Capítulo veintiocho

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Observé la puerta por la que anteriormente se había ido Christopher y me refregué las manos en la cara.

Su actitud extraña, su incomodidad, su forma de evitar mis ojos cuando lo intentaba ver fijamente, todo me parecía sospechoso.

Me decidí por levantarme del suelo y seguir al pelinegro en busca de respuestas, no pensaba quedarme sentada en el suelo de su habitación de hotel pensando en un por qué; palmeé la parte trasera de mi pantalón, quitando el polvo, y me encaminé hasta la puerta para luego colocar la llave, cual minutos antes se encontraba en el bolsillo trasero de mi jean, en la cerradura y girarla junto con el picaporte.

Cerré la puerta detrás de mí, con pestillo, ya una vez en el pasillo y me encaminé hasta la habitación de hotel que compartía con Eleonor.

Agarré el picaporte y lo giré, abriendo la puerta sin seguro y encontrándome con la habitación vacía junto con el sonido del agua corriendo de la ducha proviniendo desde el baño.

Dejé las llaves sobre la mesa, me acerqué hasta la puerta cerrada del baño y golpeé tres veces con el nudillo de mi dedo índice.

-¿Eleonor? -me aseguré.

-¿Alexa? - gritó por el ruido del agua de la ducha corriendo. -¿Qué ocurre?, ¿Estás mejor?

Recargué mi frente en la puerta y suspiré.

-Sí, estoy bien. - me despegue de la puerta y pregunté. -¿Sabes a dónde se fueron los chicos?

Se escuchó el ruido del agua disminuirse, a lo que fruncí mi ceño cuando no logré escuchar nada. Rodé los ojos y me encaminé hasta la cama del hotel en la que dormía para sentarme y esperar a que Eleonor se dignara a salir del baño, cosa que varios minutos después, ocurrió.

Con una toalla en la cabeza y otra rodeándole el cuerpo hasta las rodillas, se paseó hasta llegar a la cama donde ella dormía, en la cual había dejado su ropa doblada para ponérsela al salir.

-¿Me puedes responder? - solté impaciente al ver que no mostraba ni la más mínima intención de decirme.

-¿Qué cosa?- preguntó sin entender. Levantó la vista hasta mí y me vio rechinar los dientes del fastidio.

-¿Dónde están los chicos?- repetí tratando de contener la calma. Eleonor agarró su ropa junto con los zapatos y se encaminó hasta el baño, pero antes de ingresar se detuvo y respondió:

-Ahora que lo recuerdo, Matthew y Christian me habían dicho que iban a estar en el restaurante del hotel para merendar. -y se adentró en el baño.

Me levanté de la cama y me encaminé hasta la mesita de luz, en la cual se encontraba mi móvil cargándose; desbloqueé la pantalla y, al ver que contenía el punto total de batería, lo desconecté y lo guardé en el bolsillo trasero de mi jean.

Me dirigí hasta puerta de la habitación, a paso rápido, y la cerré una vez que estuve en el pasillo; caminé hasta el elevador y me adentré en él, una vez que las puertas metálicas se abrieron.

Apreté el botón de Planta Baja y cuando las puertas del elevador se cerraron me recargué en la pared del elevador y suspiré.

Me giré para observarme en el espejo y se me fue imposible no sorprenderme al verme en el reflejo con ojeras debajo de mis ojos cansados, el cabello todo desordenado y mi remera toda arrugada.

Refregué mis manos en mi cara y me miré al espejo, ya no tenía cara de dormida pero aún seguían las ojeras; peiné mi cabello con mis dedos y acomodé mi ropa antes de salir del elevador para dirigirme al restaurante del hotel.

CHRISTOPHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora