuesta, pero supongo que con el tiempo, se responderán solas, aunque prefiero no saber la respuesta a eso, porque seas como seas, serás sumamente ideal para mí.

Bueno, como te decía, después de despertar, fui a una red social, que, últimamente utilizo con más frecuencia, revisaba si no tenía algún mensaje en mi bandeja de entrada, y como lo suponía, aún no, era demasiado temprano, así que seguí tumbada en la cama, con la nuca sobre la almohada, estuve meditando un rato sobre unos sueños que tuve durante la noche, después volví a entrar y ya estaba el mensaje que esperaba, era un amigo, no te había contado de él porque hace poco que lo conozco, entonces, no quisiera apresurarme a especulaciones, ya sabes, no soy muy confiada sobre las cosas que poseo, porque siempre las pierdo, entonces por ahora se quedará como Mr. G, suena como de película de algún siglo raro, pero recuerda, seudónimos, o sobrenombres, por ahora será así.

Cartas que nunca leerásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora