Estado crítico.

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Capítulo treinta y ocho

No dormí nada aquella noche dándole vueltas a todo. Cristina, mi mejor amiga, estaba destrozada por culpa de un accidente de tráfico.
No era culpa mía, lo sé, pero eso no quería decir que no pudiera sentirme mal por aquellos meses que preferí estar con John. ¿A caso era una mala amiga?

Tenía tropecientas llamadas de John, por cierto, y miles de mensajes en WhatsApp.

Prefería no hablar con él, en estos momentos no tenía ganas de hablar con nadie. Así que ni siquiera abrí WhatsApp y me fuí. a dormir.

Sonó la alarma a las 8:30 am que había puesto para ir al hospital a primera hora de la mañana.
Cogí el autobús y fuí hasta el hospital.
Al entrar a la habitación, ví a Manuel recostado en el incómodo sillón de acompañante tapado con su chaqueta. Lo llamé con delicadeza.

-Manuel...-dije susurrando.

-Hola Anne. ¿Qué haces aquí tan temprano? -dijo con voz entre dormida enderezándose.

-He venido a ver a Cris. ¿Cómo ha pasado la noche? -pregunté acercándome a ella.

-Las enfermeras han estado vigilándola toda la noche. Le han puesto calmantes para el dolor, y ha dormido toda la noche. -dijo con voz un tanto aliviada.

-¿Y Priscila? -pregunté cuando me di cuenta de que no estaba.

-Se fue a casa anoche. Preferí que descansara, estaba muy nerviosa. Aunque ya debe de estar al caer. Dudo que haya dormido algo, la verdad. -comentó Miguel.

-Si quieres ir tu a casa, yo espero a Priscila. -le ofrezco.

-No importa, estoy bien. -dijo acariciándome el hombro. -Voy a la cafetería a por un café. ¿Quieres algo?

-No, gracias. Ya he desayunado en casa. -mentí.

Manuel no tardó ni cinco minutos en llegar.

-Priscila está de camino. Llegará en diez minutos. -me dijo entrando por la puerta de la habitación.

-Vale, genial. -dije quitando mi mano de la frente de Cris.

-¿Sabes? Cristina llevaba unos días muy rara...No hablaba con nosotros, se encerraba en su habitación y ahí estaba durante todo el día. A veces no quería ni cenar. ¿Sabes si le pasaba algo? -me dijo temiendo a una respuesta.

Aquellas palabras hicieron eco en mi mente, y en mi corazón.
Claro que sabía por qué estaba así. Y claro que sabía quien tenía la culpa.
No tuve que contestar a aquello, ya que mi móvil empezó a sonar.
Era John. Silencié el móvil; y continué mirando a mi amiga.

-Hola. -dijo Priscila entrando a la habitación. Se acercó a Cristina y le dejó un beso en la frente. Después me saludó a mi con un fuerte abrazo, y por último a su marido. ¿Cómo está?

-Ha pasado buena noche. Con los calmantes ha dormido toda la noche seguida. -comentó Manuel.

-¿Y el médico cuándo viene? -insistió.

-No lo sé, llegará en un rato. -contestó confuso.

Tenía razón. El médico llegó y por su forma de entrar...No traía buenas noticias.

-Buenos días. -dijo cortante mirando la ficha de Cristina. -Tenemos que hacerle una serie de pruebas para comprobar su estado. Le haremos un TAC, electrocardiograma...-dijo el médico antes de que Priscila interrumpiese sus palabras.

-¿Se pondrá bien doctor? -dijo con lágrimas en los ojos.

-No quiero mentirles...El estado de Cristina es crítico en estos momentos. -contestó.

Priscila rompió a llorar mientras iba soltando la mano de Cristina, que se la llevaban en la camilla para hacerle las pruebas.
Manuel consolaba a Priscila con lágrimas en los ojos y yo...Yo no podía creerlo.
El médico acarició el hombro de Priscila y se marchó a hacer au trabajo.

-No puede ser Miguel...-negaba con la cabeza. -Es nuestra niña.

-Va a salir de esta, es muy fuerte. Verás como no es nada. -intentaba consolarse a sí mismo a la vez.

Esperamos una hora y media, que nos pareció una eternidad.
El médico vovlió a entrar por la puerta y esta vez venía con mejor actitud.

-Las pruebas nos han confirmado que la operación de Cristina va por buen camino por ahora. Pero hay algo que nos preocupa y es el electrocardiograma. Algo no cuadra. Así que habrá que esperar un poco más. Mañana volveremos a repetir las pruebas para aclarar los resultados. Si no sale nada, todo irá perfecto. -comentó el médico.

-Gracias doctor. Muchas gracias. -dijo Priscila con una luz en la cara.

-No hay de qué. -dijo el médico esbozando una sonrisa y retirándose de la sala.

Minutos después llegó la cama con Cristina.

¿El gran amor de mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora