Capítulo Cuatro

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Narra Jass.

He conocido a muchos hombres en toda mi vida ―por el trabajo y mi ninfomanía― y nadie ha sido como Ethan. Tan exasperante como sexy y con grandes problemas, o sea, complicado, al parecer mi especialidad. En general atraigo a hombres como él, cuando veo a las personas así tiendo a alejarme pero siento que ahora no puedo ―no sólo porque sea mi vecino― y es tan... Extraño, me da miedo.

Oigo el auto de Pepe irse y voy hacia el sillón donde está Ethan dormitando, miró los tatuajes en sus brazos y pienso en como aquella imagen que trae es más para intimidar.

―Ethan ―lo sacudo y no despierta―. ¡Hey! ―insisto―. Ya se fue Pepe.

―Déjame... Mmm ―reclama y se retuerce.

¿Con qué así vamos jugar? Camino hacia la cocina en busca de una sartén y una olla, me acerco a Ethan y manos a la obra.

―¡Vamos dormilón! ―digo en tono irónico y con voz de plástica.

Da un salto apenas comienzo.

―¡¿Qué?!

Comienzo a reírme y suelto las cosas y me agachó mientras me abrazó el estómago.

―¿Qué hiciste?

―Es que... Estabas...Y tú... ―Sigo riéndome sin poder decir una palabra.

―¿Qué pasó? ―dice ya tranquilo.

―Pepe se fue ―digo más calmada.

Se estira y casi creo que me voy a morir cuando su polera musculosa deja al descubierto su plano y bien ejercitado abdomen, me viene a la mente el torso mojado, sólo con toalla, el pelo revuelto y los músculos flexionados...

―Bueno, me voy.

Asiento y parpadeo para volver a la realidad.

¿Qué estoy pensando? ¡Es mi paciente!

―Espero que no se vuelva a repetir.

―Tranquila, gracias y fue... Extraño ―dice con una mirada que no logró descifrar.

―Espero que no se te haga costumbre.

Lo llevó hasta la parte trasera de la casa y apuntó a la pared.

―Para la otra que te quieras esconder, no en mi casa, gracias ―digo con mi más falsa sonrisa.

―Claro.

Me mira y sonríe, se acerca lentamente hacia mi y no puedo evitar morderme el labio inferior, con una mano toma mi rostro para subir mi mentón y soltar mi labio de mi agarre, con la otra toma mi cintura para pegarme a su cuerpo, se toma su tiempo en cada acción, una sensación extraña me recorre de pies a cabeza y me siento tan perdida que si ahora empezara a quemarse la casa ni lo notaría, su pulgar recorre mi labio inferior e inconscientemente gimo, si me muevo un poco casi puedo sentir sus labios sobre los míos, realmente no estoy pensando claro, debería detenerlo pero entonces se inclina y yo cierro los ojos, me va a besar.

¡Oh Dios! ¡¿En serio va a besarme?!

Me inclino y espero algo que al final nunca llega a mi, sus labios rozan mi mejilla y se aparta dejándome al borde de la locura y el éxtasis.

¿Cómo hace eso? Apenas me toco...

―Adiós ―sonríe petulante.

¡Y sonríe el maldito! Como si dijera "soy sexy y lo se" JO-DI-DO IM-BÉ-CIL.

―No me gustas ―gruño cruzándome de brazos y sintiendo de repente mis pezones sensibles por el toque.

Demonios ¡y yo aquí excitada!

Duro Contra El MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora