46. Juntos.

22 3 0
                                    

No lleva camiseta. Eso es todo lo que puedo pensar ante semejante espectáculo. Llevo observando sus movimientos desde que me senté en su cama.

¿Como puede ser tan perfecto?

Vuelvo a la realidad y cojo mi móvil, tengo que intentar distraerme como sea. Lo desbloqueo en busca de nuevas actualizaciones, notificaciones de cualquier tipo o alguna llamada. ¡Lo que sea!

¿En serio? ¿Nada?

Sabéis eso de que cuando más ocupados estáis, menos pendientes del móvil, no paran de marearos con miles de chorradas y que justo en el momento que es necesario cualquier cosa, ¿nadie es capaz de vivir pensando en ti? Pues al parecer, hoy es ese momento.

Gracias gente, me habéis ayudado mucho.

Quiero disimular, por una vez en mi vida no quiero dar el cantazo. Es algo que se me da terriblemente mal y por eso necesito mi móvil. Ahora, tendré que mirarlo y no se que es peor, si mirarlo con miedo por lo que pueda ocurrir después de que se quite la ropa o embobarme por como está.

Mi vida es un dilema continuo, Charlie, tranquila, todo saldrá bien.

Suspiro profundamente y lanzo el móvil sobre la cama algo frustrada.

- Charlie, ¿te pasa algo?- dice el chico sin camiseta, fornido, guapo y miles de cosas más que tengo en frente.

Yo le miro fijamente, primero a los pectorales, paseo mis ojos por su abdomen y luego recorro sus brazos. Trago saliva fuertemente, como si fuese pequeña y en un descuido, tras romper el jarrón favorito de mamá, ella, me hubiese pillado y espere su regañina. Ahora miro sus ojos y ya, me pierdo.

-Charlie, ¿hola, estás bien? Me estoy asustando.- su voz preocupada me saca de este trance, o al menos me atrevo a contestar.

- Sí, perdón, estoy bien.- digo a trompicones.

Que vergüenza, Charlie, eres patética. ¡DESPIERTA!

- ¿De verdad?- pregunta desordenandose el pelo.- Como has lanzado así el móvil, yo, no se, creía...

- Robert no pasa nada en serio, simplemente lo he tirado por ahí.- digo incorporándome lentamente. En finalizar lo agarro por el cuello y le doy un suave beso en los labios.

Huele tan bien.

Él me mira y sonríe, y yo le miro como si no existiese nada más.

Tras unos segundos agarrados sin hacer nada me separo y voy en busca de mi teléfono para guardarlo.

- Creo que debería ir cambiándome, ¿no?- le pregunto mientras comienza a descalzarse.

- A menos que quieras dormir con esa ropa...- me mira y se ríe y ante semejante risa contagiosa me uno a él.

Yo, tan inteligente y aplicada como siempre, soy de las que piensa que las cosas siempre se empiezan desde abajo, así que me giro buscando una mesa o cualquier cosa donde apoyarme para no perder mi torpe y al parecer, desaparecido equilibrio y me quito los zapatos.

***

Sigo quitándome la ropa, esta vez comienzo a desabrocharme el pantalón y miro hacia mi escritorio.

Que bonita es.

Ahí esta, apoyada como puede en un intento para quitarse los zapatos con algo de torpeza.

Está claro que no tengo vergüenza ni la conozco, pero simplemente es un cuerpo, no va a ver nada extraño. Intuyo que le atraigo, sino no estaría conmigo.

¿Qué pensará de mi?

Sea lo que sea, supongo que es todo bueno. Yo no quiero ponerla más nerviosa. Lo está, sin que diga nada se lo noto, así que intentaré mirarla de la manera más discreta que sé, de reojo.

Antes de bajarme los pantalones me inspecciono, no se ni que calzoncillos llevo pero espero que no sea nada desagradable.

Via libre.

Respiro, simplemente son negros, limpios y casi nuevos.

Ella ha seguido de abajo arriba. Ha pasado a los pantalones y, aunque intente no mirar...

Robert, no te pongas nervioso, has visto miles de veces a tu hermana en ropa interior. Solo es una chica.

Intento autoconvencerme, decirme todo lo mas suave que puedo que es mas de lo mismo, pero es imposible. No solo es una chica, es la chica, mi novia y nunca la había visto con tan poca ropa.

Bueno, al menos centrate.

Sí, centrémonos, voy a bajarme los pantalones. Una vez toda mi ropa en el suelo la cojo, le doy la vuelta para ponerla del derecho y en un descuido, miro de nuevo a Charlie.

A estas alturas está desabrochándose el collar y los pendientes, lo único que lleva es un conjunto de ropa interior negro.

¿Sera casualidad?

A diferencia del mío el de ella es todo de encaje, pero dejando aún cosas para mi mas absoluta y fácil imaginación.

Los nervios recorren mi cuerpo, miro a todas partes, intento contenerme y repetirme miles de veces que es un cuerpo más, por muy novia mía que sea. Pero lo que ella no sabe, o al menos, eso es lo que yo creo es, que me parece una de las chicas mas atractivas que he conocido nunca.

A pesar de ser bajita, tiene muchísimas curvas. Es delgada en cierta medida, tiene caderas y en cuanto a pecho y culo, va bien servida, para que mentir.

Tiene una cara dulce, de niña buena y llena de pecas.

Creo que esta es la parte que mas odio, ¿por qué tiene que tener pecas?

Aun así, es totalmente perfecta. Sexy es la palabra. Sabe como seducir sin enseñar.

Suspiro profundamente, cojo mis cosas y procedo a llevarlas a la silla donde las dejo para airearse tras su uso. Lo malo de esta es que está justo al lado de Charlie y no se que me va a poner mas cardiaco. Verla semi desnuda tan cerca, o que ella se ponga más nerviosa al verme a mi.

Sea lo que sea, habrá que probar suerte.

Y mientras ella se hace una coleta alta con su pelo multicolor, yo, me acerco despacio hasta la silla.

***

De repente un ligero ruido me hace pegar un brinco.

- ¡Ey, tranquila! Solo iba a dejar mi ropa.- dice Robert al verme tan sobresaltada.

Yo me giro y me doy cuenta de que solo llevamos ropa interior. Ambos nos miramos de arriba abajo, él, sonríe, y yo empiezo a ponerme más y más nerviosa. Cojo todas mis cosas y le imito dejándolas en la silla.

De repente noto como sus brazos me rodean por debajo del pecho y me da un beso en el cuello.

- Te quiero princesa.- me susurra al oído. Yo le agarro las manos y lo desenredo para girarme. Sin soltarlo coloco sus manos en mi cintura y rodeo su cuello como tanto adoro hacer.

Nos miramos el uno al otro sin decir nada y surge un fantástico beso lleno de energía. En finalizarlo apoya su cabeza en mi frente y me abraza fuete.

-Yo también te quiero jo.- digo y en acabar le lleno de besos que despacio, a pequeños pasos nos hacen caminar y tropezar con su cama.

CINCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora