No quise ser malita y decidí subir un nuevo capítulo, espero y les guste :3
El lunes subiré otro más.
Besos y abrazos a todas mis lectoras bellas :*
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Narra ________ (tn)
Era una mañana fría, Skandar no había acudido a trabajar ese día. Estaba impaciente por acompañarme a la comandancia a levantar la denuncia oficial del asalto. Estaba bien pero la verdad hasta ese momento no le daba importancia, creía que era demasiada exageración todo ese asunto. Una licuadora y una cafetera podrían reponerse pronto.
— ¿Lista —me dijo al verme salir del baño.
— Sí —. Rodee los ojos —. ¿De verdad crees necesario esto?
— Claro, lo de ayer no se puede quedar así, esos tipos merecen pagar.
Me tomo de la mano y me arrastro hasta la puerta, tardo en abrirla, esa puerta jamás quiso a Skandar desde el primer momento que llegamos a ese departamento se había negado a abrirse con él. Sonreí al verlo jalar la perilla y ponerse colorado de coraje, dulcemente lo hice a un lado y abrí la puerta fácilmente. Para él era un secreto que solo bastaba impulsar la puerta al frente y girar la perilla. Ese secreto siempre fue mío.
— ¿Por qué nunca he podido abrirla? —me dijo ceñudo y cruzado de brazos.
— Quizá sea que no le caes bien —sonreí y le di un casto beso en los labios.
Para llegar a la comandancia caminamos alrededor de cuarenta minutos, Skandar no tenía auto. En realidad si tenía pero últimamente estábamos tan cortos en dinero que llenarle el tanque de gasolina era imposible. Además que Skandar se negaba a usarlo argumentando que debía aprender a salir adelante desde abajo. Esas palabras me enorgullecían más de mí amado esposo.
La comandancia estaba llena de gente, algunos golpeados otros cruzados de brazos y uno que otro caminando esposados al lado de los uniformados. Mire a Skandar quien se mantenía recto al lado mío. No me resistí y estire la mano tocando su mejilla, era muy guapo, demasiado para ser permitido y lo mejor del mundo es que era mi esposo.
— ¿Qué pasa? —me dijo al sentir mi caricia.
— Eres muy guapo.
— Tu eres hermosa —sonrío de medio lado haciéndome sentir tantas cosas a la vez. Deseo.
— ¿Señora Keynes? —dijo el comandante saliendo de su oficina.
Señora Keynes, hace semanas detestaba la frase, ese día me hizo sonreír. Me gustaba como sonaba.
— Sí, soy yo —respondí mirándolo.
— Pasen por favor —nos dijo.
Skandar no lo dudo. Me tomo de la mano y me llevo arrastras a la oficina. En menos de cinco minutos estaba sentada enfrente del comandante respondiendo preguntas.
— ¿Pudo ver una seña en particular del hombre? —me pregunto el comandante.
— Si, tiene un tatuaje en el brazo, a la altura del hombro es como un escorpión.
Recordé al hombre. Como entro a casa, la forma en que me empujo y caí al suelo, las dos bofetadas que me dio y su tatuaje.
— ¿Solo era un hombre?
— No, eran tres. Los otros dos se encargaron de tirar todo en nuestro departamento. —le respondí al comandante.
— ¿Tienen algún sospechoso, algún enemigo?
Negué. Mire a Skandar estaba pensativo, pálido. Giro la mirada para observarme y negó titubeando.
— Investigaremos de quien se puede tratar, por lo pronto les aconsejo que tengan cuidado. Señores su asalto fue muy raro, más bien parece un acto de advertencia. Les pido que cualquier problema me lo hagan saber, por favor.
Asentí. Skandar también.
Media hora más tarde estábamos rumbo a nuestro departamento. Caminando de la mano en silencio, Skandar estaba muy callado, pensativo.
Me detuve en seco y lo mire con cuidado.
— ¿Pasa algo Skandar?
— Nada cariño, solo tengo hambre —. Sonrió pero la sonrisa no le llego a los ojos, aun seguían nublados —. ¿Quieres comer algo? Tengo un poco de dinero.
— No creo que debas gastar ese dinero, estamos muy reducidos en gastos.
Skandar torció la boca y levanto una ceja. Esa expresión me dejaba sin aliento, en verdad mi esposo era un seductor. Me hacia desearlo en medio de la calle.
— Vamos, solo será un pequeño gusto.
Me jalo de la cintura y de pronto estaba entre sus brazos, aspirando su perfume y mi calor combinándose con el suyo.
— Anda dime que sí.
Susurro besando las comisuras de mi boca, avivando en mí el dolor exquisito del deseo en mi interior, calentando mi sangre y contrayendo músculos íntimos que no conocía hasta el día en que me entregue a él.
— Está bien —susurre con voz entrecortada empapada de deseo.
Me sonrió triunfante. Ese día Skandar había encontrado mi talón de Aquiles. Sus besos sobre mi piel.
Me tomo de la mano y caminamos dos cuadras pero antes de cruzar la avenida escuchamos una voz femenina entonar su nombre.
— ¡Skandar, Skandi!
Giramos al mismo tiempo y del fondo se acercaba la estúpida rubia corriendo sobre sus tacones y con su vestido rosa muy corto levantando los brazos. La estúpida Janneke. Rodee los ojos y Skandar se encogió de hombros, después frunció el ceño y abrió la boca para decirle algo a la rubia que se detuvo en seco al escucharlo.
— ¿Qué haces aquí? —pregunto Skandar enfurecido.
— Quería verte —contesto la rubia mirándome de fea forma.
— No es necesario Janneke te puedes ir —Skandar no titubeo al decirlo.
— Pero... Skandar.
Genial ahora estábamos en medio de la calle enfrente de una rubia llorona.
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Herencia De Amor ©
Teen FictionSkandar Keynes joven impuesto a vivir en una mundo lleno de comodidad y placeres, se ve obligado a buscar en un mundo desconocido para él a una joven inocente e ingenua para convertirla en su futura esposa, esto con el fin de obtener la herencia d...