Asesino.

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Los dos hombres encerrados, intentaban de cualquier forma abrir la puerta del lugar en el que estaban. Buscaron ventanas, o algún método de escape, pero no había nada. Estaban atrapados, habían caído en la trampa.

—¡Yo no iré a prisión! ¡Hasta aquí llegó! —se quejó él hombre de piel medio morena y ojos claros. Él otro hombre lo observó con rabia —. ¡No puedo ir a prisión!

—Si yo me hundo, tú también te hundirás, Tomás —le respondió él otro hombre, apunto de darle un golpe. Pero Tomás fue más rápido, por lo que Diego terminó golpeando la pared del lugar —. ¡Imbécil! —grita, quejándose de dolor. Diego vuelve a intentar acercarse, pero se sorprende al ver que Tomás saca una pistola —. No hagas ninguna tontería —le advierte.

—¡No te acerques! —le advirtió Tomás.

Tomás vio todas sus alternativas: podría dispararle a una ventana, quebrarla y escapar de ese modo. Pero... ¿de qué serviría? Si llegaba a escapar, iría a la cárcel por encubrir a un peligroso criminal, a un asesino. Vio a Diego, lo apuntó, pero recapacitó ya que si lo asesinaba... iría a la cárcel por matar a ese monstruo. Entonces... sólo le quedaba una opción: ir a prisión, o morir.

Eligió lo que creyó correcto. Y sin más, se apuntó a sí mismo y disparó. Muriendo al instante, por un disparo en la cabeza. Diego grita de espanto, nunca pensó ver algo así, a alguien asesinándose frente a él, eso se sentía terrible, el miedo, la ansiedad...

—...—

Como toda la casa se encontraba en un silencio sepulcral gracias a Maya, todos escucharon el disparo. Se miraron entre todos espantados, y de pronto, Mark se levantó, tomó al bebé entre sus brazos y se fue corriendo. Todos ven como algunos policías salen de dentro de la casa, provocando un gran bullicio. Todos miran lo qué sucede sin entender nada.

Mark se detiene en el patio, al ver lo que sucede: policías y gritos. Todo está mal.

—¡No lo dejen ir! —el silencio se detiene gracias al grito de Maya, lleno de espanto —. Mark Lynch es él asesino —todos se quedan paralizados ante esa afirmación. Stormie grita de horror, ¿su esposo, un asesino? —. Mark asesinó a su propio hijo, a Riker. ¡No dejen que dañe al bebé!

Rydel escuchó todo eso y recordó las ocasiones en las que tuvo que estar sola con su propio padre, en todos los momentos en los que quizás, pudo haberla dañado debido a su mente perversa. ¡Su padre asesinó a su hermano mayor! ¿por eso se habría ido de la casa de la noche a la mañana? ¡claro que sí! Sus pensamientos estaban a mil por hora, su respiración agitada y su corazón, latía desenfrenado. Se desmayó, cayendo al suelo.

Todos los demás, salieron al patio, donde vieron a Mark rodeado por tres policías. Él vio a su familia y sintió aún más desesperación. Tenía a Riker entre sus brazos.

—¡Suelta a ese bebé, Animal! —le grita Stormie, sacando la rabia que llevaba dentro —. ¡Eres un monstruo! ¡Mataste a tú propio hijo! ¡¿Por qué?! —Stormie gritó llena de impotencia.

—¡¡¡Silencio!!! —gritó Mark. De pronto, sacó de uno de sus bolsillos una pistola, dejando helados a todos los presentes. Laura sintió que iba a desfallecer: primero perdió a Riker y ahora ese animal estaba dispuesto a asesinar al bebé. Los policías se tensaron, pero mantuvieron firme su agarre a sus armas —. ¡Si no se alejan, juro que disparo! —sentenció.

