Visitas inesperadas.

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Capítulo diecinueve

Tengo que contarle todo lo que está pasando a alguien. No puedo seguir guardándome esto.
Quizás a Alex...Se que puedo confiar en él. Es mi mejor amigo. Sí. Voy a llamarlo.-me dije a mi misma mientras miraba mi móvil sin desbloquear.

-¿Alex?- hablé al escuchar que cogian el teléfono.

-Dime, preciosa.-contestó amable. Hacía dos años que me llamaba así.

-Tengo que hablar contigo, necesito un consejo. ¿Puedes pasarte por casa esta tarde? -pregunté preocupada.

-Em...Claro. 17:30 estoy allí. ¿Va todo bien?- dijo con un tono de preocupación.

-Sí, claro. Sólo que tengo que contarte unas cosas.- dije quitándole importancia.

-Vale, allí estaré. Hasta luego.-y colgó.

Nuestra pandilla siempre ha sido una piña. Pero Cristina, Alex y yo hemos sido inseparables desde siempre.
Estoy segura de que Alex nos quiere como hermanas. Así que no se si sería buena idea contárselo...Pero tengo que hacerlo.

Ordené un poco la casa para esperar a Alex.
Tocaron la puerta y fui a abrir.

-Qué raro. Son las 16:15. ¿Alex llegando antes de lo previsto? Se morirá de curiosidad. -murmuré. - ¿¡John!? ¿Qué haces aquí?-pregunté con voz rota y sorprendida mientras lo observaba. Guardaba algo tras de si. Pero no podía imaginar qué.

-He estado pensando qué hacer con esa mesita blanca que tienes al lado del sofá...Y solo se me ha ocurrido adornarla con esto. -dijo sacando un enorme y colorido ramo de flores.

-Joder, pero si son preciosas. ¿Es posible que este tío tenga mejor gusto que yo? -pensé. -Muchísimas gracias, John. No hacía falta.-dije.

-¿Me invitas a pasar? -preguntó mirando el salón desde la puerta.

-Em...Anne. Te recurdo que... ¡ESTÁS ESPERANDO A ALEX PARA CONTARLE LO PREOCUPADA QUE ESTÁS! -me recordé a mi misma.

-Sí, pasa. -dije confusa. -Siéntate. -continué.

-Paso más tiempo en tu casa que en la mía. Preocupante. -dijo con tono gracioso.

-Mucho. - me reí. -Es verdad. Pero me encanta ternerte en casa.-pensé. Pero no me atreví a decírselo.

-Anda que no te gusta que te visite. Y más si es sorpresa y con un ramo gigante de flores, pillina. -dijo mirándome con cara de seducción.

-Bueno... -dije haciendo una pausa. -La verdad esque me encanta. -confesé.

-Lo sé. A mi también me encanta pasar tiempo contigo. Me siento yo mismo. -me dijo mirándome a los ojos.

Yo intentaba no hacerlo mucho. Me perdía en aquellos ojos de color azul cielo...Tampoco podía mirarlo a la boca. Tenía la sonrisa más blanca y perfecta que había visto en toda mi vida.

Nos quedamos en silencio. No paraba de mirarme a los ojos, sonriéndo y sin gesticular palabra.

-Me estás poniendo nerviosa. -dije intentando que parara de seducirme con la mirada.

-¿No será que te tengo loca? -dijo seguro de aquellas palabras.

-Me vuelves loca. Demasiado. -me dije a mí misma. -Puede ser. -le dije.

-Eres mía, Anne. Te quiero para mí. Actúa con el corazón. Se que estás deseándolo pero tu mente no te deja.- dijo con la mirada sincera.

-Pero...¿Enserio? No me jodas. -pensé nerviosa.

-Tú quiéreme, que yo me encargo del resto.-dijo mirándome a los ojos.

¿El gran amor de mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora