Capitulo 35 **El Perdón**

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Narra Skandar.

________(tn) había estado en la calle la mayor parte del tiempo. Aun no sabía en claro que era lo que pasaba, estaba débil, pero me había prometido que saldría pronto de ese problema para continuar luchando al lado de mi esposa. Solo ella me había visitado, ni mi madre, Soumaya o... mi padre. Recordaba entre nubes pasajeras la imagen de mi padre abrazándome y llorando pero no estaba seguro si era un sueño o en realidad había pasado.

Cuando la puerta se abrió, jamás pensé que se tratase de esa persona, mucho menos que al verme hiciera aquella expresión, corriera y me abrazara. Me quede sin moverme, aquello era un hecho sin precedentes.

—Hijo —. Susurro mi padre.

No le respondí, francamente estaba en shock. Me soltó al ver que no le respondí.

—Skandar, hijo, tengo que hablar contigo —. Se dejó caer en el taburete — Todo esto, este infierno me hizo tocar fondo, quiero creer que aún no es tarde y que aun merezca tu perdón, pensar que... — mi Padre callo evidentemente afectado — te perdería me hizo saber que soy el peor de los padres, te he culpado de actos que yo mismo he provocado, tu solo has actuado conforme yo te enseñe, no eres más que una víctima de mi mala labor de padre. Quiero que sepas que... — volvió a callar y tomo mi mano —. Te amo, tu, tu hermana y tu madre son lo más importante, no me interesa quedar en la calle mientras los tenga a ustedes.

Lo mire, no sabía que responderle. Era verdad que por mucho tiempo había sentido coraje, rencor por el pero jamás había dejado de quererlo. Era mi padre al fin. La viva prueba había sido aquel día en que me dispararon, la llamada de William era para decirme que llegaría a un acuerdo conmigo, ambos nos quedaríamos con la mitad de aquella herencia siempre y cuando fuera al restaurante al frente de la comandancia pero por un mensaje de cambio de planes fui a dar a la empresa. Mi única mentalidad era obtener esa herencia y dársela a mi padre para por fin ser feliz al lado de mi esposa y de mi familia.

Ver a mi padre en esa imagen me hizo recordar el tiempo de mi niñez, las veces que me cargaba en sus hombros y me juraba que sería el mejor piloto del mundo. Era mi padre, fuese lo que fuese no dejaría de serlo, ¿y quién era yo para juzgarlo y no perdonarlo?, era consciente que algún día correría con un niño en mis brazos y le prometería ayudarlo a ser el mejor y quizá, sí, me equivocaría y como mi padre buscaría el perdón. Nunca es tarde para enmendar, mucho menos para pedir perdón. También debía disculpas a mi padre.

—Jamás deje de quererte, solo que por gran parte de mi vida estuve enojado, con migo, contigo, con mi madre, con Soumaya, pero eso no quiere decir que deje de amarlos. También me he equivocado, he cometido errores, no eres el único que tomo un camino equivocado, intente seguirte pero un ángel llego y me rescato, al parecer a ti también, y sin ti, jamás la hubiese conocido.

Mi padre sonrió y asintió mirando sus nudillos.

—Ella, eres afortunado hijo, es una buena mujer.

Sonreí también.

—Cuando la conocí jamás llegue a pensar que nos hiciera todo esto, ha puesto orden, ha vuelto a unir esta familia, me hizo entender que tengo que pedirte perdón, hijo mío, te amo, sin ti no sé qué haría, pensé que te perdería, que perdería a mi pequeño Skandi, al pequeño niño travieso de ojos miel, a mi campeón.

Al escuchar las dos últimas palabras no pude contenerme más, esas eran las palabras que mi padre me decía cuando era un pequeño y corría a sus brazos. Dos lágrimas brotaron de mis ojos y de los de mi padre mares, algo había pasado, un muro que dividió por años nuestras vidas se derrumbaba y nos dejaba al descubierto, mi padre y yo éramos otros, nos habíamos desnudado el alma, al fin entendíamos que lo único que valía la pena era la familia. Nuestras vidas en familia. Mi padre se puso de pie y me acurruco en sus brazos, en aquel lugar que era mi mejor protección a los tres años, aquellos brazos que me protegían de dragones y batallas, de zombis y malvados vaqueros. Los brazos de mi padre, de mi héroe de capa y espada. Aquel héroe que había olvidado su labor por años pero que ese día tomaba la espada y la alzaba al viento en señal de que había vuelto.

—De aquí en adelante no importa más esa herencia, mi herencia más grande es mi familia.

Me dijo mi padre y vaya que era verdad. La herencia más importante era nuestra familia.

Herencia De Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora