Capítulo seis

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Me di la vuelta y vi a Caleb ingresando a la institución. Por su rostro pude ver que se encontraba cansado, exhausto.

Caminé hasta él mientras mi hermano tendía algo entre sus manos en dirección hasta mí.

-Te olvidaste esto en casa.- por momentos lo mire confusa mientras agarraba mi móvil ya que había creí que lo llevaba conmigo, pero luego recordé que no lo había podido agarrar.

Le sonreí agradecida a mi hermano mellizo y él me devolvió el gesto con una sonrisa egocéntrica. Rodé los ojos. Él nunca iba a cambiar.

-¿Ya conoces el Instituto?- pregunte a Caleb, curiosa.

El asintió con una sonrisa burlona mientras desordenaba mi cabello, a lo que gruñí y aparté su mano inmediatamente. Segundos después, suspiro al ver que mi hermano no se forzaba a buscar un tema de conversación, me despido de él para luego ir en busca de mi bolso, en mi casillero, y finalmente dirigirme a mi próxima clase.
Miré el papel entre mis manos y leí atentamente cada una de mis clases hasta llegar a la hora actual, seguí con mis ojos los días lunes, martes y miércoles hasta llegar al jueves.

-Arte.- murmuré y me dispuse a buscar el salón.
Después de caminar varios minutos por los pasillos y al fin encontrar la puerta de la clase, miré por la ventana de la puerta y vi que había una profesora junto un alumno menor ayudándola a acomodar los acrílicos y pinceles en un estante.

Golpeé tres veces el vidrio de la ventana de la puerta y vi como la profesora me hacía unas señas para que entrara.

Pasé con cuidado tratando de no hacer ruido, romper o tirar algo. Me acomodé la mochila y comencé a conversar con la profesora contándole que era la nueva estudiante. Dejé la mochila en una de las primeras banquetas y le ofrecí mi ayuda a la profesora de arte, cual su nombre era Sarah, una mujer joven de 32 años con una pasión enorme al arte. Su cabello era castaño y sus ojos de un color precioso marrón acaramelado.

Toco el timbre y después de unos pocos minutos el salón comenzó a llenarse de alumnos. Me senté en la banqueta donde había dejado mi bolso y cinco minutos después, o más, la profesora había comenzado su clase, cuando el sonido de que golpeaban la detuvo a ella y a su plática de cómo iba a ser este semestre con ella como profesora.

La profesora advirtió a la persona que había llegado tarde pidiéndole amablemente que fuera la última vez al llegar tan tarde a su clase. Tenía curiosidad de ver de quien se trataba, pero estaba tan abocada en mi dibujo que no podía desconcentrarme.

Lo que primero fueron rayas al final terminó convirtiendo en un hermoso cuervo que ya me había acostumbrado hacer tantas veces en los suburbios de Londres. Dándoles los últimos retoques un murmullo se escuchó detrás de mí. La curiosidad me carcomía por descubrir el tema de tanto murmullo, pero todo el cuchicheo fue silenciado por los pedidos de la profesora. Sarah se me fue acercando a paso lento para luego colocarse a un lado de mi mesa mientras yo seguía intentando darle vida al cuervo. Y una vez que estuve satisfecha mire mi dibujo y sonreí victoriosa.

Escuché cómo la profesora pegaba un gritito apenas audible pero lleno de asombro al ver el dibujo de mi cuervo.

-Tienes muchísimo talento, Alexa. -sonreí agradecida por su cumplido. Y fue cuando me di cuenta que yo era el tema de tanto cuchicheo, ya que todos mis compañeros de la clase miraban en mi dirección.

Me di la vuelta para guardar mis lápices en mi mochila, una vez que la profesora se retiró de mi lado para ir a ver los otros trabajos de mis compañeros. Pero sentí una característica punzada en mi nuca, haciendo mirar al frente buscando al causante de la mirada tan profunda en mí; lo vi, con su sonrisa blanca, irónica y a la vez burlona.

CHRISTOPHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora