Abracé la cobija contra mi cuerpo en un intento de llamar el sueño hacia mi organismo y estaba funcionando. De a poco estaba cayendo en la inconsciencia cómodamente en la cama hasta que oí unos golpeteos en la puerta.
Abrí mis ojos con fastidio, siempre me pasaba cuando estaba durmiendo que me ponía de mal humor si me interrumpían el sueño. Pegué un saltito en cuanto uno de mis pies tocó el frío suelo y busqué entre la escasa luz algo que calzarme.
Pegué la oreja a la puerta porque no abriría así nada más. -Blair, soy yo.
¿yo?
Abrí sólo un poco para poder medio observar, no podría ser algo tan malo. - ¿Matthew?
- Hola. -Sonrió con un tambaleo. Llevaba unos jeans por debajo de su cadera y su típica camisa de vestir tenía los primeros cuatro botones desabrochados. Parecía que no podía mantener los ojos abiertos mucho tiempo y fruncí el ceño.
- ¿Qué crees que haces? Es pasada media noche. -Medio grité/susurré. Mis compañeras de dormitorio estaban dormidas y así como no me gustaba que me despertaran, tampoco se los haría. Además de no saber explicar que hacia Matt aquí.
- Necesitaba hablar contigo. -Su voz sonaba inestable y apenas arrastrada.
- ¿Estás ebrio?
- No. Bueno, quizá un poco.
- ¿Qué? ¿Por qué? -Mis ojos se abrieron más de lo normal.
- Deja de hacer tantas preguntas, Ross.
- Quizá si respondieras alguna. -Me privé de rodar los ojos y busqué entre mis cosas un abrigo lo más rápido posible. -Vamos a llevarte a tu habitación.
Me apoyé a uno de sus costados después de cerrar la puerta con sumo cuidado. Trabajosamente llegamos hasta el edificio donde quedaban las habitaciones de los hombres. Me jaló de la muñeca y me miró. - ¿A dónde vas?
- Debo irme, no quiero tener problemas.
- ¿Y de repente te importa?
Ouch. Este Matthew estaba siendo bastante sincero. -Entra a tu cuarto para que pueda irme. -Blanquee los ojos.
- No te vayas. -Pidió y mi corazón se aceleró. Nuestros ojos se conectaron por un momento y vi súplica en ellos, mordiendo mi labio inferior, asentí. Una sonrisa floja se hizo espacio en sus labios y se puso a buscar sus llaves torpemente. Solté un bufido y alcancé las llaves por él, no queriendo estar un segundo más fuera. Mis dientes castañeaban y no pensaba que fuese a causa del frío.
Introduje las llaves y abrí la puerta, dejándole pasar primero y yo después. Comenzó a desabrocharse los pocos botones que aún estaban hechos de su camiseta y se quitó el pantalón. Volteé la mirada lejos de su ahora desnudo cuerpo con tan sólo su ropa interior, sintiendo mi cara enrojecer.
Sentí la cama crujir y volteé para asegurarme que se había acostado y no caído. Palmeó uno de los costados de la sábana reiteradas veces, lo que entendí como que debía acercarme a su lado.
Abrió sus ojos cuando de mala gana me senté a su lado cruzando las piernas al estilo mariposa. - ¿Vas a hablar o no? -Estaba comenzando a irritarme y a la vez lasansias irradiar de mí sin saber muy bien por qué.
- ¿Qué quieres saber? -Habló calmadamente.
- Eh, no lo sé, quizá, ¿por qué has bebido?
- Tuve una pelea con mis padres quienes no superan que haya terminado con Jade y no me sentía, siento, bien.
- mmm, ¿y yo qué pinto en todo esto?
- ¿No lo entiendes? -Negué. -Eres más ciega que un gato bebé.
- ¿Los gatos bebés son--.
Me interrumpió. - ¡Qué importa! -Tomó una fuerte respiración para serenarse y estaba confundiéndome cada vez un poco más. -Has colocado mi vida perfectamente planeada de cabeza, lo sabes, ¿no? -Ladeé la cabeza a un lado, confundida. - ¿Crees que el viejo Matthew se emborracharia como solución a sus problemas? Esto no es propio de mí, yo jamás, y escuchame, jamás desobedecería a mis padres, pero he aquí. No había conocido a una chica tan ecuánime a lo que la gente pudiese pensar de sí misma, tan hacer lo que le plazca sólo porque sí, tan hermosa en toda la extensión de la palabra. -Mordió su labio inferior y me miró, para ese momento había dejado de respirar. -Me gustas irremediablemente, Blair Ross.
Mi boca repentinamente se sentía seca y mi lengua entumecida. No tenía palabras para responder a eso y mi corazón se había hinchado de sobremanera en mi pecho. Sentía pequeñas corrientes recorrer toda la extensión de mi cuerpo y no era malo de cualquier forma.
- Es la segunda vez que te me declaras ebrio. -Mordí el interior de mi mejilla. -Pero quisiera que estuvieras en todos tu sentidos.
- El que esté ebrio o sobrio no cambiará mis sentimientos, Blair. -Una sonrisa triste se hizo espacio en mis labios y su rostro decayó. -No te gusto, es eso, ¿cierto?
Negué. -En serio me gustas, es por eso que quiero que se sienta más real, no que tengas miedo de tus sentimientos y busques coraje en el alcohol.
- ¿Eso quiere decir que aceptarías una cita conmigo?
- Mañana, que se te haya pasado la borrachera, podrás ir y preguntarme. -Hizo un puchero y reprimí una carcajada. -Y voy a quedarme porque fue lo que dije que haría.
Además estaba que moría de sueño, cargar con un borracho era agotador y sumado a eso, era pasada mi hora de dormir. Me acosté dándole la espalda y me acobijé, sonriendo contra su olor impregnado en la sábana y almohada.
- ¿Al menos puedo acurrucarme contigo? -Su voz sonaba ronca y arrastrada con sueño. Sentía que mi pecho iba a estallar de emoción, alegría o qué sé yo, ni siquiera puedo ponerlo en palabras.
Me volteé y me abracé a él, sintiendo como apoyaba su barbilla en mi cabeza, después de haber dejado un largo beso en ella y pasó una de sus piernas sobre las mías, pegándome aún más él. Inhalé en el hueco entre su cuello y hombro, sintiéndolo temblar justo después, supongo que era cosquilludo, sonreí y con el calor que emanaba de su cuerpo, caí en la momentánea inconsciencia.
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Lo contrario a una dama
RomancePensareis que sería bastante ilógico que la hija de una famosa modelo no sea femenina, ¿no? Mucho menos teniendo como padre a uno de los más importantes empresarios de Seattle, sea desaliñada. Pero debéis pensarlo dos veces porque Blair es diferente...