VI

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"Brasil, shalalalala" Es lo primero que pasa por mi mente, apenas me despierto y estiro en la cama. Me levanto lentamente, para sentarme pensando en que es una linda mañana para salir a correr pero no quiero hacerlo en una cinta mirando todo el paisaje a través de un vidrio. Necesito respirar el aire caluroso y limpio de Brasil por lo que salgo de la cama para ir directo a cambiarme. Mientras lo hago veo que Sam me ha dejado mi agenda de estos próximos días impresa sobre mi mesa de luz. Si, así de controlador y exigente es.

Me coloco una remera musculosa, unos shorts deportivos color negros y unas zapatillas. Agarro mi celular de la mesa de luz más los auriculares, no puedo salir a correr sin música es como parte de mi entrenamiento diario. Llamo a Sam para informarle que voy a correr por la playa.

- Oh, okey ¿quieres que le diga a Paul que te acompañe?- me consulta.

Paul es mi entrenador personal que suele viajar conmigo a cada lugar que voy para hacer que mantenga mi rutina.

- Como quiera el, me da lo mismo no es que necesite un niñero- comento para sonreír divertido.

- Uoo, ¿Mal humor?- me consulta

- No, para nada es que no sé si es necesario que Paul me siga por cada lugar que voy. Solo saldré a correr por la playa, tardare como una hora y cuarto como máximo- comento para atar mis cordones.

- Okey, okey le diré que no quieres un niñero- ríe levemente, sonrío creo que ambos sabremos como reaccionara Paul ante el apodo.

- Gracias- rio divertido para cortar la llamada.

Salgo de la habitación dejando todo lo más ordenado posible, ya que a pesar de que el hotel tenga servicio de limpieza no me gusta que la persona que venga ordenar todo se encuentre con la habitación demasiado desorganizada. Si, lo sé, tengo tendencia a ser obsesivo con el orden. Suspiro.

Abro la puerta para salir estoy concentrado en conectar los auriculares en el celular por lo que no presto demasiada atención a mi alrededor. Presiono el botón para que el elevador suba, se encuentra dos pisos más abajo y ruego por no tener que estar con nadie dentro. No suelo tolerar los espacios pequeños con mucha gente. Además, nada más incómodo que los silencios que se producen en los ascensores. En donde no sabes si saludar o no, si contestar o no, si preguntar o no. Es el lugar perfecto para fingir que no hay nadie más que tú mismo. El ascensor se detiene, y cuando comienzan a abrirse las puertas veo a alguien que no tenía intención de ver.

- ¿Evan Hutt?- dice fingiendo sorpresa.

Maldición, odio que las marcas más reconocidas suela mantener por años a las mismas promotoras.

- Hola Arianna- digo sonriendo levemente.

Basta con que diga su nombre para ver lo emocionada que esta, por dios, ¿es que no entiende que no hay ni la mínima posibilidad...?

- ¿Cómo has estado todo este tiempo?- hace su pelo hacia atrás con coquetería.

- Bien ¿y tú?- sé a qué se refiere, lo veo en sus ojos.

Ella sabe que he terminado con Ruth, porque malditamente el mundo de las competencias en moto es lo suficientemente pequeño, para que todo el mundo sepa todo de todos. Y los rumores, no caminan, vuelan.

- Bien- sonríe de costado- ¿No te ha acompañado Ruth?

- ¿Tú la ves aquí? - digo con sarcasmo- Quizás se me ha metido en un bolsillo y no la veo, o es invisible ahora- pongo mis ojos en blanco.

Sé que jamás he sido más mal educado, pero dios no quiero conversar con ella de nada que no sea que lindo está el día.

- Oh, ¿Han roto verdad?

Ojala te enamores (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora