Capítulo 27: Reaparición

440 35 5
                                    


En su vuelo hacia las Montañas Azules, destino Baerol, la druida notó al enano muy tenso detrás de ella. No se dijeron nada al inicio del viaje, lo cual hacía más incómoda la situación, pues no sabía exactamente qué le podía ocurrir a Kili para estar así. Ya en Érebor antes de partir lo notó extraño, a él y su hermano.

"Quizá no les hace gracia que su tío se case" pensó con algo de inquietud. Suspiró desechando ese pensamiento y se centró en permanecer alerta.

Oyó respirar con fuerza al enano, además de suspirar con mucha frecuencia. Giró levemente la cabeza, lo suficiente para mirarle de reojo, y observó su mirada. Sus ojos delataban que se encontraba inmerso en sus pensamientos. Le pareció percibir una pizca de decepción, pero no sabía encajar eso con la situación.

Su tío, vivo después de una guerra bastante dura en la que casi muere, va a casarse y ha recuperado su trono. Todos han recuperado su hogar, ese lugar que les fue arrebatado y les obligó a vivir entre hombres y muy lejos de sus tierras, ¿no debería ser eso motivo de alegría? Se imaginó la situación de otra manera, con la casi imborrable sonrisa de ese moreno aún más amplia, si podía ser.

El oscuro cielo empezó a aclararse y aterrizaron en las Montañas Nubladas, donde hallaron una cueva. Tras inspeccionarla, incluyendo el suelo arenoso, comprobando que no habría ninguna trampa de trasgos se relajaron y Sombra se tumbó, durmiéndose poco después, mientras que Kili y Leah se sentaron junto a él.

-Es impresionante tener un dragón. –rompió el hielo con una voz que fingía estar animada a la par que sorprendida.- ¿Cómo lo encontraste?

-En Érebor, en lo profundo de las minas. –respondió mirándole con preocupación.- ¿Puedo saber qué te pasa por la mente para que estés así?

Los ojos del enano se dirigieron a la entrada de la cueva, evitando el contacto visual con ella. Los entrecerró, suspirando con pesadez, mirando ahora al suelo.

-Si te digo la verdad, esperaba que tú fueras... -Leah frunció el ceño mirándolo con seriedad.- ya sabes, nuestra tía... la prometida de mi tío, vaya.

Leah suspiró y miró al exterior, admirando cómo unos pequeños y fríos copos de nieve comenzaban a caer.

-Lo siento, Kili, pero aunque no se hubiese dejado llevar por la Piedra del Arca, existía su prometida. Además, tu tío no estaba enamorado de mí, sólo... -gruñó recordando las palabras que malinterpretó en casa de Beorn.- sólo me admiraba como guerrera superviviente y le atraía. –forzó una sonrisa, intentando evitar que lo siguiente que iba a decir le afectara.- Sólo fui un juguete para pasar el rato, nada más.

-¿Tú le amabas? –preguntó directamente, volviendo su vista a ella.

-¿Qué más da eso ahora, Kili? –empezaba a sentirse más incómoda y echaba de menos la compañía de su hobbit.

-A mí me importa, no sé si voy a ser capaz de aceptar a Arä como tía. –replicó enfadado, alzando la voz. Sombra emitió un gruñido, dando a entender que le estaban molestando.

-¡No lo sé! ¿Y qué? Él tiene a Arä y yo tengo a Bilbo. Además, no digas eso, ni si quiera la conoces, deberías darle una oportunidad. –apartó la mirada de los marrones ojos del enano, viendo cómo la tormenta de nieve se volvía más violenta.

-Pero es que tú...

-Piensa en tu tío. ¡Será feliz! Tendrá herederos dignos del linaje de Durin, será un buen rey, alégrate por ello. Habéis recuperado vuestro hogar.

-Yo no nací en Érebor. -replicó molesto.

-Pero tu madre y Thorin sí, perteneces a esa montaña.

El Hobbit: La gran aventura de LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora