19. Pequeñita.

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Estamos en el restaurante del hotel y el padre de Robert es quien ha preparado todos los platos de comida. Sin duda tiene buena mano porque hemos comido todo casi sin hablar.

¡Qué rico! Aunque si como más creo que explotaré.

Somos mucha gente en la sala y su hijo ha decidido ayudarle sirviendo a todos. Tiene varios camareros, prácticamente uno por mesa, ¿y a cuál creéis que ha ido a para Robert?

Me está mirando.

De repente un suspiro inunda la mesa y apoyo mi cara en una de mis manos mirándole. Aaron se ríe de mi y de mi ridícula forma de prestar atención a aquel chico, pero es...

- Es guapo, lo sabemos todos, ¿puedes dejar de dar el cante?- me dice Aaron como siempre, molestándome.

- Si no hago nada.- finjo normalidad.

- No haces nada normal, mira a Robert, él también se ríe de ti.- miro hacia mi camarero particular y veo que está apoyado en una pared riéndose sin parar.

Intento no ponerme roja, pero es inevitable. Tan pronto como acabamos el postre, llevo a rastras a mi amigo a nuestra habitación.

Cierro la puerta tras de mi y no me lo pienso dos veces.

- Aaron creo que me gusta Robert, o al menos si no es gustar me atrae lo suficiente como para querer conocerlo.- mi amigo me mira alzando una ceja, pero no entiendo que quiere decir.- ¿No piensas decir nada?

- ¿Qué quieres que diga?

- Se supone que tú eres quien dijo de hacer una especie de escáner para chicos que pretendan algo conmigo, ¿y bien?- pregunto intentando buscar esperanzas para que Aaron no lo considere un capullo.

- Parece buen chaval, huele bien, viste bien y si te ha agarrado así la mano mientras he estado en el baño, y no se ha abalanzado sobre ti aprovechando el momento, merece la pena. ¿Te sirve?

- Me sirve pero, ¿ahora que hago?- pregunto nerviosa, parece que sea nueva en esto.

- Tía, no es la primera vez que te gusta un chico, no eres nueva. Mientras estemos los tres juntos intentare dejaros solos a menudo, pero por favor, deja de quedar como una idiota.- odio que me diga eso, pero me jode más que tenga razón.

Asiento con mi cabeza y me siento a su lado. Me tumbo sobre el colchón y suspiro.

Aaron me mira y finalmente se tumba.

- Ojalá entrase por esa puerta y pudiese conocerle más. Es un misterio, pero eso es lo bueno de la vida. Si mostramos todo se vuelve monótono, ¿no crees?

- Es un chico raro, pero tú también lo eres, así que hacéis la pareja perfecta.- se ríe solo y la verdad, no entiendo por qué me llama rara, odio que utilicen esa palabra.

- ¿Se supone que es un cumplido?- dudo por un momento.

- Lo es, anda prepárate que nos vamos, si quieres ligártelo, tendrás que salir de estas cuatro paredes.

Me levanto y voy al baño. Me lavo los dientes, me peino y salgo. Cojo mi bolso y me dirijo a la puerta. El grandullón va detrás, como si fuera mi guardaespaldas.

Agarro el pomo mirando hacia atrás para comprobar que no nos dejamos nada y cuando miro hacia delante...

-¡Ahhh! Joder Robert que susto, un poco más y te como.- suelto presa del pánico y él, sonríe.

- Uh, ¿le comes? Que rápido vas hija, déjate algo para dentro de unos meses.- las palabras de Aaron hacen que abra los ojos como platos y Robert se pone colorado.

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