Decisiones y Ayudando a Laura.

379 47 21
                                    

—Tini, no te puedo dejar sola. No te ves bien —. Ross preocupado intentaba sostener a su amiga para detenerla, pero ella no se dejaba —. No hagas tonterías, puedes resultar herida y no soportaría otra perdida —Ross comenzaba a inquietarse —. Me basta y me sobra con la testaruda de Laura, no seas cómo ella.

—Ross, voy a estar bien. Tengo un plan en mente y conozco un lugar al que Diego jamás va a llegar, tranquilo —puso sus manos en los hombros de Ross, intentando calmarlo —. Te prometo que estaré viva, que estaré bien.

—¿Cómo podré saber que estás bien, si te vas lejos? Tini, sabes que eres una buena amiga mía. Piensa bien las cosas.

—Ya he pensado mucho en toda está situación —Tini sonrió de medio lado —. No dejaré que Diego se salga con la suya, se supone que los malos no pueden ganar. Éste villano ha sido como una patada en el trasero, pero los buenos ganaremos —dijo con convicción. Ross suspiró, no se sentía tan seguro como Tini, él pensaba que era un caso perdido, Diego ya había ganado la batalla desde hace tiempo —. Adiós, amigo. Ya verás cómo toda está mierda acabará pronto —ambos se abrazaron, cayeron algunas lágrimas y luego de algunos minutos, se separaron.

—Cuídate mucho, por favor —pidió Ross.

Ross observaba como Tini se alejaba lentamente, cuando ya no la vio, se dejó caer en una banca y dejó escapar un largo y sonoro suspiro.

—¿Por qué las chicas tienen que ser tan difíciles? —preguntó quejándose.

Se puso a pensar en completa seriedad.

Martina se había ido, estaba decidida y no había forma de hacerla cambiar de opinión. Era testaruda, casi tanto como Laura. Esas dos chicas le sacarían canas pronto.

Pensó que volver a su casa era algo imposible, en su casa todo estaba mal. Su madre seguía llorando por Riker, su hermana se comportaba distinto, cómo si estuviese realmente asustada. Y ellas estarían a salvo, porque tenían a Mark de su lado, él las cuidaría.

Decidido se dirigió a su auto y comenzó a conducir en total silencio. No pasó mucho tiempo hasta que llegó a su destino: el hogar de Laura.

Laura era su principal prioridad. Una chica arriesgada, torpe y un tanto peleadora. Ella vivía sola con Lodovica, aquella chica que antes había sido una prostituta.

Bajó del auto, subió por la escalera y al estar frente a la puerta de Laura, tocó. Esperó unos minutos y no pasó nada, volvió a tocar y nuevamente: no pasó nada.

Se extrañó un poco, repitió el proceso hasta que se cansó. Vio que no había nadie cerca, por lo que hizo algo con el picaporte, hasta que finalmente cedió y pudo entrar. Cerró enseguida. Su sorpresa fue enorme al ver a Laura tirada en el piso.

—¡¡¡Laura!!! —se agachó. Revisó su pulso, estaba normal. Vio una mancha, levantó un poco su camisa y pudo ver cómo su costado sangraba, tenía una herida abierta —. Testaruda como ella sola.

La tomó entre sus brazos, la recostó en la cama y ahí la dejó. Después se fue al baño, en donde encontró algunas cosas de medicina, tomó el alcohol, algodón y como no vio vendas, se sacó su pañuelo para ponerlo en la herida.

Vuelve con Laura, enseguida la cura. Pone alcohol en el algodón y después lo pasa por la zona infectada, con cuidado. Finalmente, cubre todo con su pañuelo, protegiendo el área infectada.

Se sienta en los pies de la cama y observa a Laura. La ve tan tranquila, tan bonita, tan tierna. Sonrió, pero su sonrisa se esfumó al recordar a Riker. ¿Cómo se atrevió a jugar con los sentimientos de esa chica? Definitivamente, él no sabe a la chica que se perdió...

Confusiones y peligros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora