Escondida en una casa ajena.

695 67 2
                                    

Estaba mirando a Ross de una manera extraña, realmente él me miraba con deseo, mientras yo sentía asco y terror. Nunca en mi vida he tenido relaciones con alguien, creo que es algo que debe hacerse después del matrimonio, no tiene porque ser antes. Además, Ross me odia, nunca ha sentido nada por mí. Seguramente lo hace para burlarse de mí, y nada más.

Mi sangre comenzó a hervir al descubrir sus motivos, ¿por qué siempre quería burlarse de mí? ¡Es un estúpido que no tiene cosas mejores que hacer!

—¡No! —levanté un poco la voz, pero con todas las fuerzas que aún me quedaban lo empujé, provocando que se cayera al suelo, al verlo pude ver que sus ojos estaba cristalizados, pero también me dí cuenta de un detalle clave para todo esto, él estaba completamente ebrio.

—...—

—Rydel, tú madre no me recibiría de vuelta, ella está muy enojada conmigo —respondió mi papá, tomando su cabello con desesperación.

—No es verdad —respondí levantándome del viejo sillón, teníamos que hablar cara a cara, no sentados uno frente al otro —Yo creo que mamá te necesita, ella se ha comportado de un modo extraño, ya no sonríe son sinceridad. Parece una máquina.

—¿Una máquina? —papá me miró algo extrañado.

—Sí, una máquina que vive por vivir —expliqué y mi papá simplemente suspiro —Papi, tienes que volver. Mamá tiene que ser la de antes, y yo sé que sólo contigo podrá. ¿Qué dices?...

—Rydel... —mi papá suspiro, pero en ese momento comenzó a sonar el teléfono, mi papá ni siquiera hizo acoplo para levantarse, seguía en la misma posición, sentado.

—¿No vas a contestar? —pregunté mirándolo.

—No cariño, aquí llaman porque me cobran por una carretera —explicó —Además, estoy analizando la situación.

—...—

Diego caminaba de un lado a otro mientras observaba al agente de seguridad, que tenía una libreta y anotaba cosas. Estaban analizando nuestra discoteca, tenían que buscar detalles para ver si la muerte de Riker había sido aquí o no, estaba buscando muchas pistas. Diego no se veía nada feliz, ni siquiera un poco.

—Me parece que no hay pistas evidentes —dijo el policía deteniéndose —Aún así, el lugar seguirá en tela de juicio.

—Lo entiendo —respondió Diego a regañadientes —Gracias por seguir el caso de Lynch —suspiro y tocó su cabello.

—Mm... —respondió el policía y comenzó a salir.

—Es un milagro que justo hoy no vinieran niñas pequeñas, porque eso sí que nos habría arruinado aún más —respondió Diego mirándome —Al menos esa amiga tuya hizo las cosas bien.

—Claro... —respondí nerviosa, me estaba mirando con deseo. Él siempre acallaba su llanto en mí, me poseía una y otra vez hasta aburrirse, yo era su salvación —¿Qué piensas hacer ahora con el caso Lynch?

—Primero que nada, tengo que ver ¿cómo avanzan las cosas?

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a que tengo que ver si la amiga del rubio llama o no a la policía —explicó Diego mientras caminaba por entre las personas.

—¿Y si se comunica con ellos qué harás? —pregunté nerviosa, siguiéndolo.

—Ya lo sabrás —respondió y siguió caminando, mientras yo me quedaba estática, llegando incluso a imaginar lo peor. Diego Domínguez realmente era una persona de la que uno debía cuidarse, porque era peligrosa.

—...—

—¡No dejaré que te aproveches de mí! —respondí, porque Ross se había vuelto a subir a la cama, y estaba muy cerca de mí.

—No me estoy burlando de ti, te deseo Laura —respondió Ross —Te deseo con toda el alma, con todo el cuerpo.

—Ross, tú me odias —dije dudando —Nunca me has querido cerca.

—Lo que pasa es que tú eres deseable, porque eres... —se acercó lo más que pudo hasta mi oído y prosiguió: —... eres jodidamente hermosa.

¡Ya era el colmo!

Ross era mucho más fuerte que yo, y no pude seguir luchando. Dejé que tocara mi estómago —aunque soy delgada, no había mucho que tocar—. Sus dedos me daban muchísima risa, debido a las cosquillas que sentía con su roce. Cuando sentí que Ross estaba más que debilitado, lo empujé con todas mis fuerzas.

Saqué el pestillo de la puerta, y corrí a la primera habitación que encontré. Entonces... puse pestillo, y al darme cuenta vi que era la habitación de Riker, un escalofrío recorrió mi espalda.

—¡Abre! —gritó Ross golpeando, eso me hizo sentir peor, aunque su voz sonaba debilitada. Ahora simplemente... lo ignoraría.

*¡Hola! Mil disculpas por tardar tanto, lo que pasa es que tuve algunos problemas y falta de inspiración. Creo que por eso el capítulo quedó algo corto, pero bueno. ¡Espero lo disfruten! No se olviden de dejar sus votos, por favor.

Confusiones y peligros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora