Capítulo treinta
Nos despedimos de los chicos en recepción y dijimos que bajaríamos a las diez a desayunar todos en el buffet del hotel.
Llegamos tan cansados que nada más ponernos el pijama, caímos rendidos.-Despierta gordi... -dije susurrándole al oído a John. Le di un beso en la mejilla cuando ví que entre abrió un ojo.
-Buenos días, princesa. -me respondió agarrándome de la cintura, dejándome acostada encima de él.
-¿Cómo has dormido? -dije apoyando mi cabeza encima de su pecho.
-Fatal. No me has dejado dormir en toda la noche entre ronquidos y patadas. Te voy a pedir el divorcio. -dijo de manera muy seria.
-¡Que mentiroso! Yo no ronco, idiota. -dije pegándole en el brazo.
-Bueno, no te lo creas entonces. -estuvo dos segundos callado y empezó a reírse a carcajadas.
Me senté en la cama y lo miré con rabia. Intentaba no empezar a reírme, me agunté las ganas. Cogí la almohada y empecé a pegarle a John en la cabeza.
Dejó que le pegara tres veces, y a la cuarta me cogió de los brazos y sentó encima mía. Ahora era él quien ocupaba mi posición.-¿Te parece bien maltratar así a tu novio que tanto te quiere? -dijo serio.
Empecé a reírme y a pegar patadas al colchón intentando quitar a John de encima mía.
-Estás gordo, John...Pesas demasiado. -dije riéndome.
-¿Que estoy...? ¡¡Será posible!! -empezó a hacerme cosquillas sin parar.
En mitad de aquella pelea amorosa, sonó mi móvil. Era una llamada.
-Es mi madre. No hables. -dije con el móvil en la mano.
-Bonjour, hija. ¿Qué tal fué el primer día por Francia? -dijo mi madre muy animada.
-Genial, mamá. Ayer fuimos a ver la avenida y subimos a la torre Eiffel. París se ve realmente preciosa desde esas alturas. Después fuimos a cenar a un restaurante que había cerca de allí. La comida estaba deliciosa. Y la gente de aquí es una maravilla. -dije con ilusión.
-Me alegro muchísimo hija. Menos mal que se te da bien el francés. Sino estaríais muy perdidos por allí. -dijo.
-Sí, bueno...Alex y Andrea también entiendeb muy bien el idioma. Los demás sólo dicen "Oui, oui". -dije mirando a John y levantando una ceja.
-Que bien entonces. Me alegra que te haya gustado tanto el viaje. Disfrútalo, te lo mereces. ¿Qué planes tenéis para hoy?
-No lo sabemos todavía. Hemos quedado para desayunar en el buffet del hotel en un rato. -le dije.
-Bueno, te dejo que te arregles para irte. Mándale saludos a todos...Incluido John. -dijo con voz pícara.
-¿John? ¿Cómo sabe que John ha venido? ¿Y por qué resalta su nombre? ¿Qué sabría sobre John? -me pregunté. -Se los daré, mamá. -dije sin preguntar nada sobre él.
-Ah, cariño. Papá me ha dicho que te recuerde lo mucho que te quiere. No ha podido llamarte aún. Supongo que lo hará en cuanto tenga un hueco. -dijo antes de colgar.
-Vale, os quiero muchísimo. ¡Adiós! -y colgué. Dejé el telefono en la mesita y miré a John.
-¿Qué pasa? -dijo mirándome con la mirada fijada en mis ojos.
-No, nada...Esque mi madre me acaba de mandar saludos para tí. ¿Cómo sabe que tu estabas aquí? -pregunté confusa.
-Ni idea. A lo mejor tiene algo que ver que fuera a hablar con ella el día antes de darte la sorpresa. Para presentarme como tu novio, ya que tu no lo hacías. -dijo indiferente.
-¿¡QUE HAS HECHO QUÉ!? -pregunté gritando. Estás loco. -dije.
-No te lo niego. Loco por tí. -contestó.
-Pero...¿qué le dijiste? -dije intentando saber más sobre lo que había pasado.
-Le expliqué la sorpresa que teníamos preparada para tí. Y ella se ofreció a ayudar. Sin necesidad de contarle que éramos novios, tu madre me dijo "Cuídamela, vale oro". Le di la razón en aquello. Porque Anne, vales más que cualquier joya. -me dijo sincero.
Me avalancé para besarle.
Estuvimos hablando durante diez minutos, hasta que nos dimos cuenta de que teníamos que bajar a desayunar.Nos lavamos los dientes y fuimos a cambiarnos para bajar a desayunar.
John se puso una camiseta de manga corta básica blanca con unos vaqueros negros ceñidos. Y las nike roshe run negras.Yo me puse unos jeans con las rodillas rotas. Una camiseta negra ancha con la espalda al descubierto y las converse blancas.
Nos encontramos con los chicos donde siempre y fuimos hasta el restaurante.
-¿Qué tal la primera noche en París, tortolitos? -preguntó Pablo con cara pícara.
-Muy bien. -respondimos al unísono John y yo.
Todos reímos y seguimos desayunando. Yo había escogido un café con leche, un croissant relleno con jamón y queso y un zumo de naranja.
Estaba riquísimo.
-Chicos, ¿planes para hoy? -preguntó Alex.
-Podríamos ir a visitar el museo de Picasso. -dije proponiendo un plan.
-¡Genial! -dijo Jorge.
Jorge estaba preparándose para la carrera de bellas artes. Y siempre había querido visitar ese museo.-¿Os apetece a los demás? -dije mirando al resto.
Todos asintieron. Así que agarré el móvil y busqué en internet los horarios de visita.
-Está abierto hasta las 18:00. Podemos ir. Cogemos un taxi y en menos de media hora estamos allí. -dije bloqueando el móvil y llevándome un trozo de croissant a la boca.
Terminamos de desayunar y subí con Paula a la habitación. Se nos había olvidado el bolso.
-¿Qué tal con John? -dijo Paula una vez que estábamos solas.
-Me trata súper bien, tía...No es para nada como me imaginaba. -le contesté mirándola con cara de ternura.
-Hablé con él mientras te esperábamos en el aeropuerto. Dijo maravillas de ti. Tiene planes de futuro ya y todo. -dijo Paula riendo mientras abríamos la puerta de mi habitación.
Seguimos hablando sobre todo lo que John decía de mí. Me encanta cada día más.
Después de recoger su bolso y el mío. Bajamos.
Cogimos un taxi como el que nos había recogido del aeropuerto y llegamos al museo.
Pagamos la entrada y pasamos a ver el museo.
Era enorme, no nos dió tiempo a mirarlo entero.Aquella noche fuimos a tomar algo a un bar.
Pedimos unas cuantas cervezas y, regresamos al hotel a las 3:45 am.
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¿El gran amor de mi vida?
Romance¿Podrá Anne estar con John como lleva deseando tanto tiempo?¿O el sentimiento de culpabilidad por su mejor amiga Cristina se lo impedirá?