Capítulo Cuarenta y Cuatro

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Narra Ethan.

Fue como una corriente eléctrica pasando por mi cuerpo, no lo razone, lo sentí , cada parte de mi ser la necesitaba, mi salvavidas, mi oasis en medio del desierto.

Toque a Jass y me rendí al olvido, la nueva sensación fue bienvenida, excitación, deseo, pasión, una necesidad al nivel más primitivo de mi ser, respire su esencia y respondí de todas las maneras posibles, no fui amable, mi piel ardía por la suya, estábamos en llamas, hoy el mundo se podía ir a la mierda, no había nada, solo ella y yo.

Fue desesperación, atracción fatal, la profanación de un cuerpo, porque eramos solo uno, una maldita caída al infinito, pieza a pieza nos deshicimos, labios y labios, manos y manos, piel y piel, Jass y Ethan.

Gritaba por dentro, no había suficiente eternidad para saciar mi hambre de ella, tomaba un bocado y quería más, más de ella, más de nosotros, poseería su alma misma al tacto, absorbería su aire, consumiría a fondo.

Romper. No hay otra palabra, rompí su ropa con mis manos, su blusa, su pantalón, sujetador y bragas fuera, se entrego sin preguntar y respondió con la absoluta disposición de seguirme, se sentía como bailar, un tango, paso y mordida, vuelta y lamida, pausa y beso, repetiría toda la canción, crearía nuevas notas y marcaría los pasos otra vez.

Lo siguiente fue la luz, bañándola como a un ángel, perlaba el sudor en ella, trace ese camino y me tome mi tiempo, fui rápido y lento, duro, luego ansioso.

Mis dedos, encaprichados, jugaron con ella, tentaron y provocaron, boqueo por la falta de aliento, no me detuve, tome su pelo con una mano desde la nuca hasta que mis nudillos estuvieron blancos y saboree su cuello, cerro los ojos, chupe, fuerte, pidió más y se lo di, más cerca.

Mi ropa cayo y quede al desnudo, no solo literal sino que también figurativamente, un objeto al suelo y chocamos con el muro, baje y tome su pezón, tire de él con mis dientes, grito mi nombre, una suplica, chupe más suave y tome su pecho, lentos círculos con mi lengua, una marca, mía, repetí la acción con el otro.

Solté el pelo de Jass y con ambas manos tomo mi rostro, me beso y chupo mi boca, me hizo el amor y me follo, gemí, me queje, necesitaba más, mordió mi labio tan fuerte que sangro, grite su nombre, nos miramos a los ojos, su pelo todo revuelto, sus labios entre abiertos y rojos.

―¿Qué quieres? ―gruñí.

―A ti, en todas partes.

Me reto con la mirada, con mis manos la levante sosteniendo su trasero, la pegue a mi y la bese, otro objeto al suelo, nos movíamos por todo el lugar entre besos y toques.

―Mmm... Ethan... ―gime.

Amo como dice mi nombre, bebí mi nombre de sus labios, chocamos otra vez, estábamos frente a las escaleras, se recostó en esta y atrajo a ella, más besos, su cuerpo contra el mío, su ingle contra la mía, se arqueo, con una mano procuraba no golpear su cabeza contra el escalón, eramos tan bruscos que apenas lograba esta tarea, con la otra mano baje y toque su clítoris, estaba tan húmeda pidiendo por mi, bien, me tendría.

Introduje un dedo en su interior, sus manos recorrían mi espalda e introduje otro dedo, su resbaladiza entrada casi chorreaba por el deseo, otro dedo y me desvanecía por la misma necesidad que ella, tiro de la raíz de mi pelo y mordí su cuello, se agito rozando sus pezones con mi pecho.

Perfecta.

Mi pene dolía, estaba lista, casi llegando al borde, volvía a retorcerse clamando su liberación, se la negué, me aparte y la levante, volví a besarla, rodeo mi cintura con sus piernas y la sostuve, ese punto en especial con cada paso era torturado pero no subíamos, en una nube de pasión llegamos a la cocina y la recosté sobre el mesón, cayeron mas objetos innecesarios, la adore con mis ojos.

Duro Contra El MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora