Capítulo 24

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En cuanto sentí que el sueño de a poco me abandonaba por la mañana, pude escuchar unos bajos ronquidos, además de estar asfixiada con el peso de la pierna de alguien, haciéndome recordar los acontecimientos de anoche.

Mis mejillas se calentaron y de a poco abrí mis ojos, levantando la mirada hacia el guapo chico que dormía plácidamente a poca distancia de mí. Pestañee unas cuantas veces para acostumbrarme a la escasa claridad del cuarto y detallé a Matthew.

Sus facciones estaban relajadas mientras su pecho subía y bajaba con lentitud. La mirada se me quedó en sus labios por un momento, los tenía semi abiertos y mordí los míos. Traté de zafarme del agarre entre sus piernas y se quejó entre sueños. Coloqué una almohada para simular ser yo y busqué en la repisa de su baño algún analgésico para cuando despertara en un rato para las clases. Yo iba tarde y debía llegar arreglandome, no que fuese mucho, pero al menos bañarme y colocarme el uniforme para al menos fingir que llegué al final del desayuno.

Su alarma comenzó a sonar y entré en pánico, no estaba lista para que me viera y tener que explicar que hacia aquí, por algo quería que lo recordara por sí mismo y en serio esperaba que lo hiciera. Los nervios sacando lo peor de mí y corrí fuera de la habitación rápidamente.

Llegué a mi habitación agitada y entré directo a la ducha con una sonrisa en mi rostro que pensaba sería difícil de quitar. Me vestí apresurada para tener algo más de tiempo para arreglar mi cabello y ponerme algo de maquillaje, pero primero debía escribirle a Amber.

"ADIVINA QUÉ EEEEE" y me reí, cogiendo mi bolso para salir de ahí con mi móvil en el bolsillo.

- Señorita Ross. -Un fortachón estaba del otro lado de la puerta de brazos cruzados y con el ceño fruncido. Maldije interiormente. - ¿Tarde a clase?

- Ehmm, no me estaba sintiendo bien esta mañana, problemas estomacales, si me entiende. -Mentí con naturalidad y enarcando una de mis cejas para suprimir la risa.

- Ya veo, pero eso no me consta. ¿Pasó usted siquiera la noche en la habitación.

Bufé. - ¿Dónde más si no?

- Eso puede responderlo en la oficina de los directores. -Y se dio la vuelta, comenzando a caminar esperando que lo siguiera.

Gruñí, era imposible que cada vez que cometía una falta por culpa de Matthew me cacharan más rápido que cuando las hacia por mi cuenta.

Llegamos a la oficina de la directora y me senté en la misma silla que las otras veces con los brazos cruzados y una mueca en la cara.

- Veo que le gusta mucho mi oficina, señorita Ross. -Me mordí la lengua sólo porque no quería que mi humor se arruinara del todo. -Así que fuera de su habitación a horas indebidas.

- ¿Perdón? Yo sí pase la noche en mi habitación, como siempre.

- Deja de jugar, sé que no es así. Eres problemática. No lo entiendo. ¿Dónde estuviste?

- Puedo traer a mis compañeras y decirles que le expliquen donde estuve. -Me observé las uñas, solo para ver su cólera estallar.

- Para una tercera sanción, ya deberías haber aprendido.

- No voy a permitir que haga lo que le plazca. Yo pasé la noche en mi habitación y dormí en la misma cama que las veces anteriores ¿o tiene alguna prueba de lo contrario?

- No tienes el derecho de hablarme así.

- Ni usted de inculparme sin pruebas. Ahora si me disculpa, voy tarde a mi clase de ética. Permiso. -Sonreí con sorna, sabiendo que la había callado y que en cualquier momento de sus ojos saldrían llamas.

Lo contrario a una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora