Capítulo 15: Si ésta fuera la última noche

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No logró dormir mucho, pues una pesadilla interrumpió su descanso. Temblorosa y con el sudor frío perlándole la frente miró a su lado donde se encontraba Thorin todavía dormido. Suspiró, intentando calmar su acelerado corazón y miró la habitación divisando sobre la cómoda una manta gris. Se levantó con cuidado de no despertar al enano y fue hacia ella, la cogió y se la enrolló en el cuerpo, dejando sus hombros al aire. Se acercó después a la ventana, se apoyó sobre el marco y miró a través del cristal, sin ver nada realmente.

Sangre, fuego y cadáveres. Eso había visto. Un dragón que se alzaba orgulloso delante de ella, riéndose de su fracaso, amenazando con ser la siguiente en fallecer ante sus llamas y garras. Oyó las sábanas revolverse y miró hacia la cama, donde Thorin la buscaba con una mano. Al no sentirla cerca ni encontrarla tumbada a su lado, se incorporó adormilado, y la buscó, encontrándola junto a la ventana. A pesar de la niebla, la tenue luz de las estrellas y de la luna revelaron el entristecido rostro de la pelirroja.

La druida intentó sonreírle, pero su mente la traicionó, recordándole la espantosa imagen del ensangrentado e inerte cuerpo del enano. Cerró los ojos con fuerza y apoyó la cabeza contra el cristal de la ventana, como si eso la ayudara a borrar esa visión.

Thorin se acercó a ella despacio y preocupado. Al llegar a su lado la rodeó con sus brazos, obligándola a apoyar su cabeza sobre su pecho y la acunó con suavidad.

-¿Una pesadilla? –susurró con voz suave en su oído.

-Peor... -respondió ella con el mismo tono. Suspiró, alzando la vista para mirarle a los ojos, intentando sonreír.- Pero me pondré bien.

El enano rozó su nariz contra la de ella, en una suave caricia, antes de besarla con dulzura en los labios.

-Todo irá bien. –susurró el enano con convicción, separándose pocos milímetros de sus labios.

-Oye, Thorin... Si ésta fuera tu última noche, ¿qué es lo que querrías hacer? –preguntó tímidamente, intentando olvidar la pesadilla.

-No va a ser mi última noche. –contestó serio apoyando su frente en la de ella.

-Es un suponer. –insistió ella.

Thorin suspiró, esquivó los curiosos ojos de la druida mientras pensaba cuidadosamente sus palabras. Tragó saliva, agradeciendo que la penumbra ocultara su enrojecimiento. Clavó su mirada en la de ella, totalmente serio, mientras acariciaba con el dorso de la mano izquierda la mejilla derecha de la pelirroja. Leah cerró los ojos, disfrutando del tacto de la piel del enano. Sabía qué contestarle, llevaba tiempo deseándolo. Muy a su pesar, sabía que no debía hacerlo. Se había dejado llevar demasiado por la atracción que sentía hacia ella y no había pensado en el futuro, ya que de algún modo no era capaz de visualizarlo con optimismo. Quería recuperar la Montaña, sobrevivir a esa aventura, pero nunca había reparado en lo que sucedería si llega al trono. Cogió aire lentamente y desvió la cabeza, evitando mirarla.

-¿Y tú?-musitó él evitando su pregunta.

-Estar contigo. –contestó con timidez, provocando que el enano sonriera.

-Leah, yo... -comenzó indeciso, con el corazón latiéndole frenéticamente. "No debo hacerlo" pensó. 

La aludida levantó una ceja, mirándole, esperando que continuara. Él suspiró, lamentando su cobardía a la hora de confesarle sus sentimientos. Cerró los ojos y rozó de nuevo su nariz contra la de ella mientras seguía pensando. La sujetó por los brazos y, sin pensar más, simplemente dejándose llevar, empezó a trazar un camino de besos hasta uno de sus hombros, subiendo de nuevo por el cuello para dirigirse al otro. Sintió que la respiración de ella se agitaba bajo su pecho. Con una leve sonrisa dirigió sus manos hacia su espalda, bajándole lentamente la manta. Ésta cayó al suelo, permitiéndole al enano ver la semidesnudez de ella. 

El Hobbit: La gran aventura de LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora