Capítulo 42. Miedo y dudas

375 19 19
                                    

Leah abrió los ojos lentamente notando punzadas de dolor en la cabeza y el estómago bastante revuelto. Cerró los ojos, llevó su mano derecha a la frente y la apretó, intentando en vano aliviar ese dolor. Suspiró con pesadez, recriminándose a sí misma el hecho de haber bebido tanto la noche anterior. La noche de la boda de Thorin. Por un momento se quedó bloqueada con ese nombre. Llegó a pensar que Arä cancelaría la boda tras saber que él, en su viaje, se acostó con ella, pero dedujo que la conversación que tuvieron le dio fuerzas para seguir adelante. Gruñó levemente al notar un nudo en el pecho al recordar todos los sentimientos hostiles que afloraron en ella cuando se enteró de que él estaba comprometido. Entreabrió los ojos y miró de reojo a Bilbo, que estaba profundamente dormido dándole la espalda.

Se levantó despacio y se vistió con su habitual traje de cuero negro, sintiéndose bastante más cómoda de lo que recordaba de la noche anterior. Se miró en el espejo y comprobó pestañeando varias veces lo revuelto que tenía su rojo pelo. Se peinó como pudo y, tras dedicarle una caricia en la cabeza a Bilbo y darle un suave beso en la mejilla, salió de la habitación. Necesitaba aire. Se apoyó contra la puerta y observó la que tenía casi en frente. Esa habitación pertenecía a la pareja recién casada. El nudo del pecho le apretó todavía más. 

Se fue con paso rápido de ahí, intentando esquivar por el camino los cuerpos dormidos que apestaban a cerveza de los enanos. Sabía que seguían vivos por los ronquidos, así que no le preocupó en absoluto ninguno de ellos. Ahora mismo no. Atravesó la vasta entrada a la montaña y el aire frío alivió un poco su malestar físico, aunque su estómago seguía revuelto. Se dirigió con calma al claro donde mantuvo oculto a Sombra mientras intentaba no pensar.

-Pobrecita... -susurró una voz burlona en su cabeza. Ella gruñó de nuevo.

-Sal de mi cabeza... -susurró con furia.

-Es más divertido estar aquí... de momento. –la druida intentó ignorarle, pero su visión comenzaba a difuminarse mientras llegaba a un árbol. –Me gusta ver el rencor que tienes hacia ese enano y que sigues con tu sensación de haber sido un juguete para él. Sólo se te ocurre a ti entregarte a una raza inferior... -ante ella aparecieron imágenes de la noche en que ambos compartieron cama de manera muy íntima. Quiso cerrar los ojos, pero fue inútil. Esas imágenes seguían apareciendo en su mente con mucha claridad.- No sólo has estado por debajo de una gema, si no también por debajo de una enana inútil...

-Eso no importa... Yo a quien quiero es a Bilbo.–afirmó con seguridad.

-¿De verdad? ¿No fue tu analgésico emocional?-su voz burlona le agotaba la paciencia.

-Por supuesto que no.-respondió de nuevo con seguridad.

-¿Entonces qué es este sentimiento de inferioridad que tienes ahora mismo? ¿Qué es este dolor que sale de tu pecho? –su voz la irritaba todavía más.- Puedo sentirlo tanto como tú. 

-Basta... ni voy a dudar de mis sentimientos ni tengo por qué darte explicaciones. –susurró apretando los puños hasta hacerse sangre en las palmas al clavarse las uñas en ellas con tanta fuerza.

-No te hieras tan rápido... la diversión comenzará pronto... -susurró y su presencia desapareció tras una sonora carcajada.

-¿Pronto...? –eso la dejó perturbada durante un rato. Negó con la cabeza, no quería darle importancia. No todavía.

Sin embargo, su cabeza se llenó de pensamientos. ¿Por qué sentía ese dolor? Estaba segura de que quería a Bilbo. Últimamente veía que intentaba hacerse el fuerte y estar bien, pero sabía que en el fondo lo estaba pasando muy mal. Ella le entendía, pero no podía huir de ese enfrentamiento por más que quisiera. Le encantaría olvidar esa guerra contra Dyrian, desentenderse de todo y ser libre con su amado y su dragón. A esas alturas ya no era posible, el veneno de ese druida la mantenía controlada por él. Si él vivía jamás descansaría tranquila y tampoco querría cargar con las muertes de gente inocente. Cerró los ojos recordando todos sus momentos íntimos, sus ojos mirándola como si fuera la única, su aroma, sus labios, sus caricias...

El Hobbit: La gran aventura de LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora