Capítulo 8

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Jamás había pasado un sábado tan aburrido como este.

Lo único que agradecía de que fuese fin de semana era el hecho de no tener que asistir a esas nauseabundas clases que aquí imponían.

Las chicas habían insistido en acompañarlas a su rutinaria clase de yoga, diciendo que me relajaría y para no pasar el rato sola en mi habitación pero volví a rechazarlas. El yoga no era realmente algo que me gustase hacer, aunque tuviera que escoger entre eso y estar recostada en la cama mirando al techo de nuestra habitación.

Intenté mensajearle a los chicos pero tal parece que la fiesta de Vanessa había estado increíble. Eran las 1:49 pm y ellos aun no despertaban. Gruñí a la vez que me levantaba de la cama y me calzaba un par de zapatillas.

Saldría a darle un vistazo a los alrededores del campus.

Era increíble lo tranquilo y solitario que estaba todos los alrededores.

- ¿Qué haces aquí? -Habló una masculina voz. Levanté la mirada para ver de quien se trataba.

- Hola, yo estoy muy bien. Gracias por preguntar. -Respondí y sonreí con sarcasmo. Matthew blanqueó los ojos.

- Hola, Blair. -Esbozó una sonrisa burlona. -Digo, es sábado. La mayoría sale.

- No tengo nada mejor que hacer. ¿Tú vas a salir? -Señalé lo que parecían ser un par de llaves entre sus manos.

Asintió. -Mis padres me han enviado a hacer algo en la ciudad.

- Bien. Luego te veo. -Ondeé mi mano y le pasé por un lado, quedando a espaldas.

Di unos cuantos pasos antes de escucharle llamándome. - ¿Gustas acompañarme? -Ofreció.

Mordí el interior de mi mejilla y asentí levemente. - ¿Por qué no? -Le vi sonreír.

Le seguí hasta donde estaba aparcado un lindo deportivo color plata. Desactivó la alarma y abrió la cajuela para meter la pequeña caja que traía desde que lo había visto. Abrió la puerta del copiloto para mí y eso gestos para que entrara. Susurré un gracias y Matthew rodeó el auto antes de encenderlo.

- ¿Qué clase de música es esa? -Reí en cuanto encendió el radio del su auto y comenzó a sonar una suave música de fondo. Al parecer sólo instrumental con dominantes sonidos de violines.

- Música clásica, por supuesto. -Respondí, frunciendo el ceño.

Eso sólo me hizo reír con más ganas. - ¿Qué adolescente escucha música clásica?

- ¿Qué tiene de malo?

- Por Dios, Matthew. -Saqué el disco del radio y busqué alguna emisora.

- Oye, oye. ¿Qué crees que haces?

- Te enseño lo que es música de verdad. -Rodé los ojos y seguí buscando por alguna buena canción.

Break the rules de Charli XCX. Perfecto, pensé con una sonrisa formándose en mi rostro a la vez que subía el volumen.

- Vas a reventar mis tímpanos. ¿Qué clase de música es esa? -Preguntó Matthew con una mueca. Reí un poco, sin hacerle caso alguno.

Inconscientemente, comencé a tararear el coro. -I don't wanna go to school, I just wanna break the rules. Boys and girls across the world putting on our dancing shoes, going to the discotheque, getting high and getting wrecked. I don't wanna go to school, I just wanna break the rules.

- ¿Por qué siento que esa canción te representa? -Preguntó con una burlona sonrisa.

Me encogí de hombros, devolviéndole la sonrisa. -Porque lo hace. -Moví mi cabeza de adelante hacia atrás, al son de la voz de Charli.

- Y dices que la música que yo escucho es porquería. -Rió un poco.

- Agradece que al menos no fue alguna de Iggy o Derulo.

- ¿Es peor que esto?

- Oh, no tienes una idea. -Dije mientras Matthew estacionaba el auto frente a un gran edificio.

- Iré a entregar la caja y luego iremos a por unos encargos para el comedor. -Abrió la puerta y salió del auto después de haber asentido a lo que había dicho.

Justo después de haber terminado Break the rules, empezó a sonar Chandelier de Sia. Pasaron un par de minutos antes de que Matthew volviera al auto. Lo encendió nuevamente y partimos a la segunda parada, el supermercado, donde un par de muchachos colocaron un par de cajas con lo que parecían frutas y verduras en la cajuela.

- ¿Por qué siento que todas las canciones que escuchas son de ese tipo? -Preguntó en cuanto comencé a tararear We can't stop de Miley Cyrus. Reí.

- No es mi culpa saberme todas las canciones que están en la estación. -Me encogí de hombros y seguí cantando en voz baja. Y Matthew negó con la cabeza, divertido. - ¡Oh mi Dios! ¡El seven-eleven! -Miré por la calle el gran letrero con el nombre del club.

- ¿El qué? -Preguntó Matthew.

- ¿No sabes que es el seven-eleven? -Negó con la cabeza. - ¿En qué mundo vives? Es el mejor club de todo Seattle, según muchas personas.

- ¿Club? Como, ¿club nocturno? -Asentí. - ¿Qué es lo que se hace, exactamente, en esos clubes?

- Dios, Matthew. ¿Cómo has vivido toda tu vida sin saber de un club nocturno?

- ¿Qué tienen de especiales?

- ¡Todo! La música a todo volumen, tragos por doquier, luces de neón, gente bailando en todos lados. Es lo mejor. -Sonreí al recordar mi última vez en uno de esos clubes hacia un par de semanas atrás con los chicos.

Vi como Matthew hacia una mueca. -No suena tan increíble.

- No lo sabrás hasta que lo intentes.

- Nunca. No soy de los que gustan lugares como esos.

- Ya veremos. -Susurré con una sonrisita.

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Danielle en multimedia♥

Lo contrario a una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora