Capítulo 4: Vínculos

1.2K 91 3
                                    

A la mañana siguiente empezaron el viaje a Erebor, poniendo rumbo al este. Todos los enanos, excepto Thorin, se sintieron intimidados al ver el majestuoso lobo, incluso alzaron sus armas contra él, pero la druida logró calmar tanto a los enanos como a su compañero antes de que hubiese algún desastre.

Todavía no habían despertado el resto de habitantes de la Comarca cuando partieron, así que Leah pudo estar tranquila de no tener que soportar más miradas curiosas o asustadas, salvo las de sus compañeros que miraban con cautela al lobo. A las afueras estaban atados dieciséis ponis y un caballo. Los enanos y el mago montaron en sus respectivas monturas y Leah, antes de hacer lo mismo con Togo, comprobó que su carcaj estaba bien sujeto, se aseguró de tener suficientes flechas y que sus armas estuvieran bien afiladas. Finalmente, subió ágilmente sobre su peludo compañero y siguió a la compañía enana. Apenas caminaron unos kilómetros cuando apareció Bilbo por detrás corriendo y pidiendo a gritos que le esperaran con un largo papel en la mano. Enseñó a Balin que había firmado el contrato y dijo que se unía a ellos. Mientras el anciano enano miraba minuciosamente que efectivamente era así, el hobbit abrió mucho los ojos y dio un par de pasos para atrás en cuanto se dio cuenta de sobre qué iba montada Leah. Parpadeó con nerviosismo y se tranquilizó al ver que ella se limitaba a sonreír y acariciaba al lobo. 

-Todo parece estar correcto.-anunció Balin llamando la atención de Bilbo.- Bienvenido, señor Bolsón, a la compañía de Thorin Escudo de Roble.- le guiñó un ojo mientras otros reían.

-Dadle un poni.-ordenó de mal humor el líder de la compañía.

Aunque el mediano se negó, lo cogieron dos enanos por los hombros y lo montaron en una poni llamada Menta. Al reanudar la marcha, los enanos empezaron a pasarse bolsitas de dinero y Gandalf le contó que habían apostado si aparecería al final o no.

-¿Y tú qué creías? –preguntó el hobbit al mago.

-Bueeeeno... -cogió una bolsita que volaba hacia él.- Mi querido amigo, no he dudado de ti ni por un segundo.

-¿Y tú, Leah? –miró a la druida con interés, bajo la inquisitiva mirada del cánido.

-Yo no aposté nada, pero confiaba en que vinieras. –miró la chica de reojo a su lobo, que resopló tras gruñir con suavidad.- Por cierto, este es Togo, mi compañero desde... siempre. –el hobbit lo miró con algo de nerviosismo.- Tranquilo, no te hará nada, aunque sea un gruñón.

-Es bueno saberlo.-sonrió el mediano y de repente estornudó.- El pelo de caballo... me da alergia. -empezó a buscar un pañuelo, sin éxito. Los enanos estallaron en carcajadas cuando el mediano pidió que volvieran atrás a por ello, y siguieron sin hacerle mucho más caso.

Leah le miró y torció los labios mientras pensaba.

-¿Quieres montar conmigo sobre Togo? –preguntó Leah, recibiendo un gruñido por parte de su lobo.- Oh, vamos... si pesará poco más que yo y es por su salud. –le rascó detrás de las orejas con suavidad y su compañero resopló, totalmente resignado.- Venga, sube, Bilbo, ponte delante de mí.

-¿Por qué delante de ti? –preguntó tímidamente el hobbit.

-Porque... -Bilbo la miró intensamente y ella entrecerró los ojos pensativa y acarició sus labios con el dedo pulgar.- al no haber riendas, podrías caerte, así te sujetaré. No te molesta ¿no? –le guiñó un ojo. El mediano se sonrojó y desvió la cabeza, fingiendo pensar en su ofrecimiento para ocultar sus ardientes mejillas. Gandalf no pudo evitar reírse con suavidad al darse cuenta de ello.

Bilbo aceptó poco después y paró a Menta. A su lado se detuvo el lobo y, antes de que el hobbit empezase a cambiar de animal, Togo le olfateó. El mediano se quedó paralizado al no esperarse que él lo estuviese examinando y le miraba con cierta severidad. Tragó saliva y, al acabar el lobo de examinarlo, acabó montando encima de él continuando así la marcha.

El Hobbit: La gran aventura de LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora