43. El concierto.

31 4 0
                                    

Es viernes por la tarde, ya anocheciendo. Me he duchado, vestido y arreglado para la ocasión. Aún no me creo que haya podido cantar delante de ellos.

Al principio no sabía si abrir los ojos o apretarlos más fuerte, pero comencé por uno.

Sí, hacer el ridículo se me suele dar bien, menos mal que no tengo vergüenza.

Una vez que conseguí abrir los dos, posé mi mirada en un punto fijo y seguí cantando como si no hubiese nadie, solo yo.

Así que ahora tendré que hacer lo mismo o cantar con los ojos cerrados la mayor parte del tiempo.

Sea lo que sea, lo lograré, yo lo se.

Comienzo a preparar mi súper bolso, cogiendo todo lo que necesito.

Y lo que no. Pero por si a caso.

Mi móvil se ilumina, señal de que tengo algún mensaje, así que decido desbloquearlo para ver de quien se trata.

Oh Robert.

Sin dudarlo, abro el chat y leo un bonito texto que, en mi estado de nervios, hace que se me salten las lágrimas.

Hola cielo, supongo que estarás ocupada poniéndote preciosa, como siempre. Solo quería desearte muchísima suerte, aunque se que no la vas a necesitar porque te saldrá genial y demostrarás que cualquier miedo se puede vencer enfrentándose a él con insistencia. Solo te voy a pedir una cosa, disfruta, sonríe como tu solo sabes hacer y brilla como una estrella. Ojalá pudiera estar ahí para verlo, pero como no, espero tener un video para poder vivir el momento contigo aunque sea de lejos.

Ánimo cielo, yo se que puedes, te amo.

¿Mi cara? Un absoluto cuadro, sí, estas cosas que solo él me escribe en ciertas ocasiones me sonrojan, me hacen sonreír y parecer la idiota que nunca quise ser en el amor.

Volviendo de nuevo al mundo, miro la hora y sin mas, oigo un pitido de coche que me deja sorda. Asomo mi cabeza por mi ventanal y veo el coche de Violet esperándome en la puerta.

Con un gesto de mi mano, le indico que no tardo en bajar y, mirando a todas partes asegurándome que no olvido nada, me dirijo a las escaleras para bajarlas corriendo.

- ¡Mamá me voy!- mi madre no contesta, ¿dónde se habrá metido esta mujer.- ¿Mamá?

- Vamos hija llegarás tarde.- esta en la puerta, vestida y esperándome.

- ¿Qué haces ahí?- digo con los ojos como platos.

- ¿A caso pensabas que no iría a verte? Tira anda, que te esperan.- y haciéndole caso, flipando, salgo por la puerta y ambas, nos subimos al coche.

En él, como de costumbre, nos esperan Aaron y Violet.

- Vale, muy gracioso, ¿quién le ha dicho que puede venir?- miro a mis amigos y solo se ríen.- Muy graciosos.

- Oh cielo, no te avergüences, soy tu madre, me hace ilusión. Sus padres también van, ¿verdad Violet?- dice mi madre, a la que no se si creer o tirar del coche para no ponerme más nerviosa.

- Sí, están todos invitados Charlie. No te lo dijimos por si te ponías más nerviosa.- comenta mi amiga mirándome a través del espejo retrovisor.

- ¿Más nerviosa? No, que va, ¡Oh Dios hoy muero!

Las carcajadas inundan el coche y yo, me callo y dejo de pensar. Bueno, lo intento.

Al llegar al local entro con mis amigas mientras que los padres de todas ellas, los míos incluidos, van tomando asiento.

- Sigo pensando que es increíble que mi padre haya salido antes de trabajar para verme, que vergüenza.- digo a todas.

- Tía, relájate, solo tienes que hacer lo mismo que con nosotras.- Helen intenta calmarme. Aunque es tarea imposible.

Suspiro, es lo único que puedo hacer antes de semejante espectáculo.

Nunca mejor dicho.

La camarera nos presenta y todas salimos sonrientes. Yo lo intento, pero es la sonrisa más temblorosa y forzada de toda la historia de las sonrisas.

Todo el mundo me mira, ojos y ma1s ojos. El corazón me va a mil y empieza a faltarme el aire.

Yo puedo, yo se que puedo.

Me lo repito a mi misma una y otra vez, pero solo me pongo más nerviosa.

Imagine. Solo escucho eso, el título de la canción que vamos a cantar todas, a coro. Una canción ideal, de un mundo perfecto, de ese fantástico John Lennon.

Violet se sienta al piano. Nosotras en taburetes, de forma sofisticada. Suspiro fuertemente, cerrando los ojos ante todos.

La música comienza a sonar y soy yo quien debe empezar, pero mi voz no quiere salir.

Miro a mis amigas al borde del llanto y me animan. La gente hace lo mismo, así que Vi, comienza de nuevo la canción, pero pasa lo mismo.

Presa de los nervios, del miedo, las inseguridades y demás, comienza a caer una lagrima por mi mejilla.

Me levanto, sintiéndome lo mas ridícula del mundo e intento bajar del escenario corriendo, huyendo de esta horrible pesadilla hecha realidad. Pero justo cuando voy a pisar el suelo Aaron me agarra por los hombros y comienza mi frase. Delante de todos.

"Imagine there's no heaven, It's easy if you try, No hell below us, Above us only sky. Imagine all the people..."

Tras él, comienzan a cantar mis padres y los de mis amigas. Yo miro a las chicas sonriendo, me giro y me vuelvo a sentar en el taburete y es entonces cuando surge. Esa voz de la nada sale de mi, sin cerrar los ojos, sin un punto fijo, solo entre lágrimas.

El resto de repertorio me sale solo, bueno, nos sale. A todas.

Al finalizar, todos aplauden y yo no dudo en dar un abrazo a todos mis amigos.

Cuando me percato de todo lo ocurrido, corro hasta encontrar mi bolso y buscar mi móvil. Robert no solo me ha hablado, ha visto el video de todo y esta vez no ha escrito nada relevante. Simplemente un par de mensajes.

Has estado genial.

En poder, llámame.

¿Qué soso no?

Accedo a llamarle y al segundo pitido oigo su voz.

Perfecta, eso es lo que eres.

Sus palabras me hacen reír.

¿Qué dices? Estás loco.

Comienza a reír al otro lado del teléfono.

No, lo digo en serio, ha sido genial.

Suspiro.

Bueno, podría haber ido mejor.

Al oírme me interrumpe.

Todos los comienzos son difíciles, pero lo importante es el final. Así que alégrate, que ya eres capaz de cantar ante la gente y espero que ante mi también.

Mis risas inundan el momento. Nunca había estado tan feliz. ¡Lo he conseguido!

Sí Charlie, lo has logrado.

Y con mi alegría y los ánimos de mi chico y mi subconsciente, me dirijo a mis amigos para que ellos también hablen con él.

Horas después, llego a casa y Aaron conmigo. Le he ofrecido quedarse a dormir y disfrutar de esa alegría que me invade por dentro. Sin dudarlo, ha aceptado encantado.

Una vez en pijama, en la cama y tras muchas risas, me abraza.

- Sabía que lo harías enana.- me dice al oído y sonrió.

- Gracias.


CINCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora