Capítulo 19

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Me dejé caer en el solitario sofá de la sala de descanso del internado.

Era espaciosa con un gran televisor en el centro y varios sofás esparcidos por el lugar. Crucé mis piernas al estilo indio y abrí la página donde me había quedado de mi libro.

- ¡Blair! Hola. -Saludó una chillona voz que ya conocía.

Suspiré y levanté la mirada de mi libro apenas. -Me mentiste.

- ¿Qué? -Dijo Jade, dejándose caer a mi lado en el sofá.

Cerré el libro y la encaré. -Hiciste que comprara un vestido corto cuando estabas más que consciente que no se podía.

- Yo no, no es cierto. Yo no sabía. Pensé que el vestido te había gustado y eso era lo importante.

- Más mentiras. Claro que lo sabías.

Se cruzó de brazos y frunció el ceño. -Es lo que gano por intentar ser buena con alguien como tú. -Me miró con cierta repulsión.

- ¿Estabas sólo fingiendo? -Apreté con fuerza mi libro.

- Ay no, querida.

- Vete a la mierda.

- Te conviene estar de mi lado, Blair.

Me levanté rápido y caminé decidida hasta mi habitación.

Había pasado tiempo desde que mi genio hubiera salido a la luz. De algún modo u otro iba a terminar explotando.

Mi móvil interrumpió mi creciente ira y contesté con molestia.

- ¿Si?

- Alguien no anda de humor.

- Chase, hola. Yo, ugh, sólo me topé con una rubia por ahí.

- ¿Hubo arañazos, golpes o algún tipo de violencia?

Quise reír pero no pude. Aún seguía fastidiada. -Serás imbécil.

- Yo también te amo, nena. -Dijo con una risotada. -Eres tan aburrida. Debiste haberle estampado un buen golpe.

- Si, debí. -Solté un bufido.

- No te dejes encabronar por una oxigenada. Pensé que tu mal genio estaba controlado.

- Lo he tenido oculto mucho tiempo pero con tantos oxigenados, en algún momento debía salir. -Le oí reír y yo sonreí. -Gracias, Chase.

- Cuando gustes, nena.

- ¿Qué te ha dicho? -Oí por lo lejos la voz de Lucas. - ¿No? Serás imbécil. Dame acá.

Solté una risotada porque justo eso le había dicho segundos atrás. -Hola Luke.

- ¿Qué hay B?

- No mucho, aquí contando hasta el mil pero perdí la cuenta después del mil cien.

Le oí reír. - ¿Aún con tus arranques?

- ¿Qué puedo decir?

- Yo sé que te hace falta.

- No digas que un polvo. -Pedí.

- Eso también pero no. ¡Fiestar!

- Bien sabes que encerrada aquí es imposible.

- Escuchame primero. Nos quedaremos otra noche en Seattle porque nos enteramos de una gran fiesta con Calvin Harris y sé lo mucho--.

- ¿¡CALVIN PAPI HARRIS!? -Chillé, interrumpiendole.

- ¡Joder tía! Que me dejas sin tímpano. -Me lo imaginé con una mueca en su rostro.

- Sabes que ese hombre es el futuro padre de mis hijos.

Lo contrario a una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora