Enojos y Decisiones Precipitadas.

426 40 2
                                    

Después de aquella conversación que tuvimos Lodovica y yo, una enfermera apareció y dijo que el examen podría estar listo mañana, o en una semana. Nos preguntó cuándo preferíamos retirarlo, yo sólo observé a Lodovica, ya que, después de todo ella es la madre. 

—Me gustaría retirarlo lo antes posible —respondió ella con una sonrisa nerviosa, sólo que su tono de voz demostraba mucha seguridad. Lo cual, sin darme cuenta hizo que mis piernas se tambaleen.

—Cuando tenga noticias llamaré al celular que me fue otorgado —dijo la joven enfermera con una sonrisa amistosa.

—Muchas gracias, hasta luego.

Nos despedimos y comenzamos a caminar hacía la salida. En eso, al estar casi por salir, detuve a Lodovica tomándola por el brazo.

—Iré a dar una vuelta, necesito despejarme. Si quieres usar mi auto no tengo problema.

Lodovica me miró un poco extrañada. Parpadeó en repetidas ocasiones, como intentando analizar lo que acababa de decir.

—Sabes dónde viven los Lynch, puedes ir hasta allá o adónde quieras. El punto es que puedes dejar mi auto en esa casa y yo lo iré a buscar, no hay problema.

Lodovica me miraba con ojos espantados, me miraba como si hubiese perdido por completo mi cabeza. Claro que la entendía. ¿Quién le prestaría su auto a una completa desconocida? La respuesta es lógica. Pero... hay algo que me hace confiar en Lodovica. Y es que... Riker confiaba ciegamente en ella, él vio algo en ella que le inspiraba confianza. Creo que por eso, quiero intentar ayudarla, sólo por él.

—Me dejas sin palabras... —dijo Lodovica luego de un alargado silencio para nada incómodo.

—Sólo quiero ayudar.

Metí mi mano en mi bolso, en busca de mis llaves. Encontré la llave, la tomé entre mis manos y se la entregué a la sorprendida Lodovica en su temblorosa mano.

—¡Gracias! —chilló emocionada. Yo me reí y ella me miró un poco avergonzada —. Te prometo que lo cuidaré y te lo devolveré pronto.

—Confió en ti —respondí dándole una sonrisa.

Sinceramente le presté el auto porque estaban pasando tantas cosas con mi vida que necesitaba un respiro. Y tener un auto no ayudaba mucho, porque con él me era imposible tomar aire fresco.

Nos despedimos y pude ver cómo caminaba a pasos veloces a mi auto. Vi la emoción en sus ojos, la vi subir a mi auto y comenzar a conducir, alejándose por completo. Al no verla más, di un suspiro resignado y comencé a caminar, a pasos lentos.

Pensaba. Pensaba en la muerte de Riker, sólo que ahora mis ojos no querían dejar salir más lágrimas. Sentía un tanto de rencor, porque había muchas cosas que se encontraban fuera de mi alcance. Aún no sabía la verdadera historia de Lodovica. Tampoco conocíamos aún la razón de su muerte. Las pruebas realizadas por los especialistas encontraron participación de otros, además que Riker estaba realmente golpeado. ¿Cómo alguien podía ser capaz de herir a alguien de esa manera? Me espantaba el hecho de pensar en el sufrimiento que tuvo que soportar Riker, completamente sólo.

Y ahora para empeorar las cosas, se agregaba la muerte de otra persona, que por si fuera poco, era otro Lynch.

¿Por qué aquél despiadado asesino se metía sólo con esa familia? ¿Qué habían hecho ellos para merecer tal castigo diabólico? Todos ellos parecían ser buenas personas, ninguno podría estar metido en algo turbio. Al principio sospechana de Ross, pero ahora que lo conozco un poco mejor, sé que lo único que intenta es mantener a su familia a salvo. Por eso va tanto a la Discoteca, para tener a Diego de cerca, para poder observarlo como si fuese su presa. Eso suena inteligente.

Confusiones y peligros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora