Capítulo cinco

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Multimedia: Christopher James Campbell.

-6:30AM-

-¡Alexandra, apúrate! - se escuchó el grito de Caleb desde la planta baja. Abrí mis ojos con pesadez y me levanto con pereza para luego dirigirme hasta el ropero, lo abro y elijo, aleatoriamente, un jean negro roto y ajustado, una playera manga corta color negra con el logo de Nirvana y mis zapatillas del mismo color que el jean y la playera.

Agarré la mochila con todos mis libros en él y salí de mi habitación para bajar las escaleras y dirigirme hacia la cocina en busca de mi desayuno.

-¿Cómo has amanecido? - Pego un salto ante tan repentina aparición de mi hermano mayor. Me volteo y asiento mientras lo observo agarrar unas llaves, que yacían en la mesa, para después meterlas en sus bolsillos traseros.- Ah, por cierto, hoy irás sola al instituto en "tu" moto. -Rodé los ojos ante su énfasis.- Hoy llegaré tarde, tengo que llevar a Aaron al kinder por lo cual nos iremos en mi auto, que ya trajeron.- y se retiró de la cocina, sin antes lanzarme las llaves de su moto. -Ten un buen primer día.

Un escalofrío recorrió por toda mi columna vertebral, los nervios al pensar en empezar mi primer día de clases me inmovilizaban por completo. Luego de abandonar el último año de la secundaria e ir y salir a trabajar para mantener a mi familia más para poderle pagar los medicamentos a mi madre, se me hacía difícil el pensar cómo sería volver a escuchar un profesor, a atender a las clases, hacer tarea o estudiar. ¿Podría con ello?
La angustia de tener todo servido -como la educación, comida y una casa en buen estado- y que todo desaparezca eran inmensas. Quería estudiar, quería terminar la secundaria y quería ser alguien en la vida, dejar una marca.
El miedo de que todo se me fuese arrebatado era muy fuerte.
Ya con diecinueve años de edad no creía posible que la dejasen ingresar de nuevo a un Instituto, pero aún así ocurrió. Gracias a papá.

-Supongo que hay que habrá que aprovecharlo mientras pueda.

Solté un suspiro y decidida me encaminé hasta el garaje, saqué la moto de Caleb hasta afuera, me coloqué el casco que la acompañaba y la encendí para luego dirigirme hasta donde sería mi nuevo instituto. Había tenido la suerte de que mi hermano me hubiese dejado un mapa, a un costado del manubrio, con las calles por las que tendría que pasar y así llegar a tiempo.

El viaje era largo por lo que si no partía ahora mismo, llegaría más que tarde.

Una hora después me encontraba llegando al nuevo instituto más conocido de Manchester. Desvié mi vista, en segundos, hacia el reloj que tenía en mi muñeca y aceleré el paso al ver que tenía tan solo quince minutos y solo me faltaban unas tantas cuadras para llegar; había tenido bastante suerte al tener las calles y avenidas desoladas a estas horas de la madrugada, pero toda esa paz se esfumó cuando de pronto se pasaron tres motos de tres diferentes colores delante de mí: una azul oscuro, otra de color negro y la última de un color rojo bastante llamativo. Luego que dos de ellas se colocasen a mis costados; la azul en mi derecha y la roja en mi izquierda causando que por un momento pierda el control de la mía.

Sentí como una presión se adueñaba mi pecho, que solamente significaba una cosa.

Algo malo iba a pasar, pensé temerosa por mi vida.

La moto que se encontraba a mi lado derecho se coloca en frente mío y al costado izquierdo de la moto negra, evidentemente el que dirige esta situación.

Me corro hacia un costado derecho, al lado de la moto negra por un lado estrecho de la calle y aumento la velocidad un poco más, escapando de allí.

Pero no me salvé tan rápido como pensé después de ver la moto azul oscuro avanzar hasta a mí y colocarse justamente a mi lado, como si me quisiera chocar conmigo y causar un accidente. Nerviosa trato de aumentar la velocidad aún más para escaparme de esa moto con intenciones de chocarme, pero lo que pasa después, cuando me doy cuenta que estoy por chocar a la moto negra que alguna vez creí haberla pasado de largo. Reacciono, antes de tiempo, y llego a frenar justo antes de chocar con la moto negra ya estacionada y el chico que se apoya en ella. Luego de unos minutos en los que ordenaba mis pensamientos levanté mi cabeza, con el casco puesto, y pude notar que había estacionado justo frente al instituto.

CHRISTOPHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora