40. La despedida.

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Los días han ido transcurriendo entre citas, paseos, quedadas con amigos y millones de momentos para recordar.

Ahora ha llegado ese momento en el que, los dos nos hemos tumbado en la cama y fingimos estar bien pero, ¿lo estamos de verdad?

No, Charlie, tu no lo estás. ¿Quieres que se vaya?

No quiero, no quiero volver a tener una distancia ni unos kilómetros que nos separen, pero no puedo evitarlo, no puedo evitar sufrir por ello. Robert y yo llevamos un rato hablando de nuestro futuro, que aun asiendo incierto, ya tenemos planes. Esos que solo la ilusión y el amor avivan.

- Te quiero.- susurra en la oscuridad de la habitación.

Yo por el contrario no digo nada, solo lloro en silencio, pero mi nariz se llena de mucosidad y al respirar soy delatada.

- ¿No estarás llorando no?- no puedo, no puedo contestar, solo intento contener el aire pero me es imposible.

Sin mas, sin esfuerzo y sin miedo, rompo en el llanto. El más puro y sincero, el que me rompe por dentro de pensar que otra vez va a estar lejos.

- Eh, no, por favor no te pongas así que me voy a poner mal yo.- sin pedirme permiso se tira sobre mi para abrazarme y yo me desahogo.

- No quiero que te vayas, te voy a echar de menos.- digo entre sollozos.

- Lo se, yo también a ti, pero te veré más, te lo prometo. Además no debes ponerte triste, hemos pasado unos días perfectos.- tiene razón, pero la causa es esa, una vez que hemos pasado estos días tan cerca me cuesta imaginarme de nuevo distanciada de él.

- ¿Cómo lo haces?- pregunto sorprendida.

- ¿Cómo hago el qué?

- Lo de no estar afectado.- suspira.

- Sí me afecta, me da pena pero a la vez creo que me intento autoconvencer de que nos veremos no dentro de mucho y por ello prefiero no ponerme mal. No es el fin y lo sabes, ¿me prometes que no vas a llorar más?- le digo que sí al oído y le doy un beso.

- Te quiero, ¿intentamos dormir?- pregunto ya un poco más calmada.

- Sí, vamos.- me vuelve a besar y yo le abrazo y le beso de nuevo.

- Robert..

- Dime.

- ¿Me puedes abrazar?- mi pregunta le hace reír levemente.

- Claro cielo, buenas noches.

- Buenas noches.

Cerramos los ojos y ya, al cabo de un rato, nos dormimos profundamente.

24 DE DICIEMBRE

Abro los ojos al notar que la luz del comienzo de la mañana entra por mi ventana. Su mano rodea mi cintura y su respiración choca contra mi oído.

Con cuidado agarro su brazo e intento quitármelo de encima. Despacio me giro para observarle dormir.

Así está incluso más guapo.

Durante unos segundos permanezco inmóvil para no despertarle pero de repente comienza a moverse y temo haberle desvelado.

Arruga la cara, se acerca a mi y sin abrir los ojos, me abraza fuerte y esconde su cabeza en mi cuello.

Vaya, ahora sí que no me voy a mover seguro.

Tras unos minutos quieta y en silencio miro el reloj y compruebo que son las diez de la mañana, así que ya va siendo hora de levantarse.

CINCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora