Capítulo 16: Castigo como en el infierno

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Al sentir la mordida de debilite emocionalmente y empecé a gritar, un sujeto que se encontraba detrás de mí vio mi pierna y sin pensarlo 2 veces, levanto mi brazo y con una pistola de bolsillo que tenía disparo a mí chamorro para impedir que la infección llegara a mi corazón. Yo solo gritaba de dolor cuando él dijo:

-Quédate aquí, no te muevas.

Él fue y hablo con el hombre de traje, luego fue y abrió la camioneta. Al rato vino con una botella con un líquido algo espeso y lleno una jeringa con ese mismo líquido, al rato me lo puso debajo de la muñeca, dijo que eso era para neutralizar la infección pero no sé fue sin que le pregunte qué era lo que me puso.

-Te lo diré, pero solo porque eres valiente. Yo escuche esa frase sarcástica y para asegurar eso una risa salió de su boca y entre el ruido que causaban las balas me dijo:

-Es veneno de serpiente, no se dé cual serpiente específicamente pero sé que es veneno de una.

-¿Enserio? ¡Está loco! Le grité.

-Cálmate, el veneno solo va a neutralizar la infección, no podrá hacerte daño pero después no creo que puedas utilizar ese brazo. Me respondió.

Me debilité emocionalmente, en un momento de pensar tuve una idea la cual no se me ocurrió antes por la situación en la que estaba. Mire a la camioneta y el sujeto que me puso veneno en el brazo se había olvidado de cerrar la puerta, debía actuar rápido y poner en marcha mi plan ya que los zombis, por raro que parezca, todavía no nos habían alcanzado pero estaban a punto de hacerlo.

Corrí directo hacía la camioneta pero al llegar me di cuenta de que me olvidé de pedir la llave pero no había tiempo para ir a buscarlas.

-¡Tíreme la llave, no hay tiempo!

Mis gritos de nada sirvieron, las balas y la lluvia hicieron imposible que me escucharan. Sin otra opción tuve que bajarme a buscar las llaves y justo al bajarme de la camioneta, la lluvia pasó a ser una tormenta con vientos fuertes y una lluvia que parecía no terminar. Por suerte, el hombre de traje, cuyo nombre nunca lo supe, intentaba esconderse en su camioneta y lo vi justo a tiempo para pedirle la llave, él se negó pero se la quite a la fuerza. Mi plan era girar la camioneta y poder limpiar el lugar con su fusil pero sería muy difícil hacerlo ya que la lluvia había hecho que el camino fuera como arena movediza, podía salir a correr pero solo sería para empeorar las cosas.

En fin, intente e intente girar la camioneta pero era totalmente inútil y las municiones se nos acababan casi no teníamos recursos a cuales acudir, estábamos perdiendo la batalla y ya había más de uno entre nosotros que utilizo la vía del suicidio como último recurso. En fin, estábamos totalmente jodidos, yo ya pensaba en suicidarme pero no lo hice porque en el momento en que intente tirarme una bala en el cerebro con el arma que tenía en mano un zombi se me tiro enzima, solo actué como debí pero no pude tirarle un tiro porque mi arma se había escapado de mis manos, cuando el maldito zombi se tiro encima mío, lo que hice fue doblarle el cuello, levantarme y agarrar mi desgraciada arma que ya era inservible frente a la situación. Digamos que unos mil zombis estaban encima nuestro solo éramos 3 humanos sin protección frente como mil zombis hambrientos y ya no podíamos usar la camioneta como escondite ya que a su lado estaban presentes 6 zombis. Estábamos los 3 juntos, temblando del miedo, tragando saliva a cada segundo, caminando lentamente hacia atrás mientras los zombis se acercaban chocándose, resbalándose y levantándose. Yo me preguntaba ¿Cómo puñetas sigo vivo? Pues la respuesta a todas mis dudas es un maldito y despreciable castigo.

Memorias De Un Sobreviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora