Temores y Muerte.

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Ross y yo seguimos en el auto. Mi celular comienza a sonar, me estacionó en una esquina un poco solitaria y respondo el aparato para que deje de sonar, sin darme cuenta de quién me llama.

—Laura, soy tú madre.

Escuchó la voz de mi madre a través de la otra línea pero me doy cuenta de que se escucha bastante preocupada, tiene voz seria, algo la molesta.

—¿Qué te pasa, mamá? —preguntó preocupada.

Ella suspira. Bien... Algo va mal, muy mal.

—Necesito que vengas a casa enseguida.

Mi madre dice aquello y después cuelga el celular. Ahora sí que estoy preocupada. ¿Qué Demonios está pasando aquí?

Veo la hora y me doy cuenta de que ya casi son las once. Algo está mal. Mi madre se acuesta a las diez, es de esas personas que aman dormir. ¿Qué puede estar pasando? Mi corazón se acelera, tal vez... Diego está en casa. ¡¿Cómo pudo localizar a mi madre?!

—¿Qué pasa?

Oigo la voz de Ross. Recuerdo que está conmigo, me siento una tonta, nunca debí haber dejado que me acompañe.

—Ross, te puedes ir a tú casa —le digo intentando sentirme un poco más relajada —. Tengo que hacer algo.

Ross me mira detenidamente.

—¿Qué te pasa? Te ves alterada.

Ruedo los ojos. Últimamente se comporta de un modo tierno, no sé si confiar en él o no, eso me inquieta bastante.

—Mi mamá llamó y siento que está en problemas, no sonaba bien —respondo con sinceridad.

Ross abre los ojos de par en par, enseguida frunce su ceño, parece pensar en algo. Supongo que ha llegado a la misma teoría que yo: Diego.

—Tengo miedo de que pueda ser Diego —admito. Puedo ver perfectamente como Ross asiente, sabía que pensaba lo mismo que yo —. Normalmente ella se duerme temprano.

—No te dejaré sola —dice con tono serio, mirando hacia la ventanilla del auto. Yo asiento. Puede que Ross no sea mi persona favorita en el mundo, pero de todas formas agradezco su compañía —. Iremos juntos, y si Diego está con ella, le daré su merecido.

—Gracias —susurró. Ross asiente.

—...—

Después de manejar por unas dos horas, finalmente llegamos a la casa de mi madre.

Vi la casa por fuera y todas las luces estaban encendidas. Una mala señal. Cuando mi mamá se acuesta, apaga todas las luces porque cree que es más seguro. ¿Por qué ahora tendría todas las luces encendidas? No tiene sentido.

—Vamos... —dijo Ross caminando hasta la puerta, yo asentí.

Toqué la puerta. A los pocos minutos, mi madre abrió. Nos saludó a ambos, parecía sorprendida al ver a Ross junto a mí.

Entramos a la casa, y vimos a...

—...—

Estaba muy enojado.

Había escapado de la cárcel hace días y lo único que quería era encontrarme con Martina. Necesitaba sentir su placer, necesitaba desahogarme con ella para después empujarla y golpearla como se debe. Pero me encontré con la sorpresa de que uno de esos policías la tenía.

Llamé a uno de mis hombres, pedí que la sigan, que la vigilen. Me comentaron que fue a la Iglesia de Garmendia Lynch. Ese estúpido, ¡Se atrevió a tocar a mi mujer!

Ahora estaba disfrazado. Llevaba lentes de sol, un sombrero y ropa negra, no quería llamar tanto la atención.

—¡Te mataré!

Grité con fuerza apenas me encontré con Germán. Él me vio y frunció el ceño. En ese caso, me saqué los lentes y el sombrero. Germán me vio y abrió la boca, debido a la sorpresa.

—La verdad saldrá a la divina luz, Dios te dará tú merecido —respondió Germán con un tono calmado.

¿Cómo podía mantenerse tranquilo si acababa de decirle que lo mataré? ¿Lo tomó cómo broma? Porque estoy hablando bien en serio.

—¡Nadie se mete con mi mujer! —grité, muerto de rabia.

—Yo no...

Germán me quería dar explicaciones, aún se mantenía tranquilo. No le di tiempo a responder, saqué una pistola que tenía guardada en el bolsillo de mis jeans y le dispare.

Su cabeza se abrió, provocando un ruido fuerte. Pero estábamos solos en la Iglesia. Sonreí. Ahora éste tarado sabría que nadie se mete con Martina y sale con vida. En realidad, nadie que se meta conmigo, puede vivir para contarlo.

Después de eso, guardé la pistola y salí de ahí. Silenciosamente, tal y cómo había llegado.

—...—

Al entrar a casa de mi madre, vimos en la cocina sentadas a Maya y a Riley.

¿Por qué esas niñas estaban en la casa de mi madre? ¿Por qué el mundo se empeña en complicar mi existencia cada vez más? La vida cada día se está volviendo más loca.

—Esas niñas te han estado buscando. Estuvieron casi toda la tarde conmigo, dicen que quieren hablar de algo secreto contigo —me explica mi madre.

Riley y Maya asienten enseguida, con una sonrisa. Ross tiene el ceño realmente fruncido, mi madre me mira con los brazos cruzados, sé que quiere explicaciones, yo también las querría. Suspiró de mala gana.

—Mamá... ¡Te diré toda la verdad! ¡Ya no puedo con tanta presión! —le digo suspirando, de modo desesperado.

Ross abre los ojos de par en par, frunce el ceño y finalmente veo a mi madre, que me mira confundida.

Siento que moriré, ¡No puedo guardar tantos secretos! ¡Todo esto es demasiado difícil para mí!

¿Se asustaron al leer el título del capítulo? ¡Falsa alarma! Por ahora ninguno de los protagonistas morirá. Les digo que más adelante, más personajes morirán. Sí, es una historia de misterio, por lo que debe haber algo de suspenso. Jaja. En fin... Riley y Maya llegaron a la casa de Laura y realmente Laura se desesperó, ¿Acaso le contará todo a su madre? ¡Guau! Por otro lado... ¡Mataron a Germán! Pobre... ¿Ustedes creen que Diego asesinó a Riker?

Confusiones y peligros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora