Capítulo 5: Emboscada

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Thorin y Leah entrecerraron los ojos mientras se aproximaban más el uno al otro lentamente. El dolor de la pérdida del hogar y la familia los unía, queriéndose reconfortar el uno al otro con el cariño que necesitaban. Casi estaban rozándose sus labios cuando un enorme lobo se abalanzó sobre Thorin, dejándolo acorralado entre sus patas contra el suelo, gruñéndole ferozmente y mostrando sus fauces.

-¡Togo, atrás! –exclamó Leah intentando empujarle en vano. El lobo dejó de gruñir, pero no se apartó pese a los intentos de su compañera de liberar al enano. Ladeó la cabeza para mirarla seriamente.- Vamos, déjale ir. –ordenó la druida, enfadada.

- Debo protegerte. –replicó el lobo. Thorin miró sorprendido al lobo al oír su voz.

-¿Habla? –preguntó aturdido el enano.

-Telepatía-contestó Leah al enano.- Togo, no iba a pasar nada malo. –suspiró desesperada.- ¿Protegerme de qué?

- No permitiré que ningún varón te haga daño. –se apartó de encima de Thorin con resignación, dejándolo libre, mientras su compañera resoplaba exasperada.

Leah le ofreció una mano al enano para ayudarlo a incorporarse, ayuda que aceptó de buen grado. El lobo se sentó cerca de ella y los observó fijamente.

-Ya no soy una niña, ¿vas a quedarte mucho ahí? –preguntó la druida, mirando con recelo a su peludo compañero.

-Hasta que volváis. –contestó, rascándose una oreja con la pata trasera derecha.

-Es mejor que regrese con los demás... -susurró Thorin malhumorado, volviendo sobre sus pasos con el resto de enanos.

Cuando Thorin se marchó, dejándolos solos, la druida suspiró nuevamente y miró ceñuda a su lobo. Él le soltó un gruñido cariñoso, rozando la mano izquierda de ella con el hocico.

-Eres peor que un hermano mayor... -susurró Leah, abrazando a su lobo.

- ¿En serio, el enano? –inquirió el lobo.

- Admito que es bastante atractivo con respecto a otros que hemos visto, Togo. –contestó pensativa, acariciándole por detrás de las orejas.- Supongo que al unirnos dolor de la pérdida del hogar... no sé, siento que nos entendemos. –el lobo agachó las orejas, pegándolas a su cráneo y suspiró.- ¿En qué piensas?

- Me cae mejor el mediano.-susurró el lobo. Leah enarcó una ceja con curiosidad ya que en general no le gustaba nadie que se acercara a ella.- ¿Volvemos?

Ella asintió y volvieron con el resto de enanos. Buscó con la mirada a Thorin y vio que estaba  con los ojos cerrados, por lo que la druida interpretó que estaría dormido, como el resto de la compañía. Miró a su alrededor, buscando dónde tumbarse para dormir, y encontró hueco al lado de Bilbo. Se fijó en la tranquilidad con la que dormía y eso la relajó, se tumbó de costado a su lado cara a él y notó cómo a su espalda se tumbaba Togo.

A la mañana siguiente, continuaron temprano con su viaje. Bilbo volvió a montarse sobre Togo, delante de la joven druida. Thorin encabezó la marcha y Leah guardaba la retaguardia.

-¿Estás mejor? –preguntó preocupado el mediano.

-¿De qué?-Leah se soltó el pelo, que le llegaba por mitad de la espalda, y se dispuso a peinarlo con una mano.

-Por lo de ayer...-contestó preocupado Bilbo. Togo le miró de reojo y prestó atención a la conversación.

-¡Ah! Sí, no te preocupes. –sonrió despreocupada. Le pareció escuchar en su mente una risa suave y miró pensativa a su lobo.

El Hobbit: La gran aventura de LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora