Lo había arruinado. Lo había arruinado todo.
Dash..., pensé. ¿Qué pasaría con ella?
No había podido despegar un ojo en toda la noche pensando en lo sucedido. ¿Cómo es que fui tan estúpida en equivocarme de campera?, ¿Quién más se habrá dado cuenta?, ¿Solamente Christopher y Eleonor?
Entre muchas más preguntas cuyas atormentaban mi cabeza, negándome el sueño sin antes tener una respuesta.
Después de lo ocurrido con Christopher lo permití verme débil cuando caminé lejos de él, luego de unas palabras del director referido a mis palabras y al mural, agradecí por ello y me largué de una vez por todas hacia un lugar seguro en donde estar, un lugar lejos de Christopher. Cuando llegué a casa, a mi habitación, no puede evitar querer destrozar, tirar y desarmar todo. Y así lo hice. Todas mis cosas, cuyas anteriormente estaban todas en orden, ahora se encontraban esparcidas por el suelo. Sentía mis ojos humedecerse. Quería llorar, quería soltar toda esa ira, esa impotencia que sentía dentro de mí.
Otro ataque, pensé mientras me caía de rodillas al piso.
Y era cierto, había tirado todo lo que se encontrara a mi paso, había roto espejos, destrozado sabanas, colchas y hasta una lámpara, entre otros. Todo, a excepción de una: La campera.
Recuerdo tener las inmensas ganas de rasgar sus mangas. Pero, por alguna razón, no pude. Algo me lo impedía.
Esa grande e insignificante campera tenía historia, recuerdos míos, memorias de valor. Aquella prenda estuvo en mis mejores y peores momentos de mi vida. Y fue inevitable no sonreír ante el recuerdo de cómo fue el día en el cual grabé aquella D en la campera negra.
-¿Qué haces?- preguntó un Caleb de 16 años de edad con Aaron en brazos. -¡Hey!, ¿Esa no es mi campera favorita?- se quejó, casi llorando.
-Era. Ahora es mía. – reí al sentir otra queja mientras veía como grababa una enorme "D" en medio de su, y ahora mí, campera.
-Cuídala.- rogó.- Y que Dash también lo haga.- comentó con gracia.- ¿Sabes que tienes todo mi apoyo, no?- lo miré fijamente por unos minutos y luego asentí. Sonrió y se retiró de mi habitación para luego dejarme continuar con la campera.
Algún día tendría que perdonarlo a Caleb; había veces en las que solamente requería un abrazo suyo para sentirme mejor, pero no. El rencor por haberme dejado sola con Aaron, causando que perdiera mi vida social, mientras nuestra madre se ahogaba en alcohol, para "olvidar" su depresión. Es algo de no se perdona ni se olvida de un día para el otro. Era doloroso ver como mis "amigas" pasaban en frente de mi casa para ir a un antro, un lugar para ir a disfrutar, para ir a bailar, para ir a pasarla bien; siquiera me invitaban, pasaban de mí. Ya ni me hablaban. Estaba sola.
Todos aquellos pensamientos y recuerdos fueron obstruidos por la llamada entrante de mi teléfono. Lo saqué de mi bolsillo, y sin ver el llamante, hablé.
-¿Sí?- Sentía mi voz rasposa, el nudo en mi garganta dolía al hablar.
-¡Alexandra! –gritó Ellie por el parlante. -¡Me tenías preocupadísima! – sonreí apenas al sentir su tono intranquilo. Eleonor no era como las personas que alguna vez creí que fueron mis "amigos", ella al menos se preocupaba. - ¿En dónde te habías ido? ¡Con Caleb te buscamos por todos lados!- siguió chillando inquieta. Intenté reír. ¿Con Caleb?, ¿Por todos lados? , pensé con burla.
-¿Segura que buscaron bien?- pregunté con sarcasmo mientras tomaba fuerzas y me levantaba del piso para luego recostarme en mi cama. En el tiempo que Eleonor no respondió me digné a observar mi habitación.
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CHRISTOPHER
Novela JuvenilTras la muerte de su madre, Alexa junto a sus dos hermanos se ven obligados a volver a su ciudad natal, al estar bajo la custodia de su padre, teniendo que dejar todo atrás lo ocurrido en Londres, a excepción de Alexandre. En Manchester es allí dond...