Último día.

75 5 3
                                    

Capítulo treinta y cuatro

A la mañana siguiente me despertó John, a las 14:47. Pero esta vez con el desayuno encima de la cama.

-Que buena pinta tiene todo. -dije senatándome en la cama haciéndome un moño en el pelo.

-Tanto como tú no creo. -dijo guiñándome un ojo.

Empezamos a desayunar y John se volvió a disculpar por lo que había pasado la noche anterior.

-No pasa nada, pero no lo vuelvas a hacer. No sabes el mal trago que pasé. -le dije seriamente.

-Lo sé. Por eso tengo una sorpresa que compensará todo.

-¿Qué sorpresa? -dije con intriga.

-Si te lo digo ya no es una sorpresa. -dijo sin darme una sola pista.

-Dime algo aunque sea...Por favor. -le rogué haciendo muecas con la cara.

-Está bien. Te diré sólo una cosa. No más. -dijo.

-Vale, venga. Suéltalo. -dije con los ojos bien abiertos.

-Te recojo esta noche a las diez en punto. Ponte guapa. -dijo levantándose de la cama.

-Pero, ¿te vas? -dije mientras veía cómo se guardaba el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón.

-Sí, tengo que preparar algunas cosas. Todo tiene que salir perfecto. -me dijo dándome un beso.

-¿Qué estará preparando este? ¿A dónde iremos? -pensé mientras probaba el desayuno que me había traido John. -¡MIERDA! ¿Qué me pongo? -murmuré mirando el bolso que había traido con ropa para irme de casa rural.

Me levanté, y fuí al baño. Me lavé la cara y los dientes antes de ducharme.

-Mierda. ¡La toalla! -dije saliendo de la ducha mojada con cuidado de no carme. Fui hasta el armario donde estaban las toallas limpias. -¿Esto qué es? -dije cogiendo una carta rosa que había encima de la toalla. Me enrrollé en la toalla y empecé a leer.

-Si estás leyendo esto es porque ya te estás arreglando para la sorpresa de esta noche. Sabía que se te olvidaría la toalla...Eres un desastre. Seguro que estás dándole vueltas a la cabeza pensando que ponerte. Así que...Tengo la primera sorpresa preparada. ¿Puedes mirar debajo de la cama? Creo que se me ha caído algo esta mañana. -paré de leer.

Miré debajo de la cama. Había una larga caja blanca. La puse encima de la cama y desaté el lazo rojo que rodeaba la caja. Era un hermoso vestido largo y rojo, tenía el escote de palabra de honor y la espalda al descubierto. ¡Era precioso!
Después de comprobar como me quedaría el vestido probándomelo por encima, seguí leyendo.

-Te gusta, ¿eh? Ya no tienes que pensar qué ponerte.
Eso no es todo. Mira la parte de abajo de la caja. -y paré de leer.

Había otra carta. Esta vez de color rojo.

-Eres una mujer de los pies a la cabeza. Bien. Ya tenemos el vestido pero...¿Y los pies?
Busca tus tacones de princesa por la habitación del hotel. Tendrás que poner en práctica algunas de las técnicas que ves en "Mentes Criminales". Adelante agente 007. Te dejo que busques.

Dejé la carta encima de la cama y empecé a buscar por todos lados. Miré en el baño, en el armario, en la mesa de la entrada...Y no los encontré.
Me senté en la cama y pensé dónde podría John guardar unos tacones. Miré mi bolso y dos segundos después ya estaba buscando allí. Pero no estaban. La maleta de John no estaba junto a mi bolso, lo que me sorprendió. No se la había llevado cuando salió esta mañana, así que tenía que estar por aquí.
Ya no buscaba los tacones. Ahora buscaba la maleta de John. Miré desde la cama todas las esquinas de la habitación. Miré hacia la ventana de la habitación mientras me acercaba. Detras de las cortinas parecía haber algo.
Allí estaba, la maleta de John. La abrí y dentro sólo había una caja de zapatos.
Abrí la caja de zapatos encima de la cama, junto al vestido. Eran unos tacones plateados de punta fina hermosos.

¿El gran amor de mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora