¿Qué será?

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Capítulo siete

El taxi paró en frente de uno de los mejores restaurantes de la ciudad, "El tintero".
Entré y un hombre, muy arreglado me pidió el bolso para guardarlo.
Le entregué el bolso y más adelante me paró otro, con un gran libro y una pluma dorada.

-Buenas tardes, señorita. ¿Me dice su nombre? -habló muy educado.

-Sí, soy Anne Vázquez. - contesté tímida.

-Muy bien, acompáñene. El señor Vázquez la está esperando. -comentó también muy cortésmente.

Pude ver a lo lejos a mi padre, esperándome con un vaso de vino ha servido encima de la mesa.

-¡Hola cariño! - me saludó.

-¡Hola papi, ¿lleva esperando mucho tiempo? - pregunté.

-Lo bueno se hace esperar, ¿sabías? -contestó así a mi pregunta, alzándome la carta del menú.

Sonreí y cogí la carta. -Creo que voy a comer esto. - dije señalando un cóctel de gambas que parecía tener muy muy buena pinta.

-De acuerdo, yo tomaré un solomillo a la pimienta. - Le comentó al camarero que estaba tomando nota. -Y de beber un vino blanco para mí, y para ella...

-Agua. - contesté cortandole la palabra a mi padre.

El camarero asintió con la cabeza y nos despidió con una sonrisa.

Mi padre empezó la misma conversación de siempre durante estos últimos meses.

-¿Ya sabes lo que vas a hacer en un futuro? -preguntó por millonésima vez.

-Papá, ya te lo he dicho, quiero ser profesora de niños con problemas. - dije de una forma muy cansada y enfadada.

-Pero hija, ya sabes como está el tema de educación últimamente. Y sabes que si trabajas para mí nunca tendrás problemas económicos de ningún tipo. -dijo.

La verdad esque mi padre quería que fuera una alta ejecutiva desde que nací. Pero yo no. Me agobian mucho el tema de números, dinero etc.
No soy esa clase de personas.

-Papá, no voy a discutir más sobre este asunto. Es mi futuro y yo quiero ayudar a estos niños, y es lo que voy a hacer. - dije en un tono medio alto.

-Bueno, si cambias de opinión...- dijo con alguna esperanza.

Llegó la comida y no hablamos durante los próximos cinco minutos.
Dejó de comer y alzó la mirada a mis ojos, mientras yo seguía comiendo.

-¿Qué pasa? -le pregunté.

-Quería hacerte una propuesta, que no podrás rechazar. -dijo ilusionado.

-Soy todo oídos. - le dije con los ojos como platos.

-Siempre has sido una chica muy independiente, respomsable, ordenada, inteligente y muy segura de ti misma. Y quería premiarte por ello. Si no recuerdo mal, el 24 del mes que viene, cumples tus 19 años. Y tenía un regalo para ti. -dijo sacándose algo del bolsillo de la americana.

Tenía los ojos más abiertos que nunca, ya no eran platos. Pasaron a ser ollas.
Vi como se sacó una pequeña caja y estiró las manos para que yo pudiera cogerlo.
-¿Será un anillo? ¿Unos pendientes, quizás? -pensé ilusionada.

¿El gran amor de mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora