Primer día.

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Capítulo veintiocho

Después de casi tres horas de viaje, la azafata nos avisó que estábamos a unos minutos de aterrizar.

Nuestros asientos estaban situados por parejas uno delante de otro. John y yo estuvimos todo el viaje juntos escuchando canciones con mi móvil. Sonó All of me de John Legend unas tres veces. Nunca aquella canción había sonado tan preciosa. Sería nuestra canción.

El avión aterrizó y lo primero que hice fué inspirar aire y levantar los brazos.

-¡Francia allá vamos! -dije mirando al cielo y alzando loa brazos.

Un taxi de nueve plazas estaba esperando para llevarnos directos al hotel, situado en pleno centro, donde nos alojaríamos la próxima semana.

Había solo cinco habitaciones, por lo que iríamos divididos de dos en dos, menos Jorge, que dormirá solo. Los chicos habían decidido dejarle la habitación a él.

Nos dispersamos para entrar en las habitaciones a soltar las maletas y descansar un poco antes de salir por la noche a visitar la ciudad iluminada.

-Nos vemos aquí a las diez, chicos. -les dije a todos antes de que se metieran en sus habitaciones.

Entré a la habitación con John,y dejamos su maleta y mi bolso en la entrada de la sala.

Lo primero que hice fué asomarme a la terraza, que tenía una mesa de madera y unos puffs tapizados en cuero negro. Tenía unas vistas preciosas a la torre Eiffel.

-Me encanta esto. -dije tumbándome en la cama miando el techo.

-Y a mi me encanta verte así de felíz. -dijo tumbándose a mi lado. -Voy a pegarme una ducha, ¿vienes? -me propuso.

-Me ducho después de la siesta, ahora estoy muerta. -dije poniendo como excusa. Tenía una vergüenza inmensa de que John me viera desnuda.

-Está bien. No tardo mucho. Espérame para dormir, eh marmota. -dijo mientras se quitaba la camiseta de camino al baño. -Joder, tiene jacuzzi y todo. ¡Qué nivel! -y abrió el grifo de la ducha.

No pasaron ni cinco minutos, y John ya estaba con la toalla enroscada a la cintura y con otra secándose el pelo. Se acercó y se sentó en el borde de la cama.

-Te quiero. -dijo colocándose la toalla en el cuello y mirándome fijamente con una sonrisa.

-Y yo a ti. -respondí dándole un beso. -Gracias por todo esto que habéis preparado.

-Te lo mereces. -me dijo.

Sacó un calzoncillo Calvin Klein blanco de su maleta, se lo puso y se acostó a mi lado.
Pasé su brazo por debajo de mi cabeza, y me acurruqué en su pecho. Podría estar así todos los días.

Mientras John acariciaba mi pelo, me quedé dormida.

¿El gran amor de mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora