Cumpleaños de Ross.

518 45 10
                                    

Ross tras finalizar aquella llamada, decidió que lo correcto sería ir a hablar de inmediato con Laura. Esa chica era muy expresiva, nunca ocultaba sus emociones, por lo que quería ver su reacción explosiva de inmediato.

Caminó hasta llegar a la habitación de la castaña, al estar frente a la puerta golpeó suavemente, pero de todas formas, se escuchó un ruido. Dentro pudo escuchar como alguien se levantaba de una cama, sonrió con nervios. A los pocos minutos, la puerta se abrió, dejando ver a una Laura ya con el pijama puesto.

—¿Pasa algo? —preguntó ella sin abrir la puerta por completo.

—Sabes que pasan muchas cosas, pero tú no las quieres hablar —respondió él de inmediato. Laura palideció un poco, y sin siquiera darse cuenta, retrocedió dos pasos —. Pero no vengo a hablar de eso, al menos, no por ahora.

—¿Qué necesitas?

—Mañana van a celebrar mí cumpleaños, en una casa familiar... mamá quiere que vayamos todos, incluyendo al bebé —explicó Ross.

—¿En serio quieres que vaya a esa fiesta? Bueno, tú mamá...

—Sí, y yo también quiero —Ross sonrió —. Sé que han pasado muchas cosas, pero quiero que vayas. ¿Lo harías?

—No me siento cómoda yendo... tú y yo...

—Hemos pasado por muchas cosas juntos —interrumpió Ross —. Puede que no sepas lo que sientes por mí, pero al menos me lo debes. Recuerda todas las ocasiones en las que te he salvado —dijo con tono un tanto serio.

Laura recordó todo lo que había pasado desde la muerte de su amado, como quiso buscar pistas, encontrar a un culpable, todas las ocasiones en las que se puso en peligro, sólo por buscar pistas. Ross, a pesar de su pésima actitud, siempre estuvo ahí, con ella.

—Iré, sólo por ti... —respondió con una leve sonrisa, pero bastante sincera. Ross también sonrió, aunque él esperaba otro tipo de reacción por parte de la castaña, pero estaba realmente feliz. Por instito, la abrazó, ella correspondió de inmediato.

—No pienses en ningún tipo de regalo, por favor. El mejor regalo para mí es verte todos los días —susurró él al separarse de ese cálido abrazo.

Laura se sonrojó un poco al escuchar aquello, Ross se dio cuenta y rió, lo que también hizo reír un poco a la castaña. Los dos lo pasaban bien estando juntos, lo que era un poco raro para ambos.

—Buenas noches —se despidió Laura, cerrando la puerta sin darle tiempo a Ross para reaccionar y detener la puerta. Simplemente sonrió. Obviamente incomodaba a Laura, y eso sólo podía significar que poco a poco la estaba confundiendo, ganando.

Prosiguió con su caminar y llegó frente a la puerta de Lodovica. Ya ahí, tocó. Después de un rato le gritaron que podía pasar y eso hizo. Al entrar vio a Lodovica con su bebé entre sus brazos, era una tierna escena.

—¿Qué quieres? —preguntó la Italiana —. No me gusta que me mires.

—Vamos chica... las cosas han pasado y el destino de algún modo u otro nos sigue juntando —la aludida puso los ojos en blanco —. No creó que sea bueno que sigas comportándote de modo infantil, menos ahora.

—Eres un tonto —murmuró Lodovica —. ¿Qué quieres? Y no me hagas preguntar de nuevo, porque no lo haré.

—Mañana van a celebrar mí cumpleaños y mi madre quiere que vayas... bueno, vayan. Eso incluye al bebé —explicó Ross.

—¿Por qué tú familia me querría ahí? Es obvio que sólo quieren ver al bebé —Lodovica suspiró desganada —. No es lindo ser una especie de invasora en sus vidas.

Confusiones y peligros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora