Capítulo 12: Con el cuchillo en las manos

2 0 0
                                    

La vida se me había jodido por completo, estaba en una maldita granja donde se encontraban como mil zombis y no hablo solo de "humanos" también había un perro infectado entre ellos.

Sabía que en esa granja no había posibilidades de sobrevivir, la única opción era salir de ella y había una motocicleta, y botellas de gasolina en la supuesta cabaña derrumbada así que Laura y yo fuimos sacar la motocicleta y las botellas enterradas debajo de las tablas pero sería muy difícil ya que la cabaña derrumbada se encontraba del otro lado de la granja y para llegar a ella debíamos eliminar algunos zombis.

Tenía miedo, esta vez no era como las veces anteriores me había puesto frágil, creo que era porque no tenía a nadie a quien defender y consolar porque con eso me sentía fuerte, Laura era inclusive más ruda que yo y eso me incomodaba mucho. Corrí con toda mi velocidad con la escopeta que Laura me dio en la mano mirando como mis simples dedos al tirar de ese gatillo causaban un acto de total carnicería, un sentimiento totalmente único.

Laura me seguía por atrás, venia cuidándome las espaldas o mejor dicho venía detrás mío para estar segura pero al menos llegamos bien pero sin recordar al perro infectado. Empezamos a sacar las tablas, las pesadas tablas, fue muy agotador además no sabíamos en que parte se encontraban las botellas o la motocicleta y corríamos el riesgo de desgarrarnos sin sentido porque esas tablas además de ser grandes son muy pesadas.

Luego de 30 minutos habíamos encontrado la motocicleta y 3 botellas llenas de gasolina y cada vez mas zombis venían en contra nuestra pero lo que no sabíamos era que el maldito perro nos tenía en su menú. Al parar la motocicleta destape una botella con gasolina para cargar la moto mientras que Laura, con la escopeta se encargaba de darme tiempo disparando a los zombis que se iban acercando cada vez más rápido, pero al descargar solo milímetros de naftaleno el perro infectado me salto por la espalda intentando morderme la cabeza, por suerte Laura volteo a tiempo para incrustarle una bala en medio de su frente. Me quede mirando al perro por unos segundos y nuevamente intente cargar la motocicleta, yo pensaba que el perro ya era historia pero cuando menos lo esperaba el perro nuevamente se levanto y esta vez pudo meter sus garras en mi pierna izquierda dejándome la carne suelta, podía ver la carne de mi pierna que era como gelatina. Nuevamente el perro salto y cayó encima de mí pero Laura le tiro otra bala, esta era en el pecho y solo por precaución prendió fuego al perro. Después Laura lleno la motocicleta de gasolina e incluso me subió en ella. Luego partimos rumbo a cualquier lugar.

Por fin había podido escapar de esa granja aunque no fue como quería hacerlo. Ahora solo faltaba encontrar otro lugar donde poder sobrevivir y donde halla medicinas o algo para mi pierna. Laura tenía en mente ir a un colegio que quedaba a 200 km de donde estábamos, no nos alcanzaría el combustible para llegar allí pero al menos ahí debía haber una enfermería o un botiquín con remedios, vendas y todo eso.

La gasolina nos duro al menos 250 km luego las circunstancias nos obligaron a caminar, cada paso era una total agonía para mí y Laura ni si quiera se ofreció a ayudarme. No pudimos llegar al colegio, mi pierna parecía kilos de carne molida y el dolor era inmenso. Paramos en una estación de servicio donde había un botiquín especial para accidentes graves, saque una botella de alcohol y me tire su contenido por toda la herida para "desinfectarla" (lo cual no es eficiente ya que el alcohol no desinfecta, solo deshidrata las bacterias, pero bueno, esto no es clase de química), luego me vende la pierna y todas mis otras heridas de menor importancia, nos pusimos mascaras anti-gas, guantes y tapones para los oídos que encontramos, todo por la infección que se esparcía en el aire. En ese momento estábamos mucho más seguros que antes y mas las armas nos sentíamos inmunes a los zombis aunque todavía no podía mover mi pierna, necesitaba urgentemente atención medica porque ni si quiera sabía si me haría bien la gran cantidad de alcohol que me tire en la herida de mi pierna.

Nos fuimos de esa estación sin más que necesitar de ella, Laura estaba muy seria y pensativa, era increíble el tiempo que pasamos sin decirnos una sola palabra y ya pensaba en matarla o separarme de ella pero no hacia ninguna de esas 2 cosas porque necesitaba a alguien en ese momento pero ya tenía un cuchillo listo para hacer ese trabajo...

Habíamos llegado a un baldío y ella se separo de mí como si nada y se fue caminando rápidamente hacia una cueva que se encontraba en el pie de una colina.

-¿A dónde va? Le pregunte a Laura. Como no contestaba entonces le grité.

Ella no respondía simplemente entro a la cueva desierta y paso a paso yo me acercaba a ella apretando el cuchillo que anteriormente nombre. Llegue a la cueva 5 minutos después y vi que solo tenía 3 metros de distancia entre la entrada y el final, y Laura había hecho una fogata con palos secos, yo simplemente la evité, no quería hablar con ella ni ella conmigo. El silencio era muy incómodo y quería terminar con ella de una vez por todas.

Al llegar la noche la fogata de Laura alcanzaba casi un metro y medio de altura. Los 2 estábamos muy cansados y deseábamos dormir pero yo esperaba que ella se duerma primero.

-Buenas noches. Le dije amablemente.

-¡Púdrete! Me respondió.

No había razón para contestarme así pero ya estaba harto, no aguantaba un segundo más con ella, ya tenía el cuchillo listo para usarlo y solo debía esperar a que se duerma para hacerlo, pero nunca se dormía creo que sospechaba de mi.

Luego de esperar 2 horas más perdí la paciencia y mientras que ella miraba para otro lado levante mi mano derecha sosteniendo el cuchillo en forma vertical con la punta hacia abajo, medí la distancia entre su nuca y el cuchillo y mientras parpadeaba una y otra vez, sin perder más tiempo hice lo que tenía que hacer.

Memorias De Un Sobreviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora