Capitulo trece

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CAPITULO ESPECIAL

Christopher

-No the sunshine never comes...- concluyo en un susurro el estribillo de la canción que sonaba en la lista de música de mi móvil mientras daba por terminado el dibujo de un niño cuyo abrazaba a su madre.

Inesperadamente, al ver el tan parecido mío en el niño y el parecido de mi madre en la mujer, me recordó a mí y a mi madre abrazándonos, lo que me causó una depresión enorme. De un momento a otro, una mano se colocó frente a mí, sacudiéndose, haciendo que desviara mi vista del dibujo a la mano perteneciente a mi rubio mejor amigo, Christian quien me arrancó los auriculares con fuerza al ver a la profesora de Historia se encontraba mirando fijamente la mesa en la que estábamos.

-Campbell, Dawson- llamó la atención la mujer de tercera edad echándonos una mirada de desaprobación detrás de sus gruesas gafas. Se acercó amenazante hasta nosotros haciendo resonar esos molestos tacos contra la cerámica del suelo, pero afortunadamente antes de que diera el último paso y nos acusara con el director fue milagrosamente interrumpida por la campana de cambio de clases.- Pueden irse.

Y nos retiramos de su clase sin más.

-Imbécil – murmuró entre dientes Christian chocando mi hombro una vez que traspasamos el umbral del salón. Lo seguí con la mirada y observaba como él se iba corriendo hasta su casillero sin antes darse rápidamente la vuelta y tirarme de lejos los audífonos para luego volverse a dar vuelta y trotar hasta donde sería su casillero. Se me hace inevitable no bufar al ver como los estudiantes se corrían hacia un costado cada vez que mi amigo pasaba por su lado, como si le temieran y todo por culpa de los rumores.

¿Tanta gente idiota y sin vida propia para crearlas? ¿Tanta gente ingenua que cree en ellos? ¿Tanta gente tonta para expandirla?, gruñí mentalmente.

Decido ignorarlo y seguir con mi camino evitando las miradas de temor, acusadoras, curiosas o coquetas que me lanzan por los estudiantes que paso al lado.

Incomodo, me coloco nuevamente los audífonos intentando ignorar aquellas miradas mientras me dirijo hasta el campo de fútbol con intenciones de despejar mi mente pero me detengo al ver una cabellera bastante familiar en los primeros asientos de las gradas; el cabello de la muchacha era demasiado extraño: largo, lacio y con un una combinación de colores bastante raro entre castaño claro y rubio dorado, único. Y cuando me aclaré la vista la pude ver a Alexa, quien se le notaba a metros la frustración en su rostro.

No podía olvidar los recuerdos de cuando la vi por primera vez, cuando furioso la amenacé de hacer su vida miserable, verla en mi casa verla pasada de copas y de cómo la llevé hasta su casa, y la mejor parte, su actitud borde e indiferente.

Me senté en una esquina del campo de fútbol y me decidí por observarla; se veía concentrada y, a la vez, deslucida mirando su teléfono.

-¡No puede ser!-gritó con ira lanzando su mochila al centro del campo.

Se levantó del banco y pude ver lo mal que se veía al ver cómo le temblaban las rodillas al caminar hasta donde estaba su bolso, y cuando llegó cayó de rodillas rendida sentada en el pasto del campo mientras se colocaba las manos en su cara, tapándosela.

Me levanté con intención de ir por ella, pero justamente sonó la campana de fin de receso, causando que ella levante velozmente junto a su mochila sin importar lo mal que se encontraba; simplemente se paró y se retiró de allí como si nada hubiese ocurrido, lo que me sorprendió bastante viniendo de la nueva.

Había creado farsas expectativas de ella creyendo que sería la típica chica nueva tímida, ingenua, patética y frágil, pero afortunadamente no, todo lo contrario, a lo que sonreí involuntariamente al imaginarme lo divertido que sería molestarla este año.

CHRISTOPHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora