Al otro lado de la puerta.

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Capítulo once

-Solo quedan dos cajas por entrar, creo. Voy a por ellas. -grita Jorge desde la entrada de casa.

-Vale, voy haciendo hueco. -grito yo.

Sólo quedamos Jorge y yo. Los demás han tenido que irse. Algunos tenían planes y otros estaban muertos después de un largo día de mudanza.

-¿Dónde te las dejo? En una de las cajas pone "Cocina" y en la otra "Baño". Así que te dejo cada una en su sitio, ¿vale? - dice Jorge con un tono simpático y cansado.

-Vale. Muchas gracias por todo, de verdad. Vete ya, que se que tienes una cita con Gabriela y todavía tienes que ducharte. -dije yo intentando ser comprensiva.

-¿No necesitas nada más? -preguntó.

-No no, ya me las apaño yo sola. Solo me queda arreglar cada cosa a mi gusto. -dije quitándole trabajo a todo lo que me quedaba por hacer aún.

-Bueno, cualquier cosa me mandas un WhatsApp y vengo. Ya sabes que me pilla cerca tu casa de la mía. -dijo amablemente.

-Claro, muchísimas gracias. -repetí acompañándolo hacia la puerta.

-No hay de qué. Para eso están los amigos. -dijo cerrando la puerta.

Apoyo mi peso sobre la puerta y pongo mi mente en las posibles cincuenta cajas que habían apiladas en el salón y entrada de mi casa.

¡La que me espera! -digo en voz alta.

Me siento en el sofá para organizar las ideas en mi cabeza. Pensando dónde pondré cada cosa y cómo empezar.

¿Qué hora será ya? Se me ha echado el tiempo encima. Menudo día. -pienso mientras busco el móvil sobre la mesa del comedor. - ¿Las 22:00? ¿Todavía? Pf.

Me quedaba tiempo para desempaquetar algunas de lss cajas, aunque sea las de ropa para poder ducharme antes de irme a dormir.

Miro el móvil fijamente y me acuerdo de John.

-No creo que sea buena idea llamarlo. No estaría bien hacerle esto a Cristina. Aunque pensándolo mejor, no tiene por qué pasar nada. -comento en voz alta.

Después de pensarlo durante quince minutos, me decido y cojo el móvil para llamarlo.
Busco en contactos su nombre y lo llamo.

¿Y si resulta que es tan tarde que no quiere venir? ¿O si ya ha hecho planes? -pienso mientras el teléfono da señal.

-¿Sí? -dicen al otro lado del teléfono.

-Hola, soy Anne. -digo avergonzada.

-¡Ah, eres mi plan de esta noche! -dice de manera graciosa. ¿Necesitas ayuda o me llamas para decirme que no se te ha caído nada en lo que va de noche?

-Un poco de las dos.- me río.

-¿Me das tu dirección o la tengo que adivinar? - pregunta gracioso.

-Calle Gran Vía, piso 25.

-Me visto y voy para allá. -dice colgando la llamada.

Empiezo a abrir cajas de ropa que tendría que haber abierto hace una hora. Buscando algo limpio y más arreglado. Sin ser formal, para que no parezca que me he vestido para él.
Me ducho lo más rápido posible intentando que no suene el timbre antes de no haber acabado.
Después de enjuagarme el gel de baño del cuerpo, me lavo la cabeza.
Me escurro el pelo y alcanzo la toalla que dejé encima del lavabo. Me envuelvo en ella y me acerco a mirarme en el espejo de cerca cuando....

-¡Ding dong!

-¡¡MIERDA!! No puede ser verdad.- grito descaradamente.

Me acerco a la puerta de la entrada y grito:

-John, espera un segundo.

-¿Tengo que esperar más después de esperar seis horas a que me llamaras de una vez? -dice furioso.

-Me tengo que vestir. Solo un segundo. -pido.

-Venga, Anne. Ábreme y te cambias mientras espero en el salón, no aquí con toda la calor.

Pero no aceptaba negociaciones de John. Ya estaba corriendo a por la ropa del baño que tenía pensado ponerme. Me visto rápidamente.
Al final nada de arreglanda. Pantalones cortos de fútbol que Alex me prestó el día que dormimos todos juntos en su casa y una camiseta básica negra.
Cojo el peine de una de las cajas del baño que Jorge había dejado al lado de la puerta y empiezo a peinarme de camino a la puerta.

-Bien. Que sea lo que Dios quiera. -pienso mientras abría la puerta.

¿El gran amor de mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora