Capítulo 41

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Me asomo para ver dónde estamos. La sede se divisa a media distancia, no es mucha para llegar andando, pero no es el lugar en el que nos subimos, eso está claro. Nos bajamos del tren, esta vez también nos cogemos de la mano, lo que significa que al menos no me odia. El aterrizaje resulta menos doloroso que el primero, lo cual es un alivio. Dejamos las vías atrás y nos adentramos en las calles. Hay cristales rotos en la calzada y mucha presencia policial. Seguimos avanzando hasta que nos encontramos con un gran grupo de gente que impide el paso. Por sus ropas andrajosas y su comportamiento agresivo se ven que son mendigos sublevados. Miro de reojo a Tobías y como él sigue avanzando, yo también, pero me acerco más a él. Estoy nerviosa. Al llegar al tumulto de gente algunos de ellos se apartan formando un estrecho pasillo por el que pasamos. El pasillo desaparece en cuanto pasamos, por lo que nos vemos rodeados. El corazón se me acelera. Progresamos hasta que alguien nos corta el camino, él no se aparta como los demás. Es más alto que Tobías y mucho más fuerte. También debe ser algo mayor que él. Nos mira con una sonrisa de superioridad y tiene una cicatriz que empieza en la ceja y baja por su cara.

- Sólo queremos pasar. – Dice Tobías tranquilamente.

- Y yo sólo quiero que no paséis. – El hombre se ríe y el resto del grupo lo imita.

- Si no quieres problemas con la policía...

- ¿La policía? – Le interrumpe y todos estallan en carcajadas.

Lo siguiente ocurre muy deprisa. Tobías le da un puñetazo en la mandíbula al hombre. Como se la ha dado mientras se reía creo que se la ha roto. El hombre lo mira con furia y los demás dan un paso hacia atrás. Tobías separa las piernas y las flexiona ligeramente. Coloca los puños hacia arriba para protegerse. Está en posición de pelear. El hombre se lanza a por él, pero Tobías consigue esquivarlo. El hombre vuelve a lanzarse y esta vez Tobías consigue pegarle en el estómago. Creo que eso le habría dolido a cualquiera, pero a él sólo consigue enfurecerlo más. El hombre vuelve a abalanzarse y esta vez Tobías no logra esquivarlo, por lo que lo derriba. Oigo el sonido que hace la espalda de Tobías a chocar contra el suelo y me estremezco. El hombre le da una patada en el costado y no sé cómo Tobías consigue ponerse en pie. Sin embargo, antes de que pueda incorporarse por completo, le da un puñetazo en la barbilla. Tobías cae de rodillas apoyándose con las manos en el pavimento.

- ¡Basta! – Grito y logro captar la atención de todo el mundo.

El hombre me mira fijamente e intenta sonreír, pero le duele mucho la mandíbula. Viene hacia mí. Intento predecir por dónde vendrá el golpe para esquivarlo. Intento retroceder, pero tras dar un paso, me topo con la gente que se agolpa alrededor de la pelea. No sé si podré esquivar el golpe, pero no cierro los ojos. Justo antes de llegar a mí Tobías se lanza sobre su costado y lo derriba. El golpe lo ha pillado desprevenido, así que la caída lo deja momentáneamente sin respiración. Tobías se coloca delante de mí. El hombre se pone en pie y justo cuando creo que todo está perdido la gente empieza a dispersarse y veo que varios coches se acercan, son coches de policía.

El hombre huye, al igual que todos los que están alrededor. Tobías me coge de la mano y me aparta de la escena. Un círculo de agentes de policía acordona la zona. Nosotros lo atravesamos y un agente se acerca a nosotros, debe ser el que esté al mando.

- Habéis tardado mucho. – Dice Tobías enfadado.

- No era tan fácil acordonar la zona. Además, te has metido en problemas demasiado pronto.

- No me vengas con excusas, Amar.  ¿A qué esperabais?

- De nada, ¿eh? Sé más agradecido, que te estamos salvando el culo. – Dice Amar y me mira a mí.

Tobías también me mira durante un segundo y después vuelve a mirar a Amar. Una punzada me da en el pecho. Amar se referirá al hecho de que me encontraron en el edificio de la redada anoche y Zeke simplemente me llevó con Tobías, aunque puede que también sepa que Tobías y yo hemos ido hoy a ver a Christina para elaborar mi informe.

- Yo también os estoy salvando el culo, Amar. – Le susurra Tobías a Amar en un tono frío.

Tobías vuelve a tirar de mí hasta que dejamos atrás la escena del tumulto. Seguimos cogido de la mano. Él mira con inquietud a los lados, con miedo de que aparezcan más grupos de mendigos. Giramos un par de calles. Me suelta la mano para que entre a un edificio. Hasta que no estoy dentro no me percato de que es el edificio de su apartamento. Vamos a su casa. Subimos en el ascensor hasta la planta 7ª. Saca del bolsillo de su chaqueta un par de llaves. Tiene los nudillos ensangrentados y también le sangra un poco el labio inferior. Debe de dolerle más el interior del cuerpo. Entramos y su madre se asoma alarmada.

- ¿Qué ha pasado? – Dice Evelyn examinando la cara de Tobías.

- Una revuelta. Llegó la policía.

- Oh Dios mío, ¿estáis bien?

- Sí. Sólo son rasguños.

Evelyn saca un pequeño botiquín de primeros auxilios. Tobías empapa un esparadrapo con yodo y se lo coloca en el puño. Hace una pequeña mueca de dolor, pero se le pasa enseguida. La pequeña hemorragia ha cesado, pero los nudillos van tomando un color morado.

- ¿Habéis comido algo? – Pregunta Evelyn.

Con el altercado se me había olvidado el hambre que tenía. Los dos negamos con la cabeza y Evelyn comienza a preparar algo para almorzar. Ahora mismo no sé ni que hora es. Tobías se venda la mano y se limpia con agua el labio. Veo la preocupación en sus ojos y no creo que sea por las heridas. En pocas horas se celebrará la asamblea y las revueltas no han hecho nada más que aumentar en número y en intensidad. Los representantes estarán asustados, y la gente asustada suele tomar decisiones drásticas que no son beneficiosas a largo plazo. 


Otro comienzo más (fanfic saga Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora