- Bien clase. Formaos las mismas parejas de la vez pasada. –Impuso la instructora de danza clásica y sentí como gruñía.
Si así es, Matthew tendría que ser mi pareja nuevamente.
Y apareció frente a mí con una sonrisa en su rostro. Rodeé mis ojos. –Hola, señorita Ross, ¿le han dicho que no es atractivo en una chica tener el ceño fruncido? –Enarcó una de sus cejas.
- ¿Y no le han dicho que me vale madres lo que usted piense? –Sonreí sin mostrar los dientes.
- Y además insolente. –Rió, negando con la cabeza.
- Empecemos entonces. –Habló la instructora, dando por terminada mi discusión con Matthew y colocó una música suave. –Damas, colocad delicadamente una mano sobre el hombro de vuestro acompañante y la otra, entrelazadla con la de ellos. –Y así lo hice, en contra de mi voluntad, pero lo hice. Matthew era más alto que yo pero no tan exageradamente. Evité su azulada mirada a toda costa.
- ¿Nerviosa, Ross? –Sonrió y sólo ahí lo miré a los ojos, fulminándole.
- ¿Quién te crees? –Escupí.
- Me creo lo que soy. –Se encogió de hombros.
- Serás idiota. –Gruñí.
Su carcajada hizo eco en mi cabeza. Podía ver como amaba el molestarme y cabrearme. Todo un idiota.
- Levantad la mano de vuestra dama suavemente y darle una lenta vuelta. –Recé para mis adentros el no tropezarme con mis pies y caer. Milagrosamente, logré dar la vuelta. –Bien, como la dama quedó un poco alejada, jaladla hacia vosotros.
Y por culpa del espécimen que tenia de pareja, quien no pudo ser más delicado en vez de brusco, mis pies se enredaron y caí, tumbándolo conmigo. Él debajo y yo sobre él.
Eso pareció desatarle un ataque de risa, porque podía sentir las vibraciones de su cuerpo contra el mío.
- Muy coordinada.
- No es mi culpa que seas tan poco delicado. –E intenté quitármele de encima pero uno de mis mechones se quedó prensado con un prendedor que iba en su camisa.
- A ver, no seas bestia o dañarás mi prendedor. –Quitó mis manos que buscaban desenredar mi cabello y lo hizo él, delicadamente quitó el mechón de su prendedor, dejándome en libertad de levantarme. Matthew hizo lo mismo, sacudiendo sus pantalones mientras yo arreglaba mi falda y cabello.
La instructora carraspeó. – ¿Qué ha pasado?
- Fui y—.
- No he tenido cuidado al tomar a la señorita Ross de la mano y ha caído. Lo siento. –Me interrumpió él. Ella asintió algo disgustada por, supongo yo, haber interrumpido su lección.
- Bien. Posicionaros otra vez, desde el principio. –Se dio la vuelta para seguir con su clase.
Y seguimos con los pasos, que eran muy distintos a los de la vez pasada, considerando que esta vez ya podíamos tocarnos, por más raro que eso sonara.
- Para las próximas clases, –La señorita Teller entrelazó sus manos sobre su cabeza. –Comenzaremos con los pasos para los actos del internado, así que manteneros preparados. Hasta la próxima clase. –Sonrió y se dio la vuelta para arreglar sus cosas.
Me colgué el bolso al hombro y metí mis zapatillas de cambio. Me dirigí hasta la puerta y salir. –Espera, Blair. –Me jalonearon del brazo.
Bufé. – ¿Qué?
- Te acompaño a tu siguiente clase.
- No, gracias, yo paso. –Y seguí caminando, dejando a Matthew detrás.
- Mira, creo que hemos empezado con el pie izquierdo y no hablo de tus malos pasos de baile.
- ¡Serás idiota! Fue tu culpa por ser tan bruto. Agradece que al menos ni te he pisado.
- Tranquila, guapa. Sólo estoy bromeando. –Sonrió de lado. –Porque no olvidamos nuestro mal comienzo y vamos a por un café luego de clases.
- Que tal si, no. –Sonreí.
- Vamos, Blair, no te hagas del rogar.
Bufé, rodando mis ojos. – ¿Por qué este repentino interés?
- Digamos que no está bien el llevarme mal con mi pareja de baile.
- No me jodas, mi respuesta s
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Lo contrario a una dama
RomancePensareis que sería bastante ilógico que la hija de una famosa modelo no sea femenina, ¿no? Mucho menos teniendo como padre a uno de los más importantes empresarios de Seattle, sea desaliñada. Pero debéis pensarlo dos veces porque Blair es diferente...