Herencia De Amor ©

CAPITULO 17: EL VESTIDO AZUL***

Narra __________ (tn)

Me había propuesto no verlo, no hablarle, no escucharlo desde ese día en que me describió como una salvaje y lunática, sabía muy bien que mi reacción hacia Janneke no había sido la correcta pero ella misma había provocado todo eso, las quemaduras del café no habían sido graves, por fortuna no quedarían cicatrices en mi pecho pero la cicatriz que quedaría después de la gran herida causada por Skandar en mi vida permanecería en mi para siempre, detestaba todo lo que me recordara a él, su perfume impregnado en su cama, sus muebles, no podía olvidar que él era mi verdugo, el causante de mi gran dolor, trataba de odiarlo, de aborrecerlo pero mi mente se negaba a sentir algo parecido al solo recordar el sabor de sus labios, el roce de ellos con los míos pero eso no pasaría de nuevo, no lo permitiría.

-Te quedaras aquí encerrada para siempre- Escuche a un lado de la cama donde aun estaba recostada sin ánimos de ver, ni escuchar a nadie mucho menos a él.

-No te enseñaron a tocar la puerta- Conteste de mala gana cubriendo mi rostro con la cobija.

-De todos modos no abrirías- Coloco una caja a un lado de mi, la cual puede ver de reojo.

-¿Qué quieres?- Hable entre la cobija- Vete, no quiero verte.

-Hoy es la boda de William ¿lo recuerdas?- Permanecía de pie a un lado de la cama.

-No me importa.

-Tiene que importarte eres mi esposa- Trato de acercarse pero se detuvo al verme levantarme bruscamente.

-¿Tu esposa?-Grite a los cielos- Es la palabra que más odio, y aun mas cuando la pronuncias tu, tú que me obligaste a serlo, antes de ti, de todo esto, soñaba con ser algún día esposa de un hombre al que amara, vivir en una casa llena de plantas, de amor- Las palabras empezaban a cortarse al pronunciarlas mientras que aunque lo intentara no podía parar las lagrimas de mis ojos- Pero hoy solo es una pesadilla, vivo en una casa llena de frialdad, con un hombre al cual odio y odiare siempre- Skandar no pronunciaba palabra alguna, mantenía la cabeza agachada.

-Esto a mí también me lastima- Pronuncio en un tono bajo- No soy un monstro como te has encargado de decirme cada vez que hablamos, yo nunca hubiera deseado que esto sucediera así pero todo me obligo, me acorralo a cometer este error- Trato de acercarse a mí pero la lejanía se agrando al dar unos pequeños hacia atrás huyendo de él- Yo también estoy sufriendo _____ (tn) ¡créelo!- Grito de una forma desesperada.

-No te creo, todo esto tu lo cometiste, tu eres el responsable de todo, tú me obligaste- Me acerque a él clavando mi índice en su pecho- Tu me chantajeaste con mi padre cuando tú mismo sabias que él era inocente de todo.

-Lose pero... - No termino de decir cuando volteo sobre sus talones dándome la espalda, ¿era acaso que Skandar estaba llorando?- Siempre he sido así pero hoy algo nuevo ocurre en mí, es la primera vez que siento miedo, tristeza y ...- Limpio su rostro y volteo a verme de frente.

-¿Y que mas?- Pregunte ante su silencio.

-No importa, lo único que debe importarte es que en cuanto pase el tiempo estipulado te daré el divorcio y tu jamás me volverás a ver- Me esquivo caminando hacia la cama donde estaba una caja de color rosa- Este será tu atuendo para la boda de William- Miro su reloj y continuo- Son las ocho a las cuatro partiremos a la recepción, espero que a esa hora estés lista- Dijo sin darme tiempo de decirle algo ya que salió rápidamente de la habitación.

No podía negar que algo nuevo despertaba en mi, aunque tratara de negarlo, de evitarlo, Skandar me hacía sentir que perdía la razón al estar al lado de él pero aun estaba a tiempo de parar todo eso, a tiempo de acabar con esa estúpida idea de enamorarme de el hombre que me hacia tanto daño, que había provocado derramar tantas lagrimas por su culpa.

De mala gana tome la caja, la abrí lentamente para ver su contenido, el cual era un vestido azul rey, largo, con cuello en v y mangas de tres cuartos de encaje, era lindo pero de cualquier manera me negaba a usarlo, no quería presentarme en esa fiesta sabía muy bien que estaría repleta de gente de abolengo, me reusaba a acudir, pase varios minutos sentada observando el vestido y los zapatos, no había puesto atención de que hora era y de que pronto la puerta estaría abierta con la presencia de Skandar apresurándome o tal vez presionándome a vestirme.