—Mark, no hagas más daño, por favor... —suplica Laura con la voz queda, debido a la tensión y a la tristeza que sentía en ese momento. Dio un paso adelante, por lo que Mark la apuntó, pero aún así no se alejó —. Ya hiciste mucho daño, no lastimes a Riker, no lo hagas —rogó entre sus lágrimas.

Todos pensarían que Mark reaccionó y devolvió al bebé, pero no fue así. Mark simplemente rió por ese discurso. La rabia de todos aumentó al darse cuenta de que él realmente disfrutaba viéndolos a todos sufrir, era un monstruo.

De pronto, se sintió un ruido estridente cerca del lugar, todos miraron en distintas direcciones buscando algo, lo bueno es que no había sido un disparo. Luego, repentinamente una almohada cayó frente a los pies de Mark, después otra y otra. Las tres almohadas habían sido lanzadas de modo estratégico. Mark volvió a reír, eso le parecía estúpido.

Luego, sintió como algo molestaba en sus piernas y es como perdió el equilibrio y cayó hacía atrás. Él bebé cae de sus brazos, pero gracias a Dios, cayó en las almohadas.

—¡Bien hecho, Lucas! —lo felicitó Riley apareciendo. Ella estaba escondida. Se acercó al hombre y vio que Lucas amarró tanto sus piernas como sus manos, estaba inmovilizado. Después se acercó al bebé que lloraba a mares, lo tomó entre sus brazos y lo meció con suavidad —. Todo estará bien —dijo sobando su cabeza.

Todos se acercaron a la escena, ahora era el turno de los policías de llevarse a aquél malvado hombre. Stormie se acercó a quién había sido su esposo y con toda la rabia e impotencia que sentía, le dio una patada tan fuerte que lo hizo gritar debido al dolor que sintió, un dolor espantoso.

—Es hora de acabar con todo esto... —dijo uno de los policías levantando el cuerpo de Mark, para esposarlo.

Pero en eso, algo inesperado ocurrió. Ya que, como todos estaban pendientes de lo que Mark hacía, nadie se percató de que Mercedes se escapó del lugar y subió a su auto, rompiendo la puerta de la casa donde estaba Diego. Ver el cuerpo muerto de Tomás la tomó por sorpresa, pero no hubo tiempo para nada más. Diego subió corriendo al auto.

—¡Tenemos que irnos! —gritó Diego.

—Lo sé, la situación se salió de las manos —respondió Mercedes pisando el acelerador, provocando un ruido ensordecedor.

Algunos policías se separan de Mark y suben a sus patrullas al ver que su mayor presa intenta escapar, no pueden permitir que Diego siga libre.

Laura se da cuenta de que tiene una idea de adónde irán los delincuentes, observa a su alrededor y en el suelo ve la pistola que pertenecía a Mark. Sin dudarlo, la toma entre sus manos y comienza a correr. Sube al auto más cercano, que es el de Ross y para su suerte, la llave está ahí.

Siguió su corazonada y fue por otro camino al lugar donde sentía que irían los malos. Al llegar, bajó del auto y se escondió detrás de un gran árbol, su corazón latía apresurado. De pronto, reconoció el auto de los malos. Vio que sonreían a pesar de lo que pasaba, sintió tanto rencor. Salió del escondite, no estaba tan alejada. Antes de que se acercaran más, hizo lo que pensó era lo correcto. Disparó.

Apuntó a las ruedas delanteras del auto y fue ahí donde disparó, escuchó gritos de horror, ellos iban a bajar del auto, pero no les dio oportunidad de hacerlo, volvió a disparar está vez a las ruedas de atrás.

El auto perdió el control, se desviaron. Podía escuchar los gritos de espanto de los que estaban ahí arriba y las cosas empeoraron. Como el auto perdió el control, se acercaban cada vez más a Laura. Ella se quedó estática debido al espanto, el miedo de morir atropellada. Pero en eso, alguien la empujó y sintió como se golpeaba, gracias a ello, sintió un dolor profundo. Después, todo se volvió negro.

Confusiones y peligros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora